Capítulo 21

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–Narra Alissa–

   El molesto chillido de mi alarma comenzó a sonar y abrí los ojos de golpe. Estaba exhausta, ayer había sido un largo día. Estiré todo mi cuerpo y me puse de pie bostezando. Eran las siete y media. Me quedaba otra media hora para prepararme.

   Los lunes no eran mis días favoritos, pero tampoco los odiaba. Debo admitir que ya extrañaba volver a la escuela. Sonaba algo loco, lo sé, pero es que hace tres días habría jurado que para el día de hoy ya no estaría viva. Caminé hacia el cuarto de baño y tomé una rápida ducha. Era una mañana fría, y por la ventana noté que estaba nublado, lloverá en cualquier momento.

   Me preguntaba qué estaba haciendo Seis justo en ese momento. Posiblemente tenga asuntos que arreglar, quizá hasta esté ocupado. Pero imaginar su soledad me deprimía un poco. Está completamente solo, yo fui su única compañía durante estos días, y ahora que terminó, se quedó solitario otra vez. ¿Es esa la típica vida de un criminal? ¿Intentar sobrevivir día a día? ¿Sólo, para siempre?

   A pesar de que parecía un día normal, mi vida no volvería a ser la misma. Seis me ha dejado el recuerdo más perdurable de todos. Entré en su vida por un tiempo, y me involucré en cosas que nunca debí. No sabía si eso era un daño reparable, pero sólo sé que vi más de lo que tenía que ver. No he sabido de nadie que se haya atrevido a acercársele antes. Aunque bueno, tampoco lo había oído ser mencionado. Es como si todos lo evitaran a toda costa, y a decir verdad, entendía la razón.

   Tomé del armario unos jeans negros, una blusa gris de mangas largas y un cárdigan rosa salmón. Una vez que estaba vestida me puse un par de botas negras de piel sintética y me arreglé un poco frente al espejo dejando mi cabello suelto.

   –¿Alissa despertaste ya? –escuché la voz de mi madre al otro lado de la puerta y caminé hacia ella.

   –Sí –dije abriéndola–. Buenos días.

   –Buenos días –respondió y se encaminó por el pasillo. Por suerte ayer no me vio llegar, de lo contrario estaría castigada hasta cumplir cuarenta. Desde aquí arriba podía oler el desayuno. Moría de hambre así que me apuré. Christine quedó de pasar a buscarme, y así nos iríamos juntas a la escuela. Es el último año, así que debo aplicarme.

   Abajo mi padre se encontraba sentado en la silla principal del comedor, con su desayuno enfrente, su taza de café y el periódico cubriéndole el rostro. Lucas a un lado comiendo sus hot cakes apresuradamente mientras twitteaba con su móvil, y yo tomé asiento frente a él.

   –Hola –dije casualmente y papá me saludó devuelta. Lucas sólo me miró rencoroso. Seguía enojado por lo de Seis.

   El tiempo pasó rápido. Terminé mi par de hot cakes con tocino y volví a mi habitación para cepillar mi dentadura, cuando en ese momento sentí mi celular vibrar en el bolsillo trasero de mis pantalones. Era un mensaje de texto.

   Christine:

   >Estoy afuera.

   Tomé mi backpack que yacía en el piso a un lado de la puerta y bajé las escaleras casi trotando. Llegué al pórtico con rapidez y salí. Una ligera lluvia caía dejando las pequeñas marcas de gotas esparcidas por la acera y Christine me esperaba estacionada en su nueva camioneta <nueva; metafóricamente> del otro lado de la calle.

   El viento me enfrió la nariz mientras corría. Abrí la puerta del vehículo una vez que llegué y entré antes de que la lluvia arreciara.

   –Hola –Chris me saludó, arrancó, y comenzó a hablar sobre un concierto o algo por el estilo. Sinceramente no le estaba prestando atención.

Damned ∙ libro unoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon