Capítulo 31

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Narra Alissa

   No sabía cuánto tiempo había pasado, pero ya tenía que irme, no soportaría estar aquí ni un minuto más. Christine me  estuvo entreteniendo con pretextos para que me quedara, y en realidad es muy persuasiva, pero igual ingenua, podía inventar algo para escaparme de ella.

   –Chris, voy por una bebida –dije, interrumpiendo su plática con Dina y Holly, quienes asintieron con una diminuta sonrisa en los rostros.

   –Sí, está bien, pero no tardes, queremos ir a la mesa de pool –contestó vívidamente mientras se movía de un lado al otro al ritmo de la música.

   Me di media vuelta y caminé entre las personas en busca de la salida, el lugar ya comenzaba a estresarme. Se suponía que sólo estaría aquí por cinco minutos, y creo que ya pasaron varias horas.

   El ambiente de Halloween nunca fue mi favorito, incluso podía sentir a alguien detrás de mí, pero era seguramente lo tétrico de la atmósfera. Te hace sentir en medio de una película de terror.

   Continué a empujones hacia la puerta, y avancé casi con desesperación. Quería salir de allí. Odiaba ese sentimiento de que alguien te observaba, y comenzaba a pensar que no se debía a lo lúgubre del lugar. Volteé sobre mi hombro casi con miedo, y noté a alguien aproximándose, pero se dio la vuelta enseguida y caminó en otra dirección.

   Mentiría si dijera que eso no me asustó. No alcancé a distinguir bien, pero sí pude ver la máscara que llevaba. Era un pasamontañas negro, al igual que el resto de su ropa.

   Aumenté la velocidad con la que caminaba y dirigí mi vista al frente otra vez. Ojalá no esté imaginando cosas. Sé que mi cabeza ha estado algo confundida estos días, y si no mejoro, terminaré con un apodo como el de Langley Porter.

   Aún sentía que me seguían, y por pura suerte, localicé a lo lejos un espejo enorme que abarcaba la pared entera. Entonces, mis latidos se dispararon cuando divisé a una persona con máscara negra de ladrón siguiéndome de cerca, es lo que había visto, no lo imaginé, es real. Comencé a correr chocando con todo el que se interponía en mi camino, y pude ver la puerta trasera a la distancia. Pero cuando volteé sobre mi hombro una vez más, distinguí la silueta negra imitando mis movimientos. Podía adivinar que se trataba de un hombre, y ahora corría tras de mí.

   Rayos. Habían más personas que antes cuando apenas llegué, era como si todos se hubiesen multiplicado, y me impedían avanzar. Ya imaginaba al tipo alcanzándome de espaldas, así que comencé a empujar con más agresividad.

   –¡Hey! ¿¡Qué te pasa!? –un chico se quejó a mi lado cuando tiré su bebida, pero no me distraje, continué intentando escapar, y ya ni siquiera sabía a dónde iba, estaba prácticamente huyendo sin destino.

   De pronto, al ir pasando junto a la puerta de la cocina, y cuando pensé que ya estaba alejándome, sentí cómo alguien me tomó del brazo y me jaló con rapidez. Pegué un grito apenas audible y entré impulsada a la cocina.

   La puerta se cerró cuando estuve adentro, y la persona me acorraló enseguida contra la pared cubriéndome la boca con una sola mano, mientras con la otra sujetaba mi muñeca. Quedé inmóvil completamente. Abrí los ojos con terror, e intenté gritar de nuevo, pero nadie podría escucharme. Aquí sólo estábamos él y yo.

   –Shhh –me calló repentinamente y acercó más su rostro. Nuestras miradas se cruzaron, y fue entonces cuando me di cuenta de quién era. Me calmé en un segundo. Se trataba de Seis, la máscara me impedía ver su rostro pero podría reconocer sus ojos en donde sea. Entonces el miedo se convirtió en enojo. Tenía ganas de golpearlo, me dio el peor susto de mi vida.

Damned ∙ libro unoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant