-Espera- dijo saliendo del coche para luego rodearlo y abrir mi puerta. Me ayudó a salir, pero cuando quise comenzar a andar, me detuvo sacando luego una tela del bolsillo.
-¿Qué?- quise preguntar -Esa sonrisa no me inspira confianza- dije al ver su sonrisa divertida. Rio.
-Si confías en mí, dejarás que te guíe al restaurante- fruncí los labios en un gesto de disgusto.
-Chantaje- dije dándome la vuelta y provocando más de aquella dulce y característica risa suya.
-Gracias- dijo colocando la venda oscura frente a mi rostro para luego taparme los ojos. Tras darme un beso en el cuello, me rodeó la cintura con un brazo y me dejé guiar.
El trayecto fue corto, creo que tan solo doblamos una esquina y caminamos menos de veinte metros. Lo que si sé, es que estuve a punto de caer de bruces al tropezar con mis propios pies, Philip se había reído de lo lindo. El caso es que ir en tacones de unos quince centímetros y tener los ojos vendados, es una combinación realmente mala, si no preguntádselo a mis dientes que temblaron con la simple idea de separarse de mí.
-Ya hemos llegado- dijo aún divertido por el reciente tropezón. Aún a ciegas, le di un codazo. Nuevamente rio.
Un olor conocido inundó por breves segundos todos mis sentidos, pero al poco tiempo volvió a desaparecer.
Liberó mi cintura y pocos segundos después estaba desatando el nudo de la venda.
Reí a carcajadas. Una gran M de picos curvos y un amarillo chillón, predominaba sobre el rojo luminoso del cartel y el blanco de las letras mas pequeñas que rezaban:McDonald's
-Tonto- le dije a Philip que me miraba sonriendo -Con que trabajadores un poco payasos ¿no?- dije también sonriendo mientras señalaba el muñeco en 3D de Ronald McDonald.
-Sí, solo un poco- dijo con diversión antes de darme un beso en la mejilla y andar varios pasos hacia delante para sostener la puerta que un hombre acababa de abrir, dejando que se escapara nuevamente aquel olor, y luego invitarme con un gesto de la mano a pasar.
Tras pedir y tener la bandeja, subimos a la siguiente planta que estaba más tranquila.
Nos quitamos las chaquetas, ambas oscuras y largas, pero nada calurosas.
Dios, realmente desentonaba demasiado vestida de aquella manera. Todos los allí presentes vestían con camisetas y vaqueros o vestidos y faldas veraniegas, incluso mi novio vestía más sencillo, con una camiseta negra, que por cierto le quedaba genial, y unos pantalones del mismo color.
Ahora que lo pienso, si no fuera por mis tacones y bolso, todos podrían haber pensado que veníamos de un entierro.-Te odio- dije metiendo la pajita en el vaso de Coca Cola.
-¿Por? ¿Qué he hecho?- preguntó sin poder suprimir la sonrisa divertida.
-No avisarme. ¿Has visto que pintas? No se sabe si voy de fiesta o a una boda.
-Estás preciosa.
-Encima capullo- dije apoyando ambas manos sobre la mesa.
-¡Eei!- exclamó con mirada interrogante.
-Lo arreglas todo muy pronto- rio.
-Ven aquí anda- dijo apoyándose en la mesa para ponerse en pie e inclinarse hacia mí, yo lo imité haciendo posible el contacto entre nuestros labios.
-Mmm...- dije masticando -Llevo muchísimo sin comer una hamburguesa- logré decir una vez tomé un trago de Coca Cola. Philip sonrió.
-Llevaremos lo mismo.
Estuvimos hablando un poco de todo y la mejor parte fue cuando llegamos al tema del pequeñajo que dentro de varios meses haría que pareciera una pelota recién hinchada.
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DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)
RomanceDieciséis años, hermosa y con ciertas habilidades especiales, inexplicables para ella misma. Ella, la cual nunca pensó en otro hombre que no fuera su padre, tras lograr entrar en el mundo del modelaje, conoce a ese chico... El chico. Te enamorarás...