Capítulo 29

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Narra Alissa

   En realidad, no terminaba de asimilar lo que acababa de ocurrir. Era como si mi mente estuviera por completo en blanco, vacía, sin nada dentro, ningún pensamiento, y ninguna reacción. ¿Esto de verdad acababa de suceder? O quizá ya perdí la cabeza, y estoy alucinando cosas, e increíblemente también puedo sentirlas. Como si mi mente hubiera llegado a extremos de la imaginación, algo imposible realmente.

   Nuestros labios se separaron con lentitud, tanto, que sentí que no se movían aún. Pero cuando ya no podía sentir los suyos sobre los míos, abrí los ojos. Él todavía los tenía cerrados, y estábamos tan cerca que seguía percibiendo su cálida respiración en mi mejilla.

   –Tú… tú acabas de… –intenté hallar las palabras adecuadas pero mi cerebro seguía sin funcionar. Estaba en shock, así que era mejor que cerrara la boca antes de que dijera algo indebido.

   –¿Besarte? Sí, creo que eso fue exactamente lo que hice –susurró respirando aceleradamente con algo de preocupación en su voz, le faltaba el aire, al igual que a mí.

   –Yo… bueno…

   –Lo siento –murmuró abriendo los ojos y se alejó dándome la espalda–. No debí de…

   –Está bien –lo interrumpí de golpe–. No tienes que decir nada… sólo…

   Me detuve un momento intentando pensar bien en lo que iba a decir, pero no sabía ni qué hacer. No podía simplemente darme la vuelta y seguir caminando. Ni siquiera sabía a dónde iba, ya olvidé lo que estaba planeando, me tomó por sorpresa, y me besó justo cuando menos lo esperaba. No es que lo haya estado esperando, es sólo que, muy en el fondo, a lo mejor esto era lo que quería, y me aterraba pensar en eso. Primero vengo a un bar con la persona con la que menos quisiera estar, luego me encuentro a Seis, a él lo golpean, y terminamos besándonos. Eso es más loco de lo que parece.

   Pude haberme quitado, pude haberlo apartado, incluso pude haberle dado una bofetada, pero no lo hice. ¿Por qué? No sé, no importa que me haya tomado desprevenida, pude haberlo evitado. Y no lo hice.

   –¿Por qué… hiciste eso? –pregunté de pronto.

   Él era prácticamente un extraño. No del todo, pero tampoco sabía mucho sobre él. Sólo lo que todos decían, y lo que estaba a simple vista. Tomé la decisión de confiar en él por lo que podía ver, y no dejarme llevar por los rumores, pero esto era más de lo que podía manejar. Ni siquiera sabía cuál es su verdadero nombre, o de dónde viene, o quiénes son sus padres. No sabía nada, y él tampoco conocía demasiado sobre mí. Pero me besó. Y si antes estaba confundida con todo este asunto, ahora estaba mucho peor.

   –Escucha no tenemos que hablar de esto, puedes fingir que nada ocurrió ¿Sí? Porque… yo… mira… –se dio la vuelta para mirarme y el tono de su voz cambió por completo, ahora era algo agresiva, casi como si estuviera enojado–. Sólo olvídalo… olvídalo.

   –No –impuse juntando las cejas. Él no puede simplemente decirme que lo olvide y ya–. No voy a olvidarlo, ¿Me besas y luego me pides que lo olvide? ¿Es que acaso vas por ahí besando a quien se te dé la gana?

   –No tengo que darte ninguna explicación.

   –Sí tienes.

   –¿Por qué? ¿Tu si puedes ir por ahí metiéndote en problemas? Si no fuera por mí quién sabe qué te habría pasado.

   Me quedé callada observándolo. Esto pasó de un beso a una discusión en cuestión de segundos.

   –Mira… mejor me voy –dije en un intento de acortar el problema y me di la vuelta cruzándome de brazos. No sabía a dónde ir, pero no quería pedirle que me lleve a casa, estaba en un apuro, supongo que tendré que pedirle a Lucas que me venga a recoger.

Damned ∙ libro unoWhere stories live. Discover now