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Emma:

Salí corriendo al hospital, no tanto por Carlisle, es Tara la que me preocupa. Anoche me llamó para decirme que llevaría a Tara a su casa y que le diríamos que su mamá está desaparecida, si tuvo un accidente debió ser camino a la escuela de Tara.

—Tara Kenet —digo a la recepcionista.

—Permitame —Teclea de forma rápida—. Perdone, no hay ningún paciente con ese nombre.

—Debe haber un error, me dijeron que Carlisle Kenet está aquí.

—Un segundo —Vuelve a teclear—. Si, aquí está hospitalizado el coronel.

—Entonces debe haber una niña sin nombre registrada, él iba con mi sobrina.

Teclea algo y suelta el aire, me mira llena de horror.

—No hay ningún paciente en pediatría sin registro.

Mis piernas se quedan sin fuerza y caigo al suelo.

Tara no... mi niña no...

—¡Señorita!

Una enfermera llega y comienza a preguntar cosas, no entiendo nada de lo que dice, un hombre aparece frente a mi y también empieza a preguntar cosas.

—¿Cuál es la habitación de Carlisle? —Me pongo de pie sosteniendome del mostrador.

—Tercer piso habitación siete.

Golpeo ligeramente el mostrador y avanzo hasta el elevador, no me importa el estado en el que esté Carlisle, tendrá que contestar todas mis preguntas. Cuando se abre entro y presiono el botón del tercer piso, mi viaje no es tan largo, salgo disparada del elevador y entro a la habitación siete, una enfermera le está poniendo una inyección intravenosa.

—Largo —digo entre dientes.

—Disculpe, pero no...

—Dije largo —grito perdiendo la paciencia—, es mi padre.

La enfermera sale de la habitación, tomo el vaso de agua que descansa sobre la mesa y se la arrojo a la cara de Carlisle, se remueve asustado. Sus ojos se detienen en mi y gruñe algo.

—¿En dónde está Tara?

Mi papá desvía la mirada, maldito cobarde.

—No me hagas repetirlo, ¿en dónde está mi sobrina?

—Se la llevaron —dice por lo bajo.

—¿Quiénes? ¿Qué fue lo que viste?

Mi papá se sienta, detesto la forma en que me está viendo.

—No me detuve a preguntar sus nombres, Tara me dijo que un auto nos seguía, creí que era su paranoia, pero giré de forma brusca y vi que la niña no mentía.

—¿Al menos te fijaste en las placas?

—Claro, Emma, era un auto blindado parecido a tu auto con vidrios polarizados y lo mejor es que su defensa tenía un hueco en donde se supone que van las placas. Nos volcaron y uno de ellos bajo del auto, vi como sacó a Tara inconsciente y después desperté aquí, ¿alguna pregunta?

La hija del coronelजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें