Capítulo 44

2.2K 119 73
                                    

–Narra Seis–

   Cuando Alissa me miró, noté la preocupación reflejada en sus ojos. Por un carajo, voy a golpear a alguien el día de hoy. Mi pecho subía y bajaba por la acelerada respiración al igual que el de ella, y en ese momento, no tenía idea de cómo actuar.

   Al separarme, se levantó claramente apenada y corrió tomando su ropa. La puerta ni siquiera tenía seguro, así que Bruce podía abrirla en cualquier momento. Bruce, te voy a matar.

   –Entra al baño –mascullé tomando su pantalón para lanzárselo apresurado. Ella hizo lo que le dije, y no pude evitar echarle un último vistazo. No sé hasta dónde íbamos a llegar, pero no me hubiera molestado un poco más lejos.

   –¿Seis, estás allí? –Bruce volvió a golpear la puerta sacándome de mis pensamientos y reaccioné al instante, pero no me dio tiempo de hacer nada. La puerta se abrió de golpe, y por pura suerte, al mismo tiempo Alissa estaba cerrando la del baño.

   Él iba a entrar a la habitación, pero al divisarme semidesnudo frente a él se quedó inmóvil con los ojos desorbitados.

   –Estaba a punto de darme un baño –hablé golpeando las palabras una tras de otra por la prisa, pero desde luego, no pensé que fuese a creerme. Volteó por todos lados en la recámara y luego volvió a posar la vista sobre mí.

   –¿Dónde está ella? –preguntó con claro desconcierto.

   –En el otro cuarto –dije inexpresivo–. Se quedó dormida.

   –¿No iban a hablar? –cuestionó ceñudo.

   –Ya hablamos.

   –¿Todo bien?

   –Todo bien –me acerqué a él y tomé el borde de la puerta para cerrarla aunque siguiera allí parado.

   –¿Pero a ti qué te pasó? –volvió a preguntar alzando una ceja antes de poder cerrar.

   –¿De qué?

   –Pareciera que te succionaron la boca con una aspiradora –murmuró esbozando una sonrisa insinuante, a lo que yo rodé los ojos fastidiado.

   –Voy a bañarme, ¿Me dejas? –azoté la puerta sin esperar su respuesta y me volteé para recoger la ropa.

   Me vestí lo más rápido posible y acomodé mi bandana que se había caído de mi frente, para luego acercarme al cuarto de baño y tocar tres veces seguidas.

   –Ya se fue –anuncié en voz alta.

   Ella quizá todavía se esté vistiendo, o igual puede ser que esté demasiado apenada como para abrirme la puerta. Pero para mi sorpresa, en un par de segundos la abrió y ya estaba afuera parada justo enfrente de mí con una mirada que jamás había visto antes en ella. Era algo así como enojo, preocupación, pena, e impotencia al mismo tiempo.

   –¿Qué? –cuestioné sonriendo levemente.

   –No vuelvas a hacer eso –sentenció apuntándome con el dedo índice.

   –He hecho muchas cosas, en especial durante los últimos quince minutos. Podrías ser más específica –dije con humor observándola avanzar a través del lugar como si quisiera escapar de mi mirada.

   –Sabes bien a qué me refiero –habló en voz baja, moviéndose de aquí para allá.

   –¿A besarte?

   Se quedó quieta por un momento, y volteó en mi dirección con cara de pocos amigos.

   –A besarme de pronto cuando estoy hablando –repuso cruzándose de brazos, y el sólo hecho de decirlo la hacía ruborizar, lo cual a mí me causaba gracia.

Damned ∙ libro unoWhere stories live. Discover now