Capítulo 53

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–Narra Seis–

   Después de un momento mi pulso comenzaba a volver a la normalidad. Ambos estábamos en completo silencio. Ella recargaba su cabeza en mi pecho y yo la rodeaba de los hombros sintiendo la calidez que emanaba su tranquila respiración.

   Pero a pesar de la tranquilidad de la atmósfera, dentro de mí seguía vivo ese extraño sentimiento de euforia al que no estoy para nada acostumbrado. He hecho un sinfín de cosas con distintas mujeres, pero nada se sintió así. Tocarla de esa manera provocó en mí la adrenalina que sientes al correr una carrera. ¿Me habría detenido si ella lo hubiera pedido? No lo sé.

   Con el pulgar comencé a trazar círculos en su brazo, su suave piel sintiéndose bien bajo mis dedos. Fue justo en ese preciso momento cuando sentí que aquel sentimiento volvía a mí. Esa emoción tan simple pero difícil de hallar. Felicidad. Algo que sin darme cuenta había  extrañado. Algo que buscaba desesperadamente en todo lo que hacía sin siquiera fijarme en qué tanto lo deseaba.

   –Alissa… ¿Eres feliz… ahora mismo? –pregunté de pronto. Todo este tema me hacía sentir extraño. Si tuviera que adivinar, diría que sí lo es, pero aún no entiendo por qué. ¿Cómo alguien podría ser feliz estando junto a mí? ¿Por qué puedo provocar tal sentimiento en alguien más cuando a veces incluso ni yo lo encuentro en ningún lado?

   –Sí –respondió con simpleza.

   No sabía muy bien cómo reaccionar, pues en realidad jamás me había encontrado en una situación como ésta antes. Cada vez que hacía algo con una chica después sólo dormíamos sin mencionar palabra y a la mañana siguiente ella ya se había ido. Pero por alguna razón sentía como si Alissa no fuese a irse jamás. Eso me tranquilizaba, como a la vez me confundía. No puedo estar seguro, es cuestión de cometer un solo error y arruinarlo todo. Lo más extraño, es que ya he cometido un par de errores últimamente y ella no se fue.

   ¿Si vuelvo a hacer algo malo ésta vez sí va a irse? Yo espero que no, porque tengo la desfavorable habilidad de joder la situación cada vez que se pone bien.

   –¿Y tú? –de pronto ella volvió a hablar diciendo lo que menos me estaba esperando. Por más concentrado y hundido que hubiese estado en mis pensamientos habría sido imposible no sorprenderme con su pregunta.

   Pero en sí, lo más inusual de todo no era la pregunta, sino la respuesta. ¿Soy feliz justo ahora? Sí, y eso no me pasa jamás. Ahora que el sentimiento volvió temía que fuera a esfumarse. Empezó a aterrarme la idea de perderlo de nuevo. Alissa me ponía de muy buen humor, me subía el ánimo como si de una droga se tratase, y me satisfacía con el simple hecho de mirarla. Al principio no sabía qué era, pero ahora lo tenía claro, era felicidad.

   Felicidad. Tan simple como eso. Pensé que la encontraría fácilmente en las muchas carreras y apuestas que he ganado, o en las miles de veces que bebí hasta perder el conocimiento. Pero hasta ahora me vengo a dar cuenta de que eso es algo que no necesariamente debes buscar. Yo lo estaba forzando. Quería sentirme feliz, lo buscaba como si fuera lo único que me ayudaría a sobrevivir, quería sentirme satisfecho pero nunca era suficiente. Nada de lo que hacía era suficiente. Y para mi sorpresa, estar aquí junto a Lissie sosteniendo su mano me provocaba más felicidad de la que haya sentido en mi vida. ¿Por qué? No lo sé. Hay muchas cosas que no logro entender, y quizá sea mejor sólo dejarlas ser.

   –Sí. Soy feliz justo ahora –respondí en un tono de voz mucho más alto de lo normal, no porque fueran a escucharme, sino porque son las palabras más significativas y poderosas que alguien puede decir, y el simple hecho de yo poder hacerlo me reconfortaba.

Damned ∙ libro unoWhere stories live. Discover now