Cita

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Malo:

Veo con cierto recelo a las personas que están tomando mis huellas, me van a fichar, pero la que más miedo me da es la hijita del coronel, me mira como si quisiera golpearme por algo.

Un amable oficial quita mis dedos del escaner y me jala al área de las fotos, aquí debo decir que saldrán unas muy bonitas imágenes para ellos.

—Señorita Kenet, ¿puede venir un segundo?

Desearía asesinar a todos, pero no puedo hacerlo.

Emma se acerca a la chica y susurran algo, después presiona su dedo sobre el escaner, creo que CAE está haciendo cosas que no debe.

La hija del coronel le da una palmadita en la espalda y de la nada veo un flash sobre mis ojos, me distraje tanto en ellas que no me enteré a que hora tomaron la foto.

Veo a la misma chica reírse porque salí con los ojos medio cerrados.

Ya quisiera ver que salgan bien en una foto estando distraídos.

Los amables oficiales me conducen hasta mi nueva habitación, arrojan a una celda vacía y me quitan las esposas, me preocupa un poco que sólo estoy yo en este pasillo.

—Toma —Me arrojan un oberol a la cara junto con mis lentes agrietados—. Bienvenido, hacker.

Se van riéndose de mí, la celda se cierra automáticamente. Algún día van a pagar por esto, me quito el suéter y mis pantalones, los sustituyo por el horrendo oberol naranja típico de la cárcel.

Me siento sobre la cama de piedra, está será una muy mala noche. No puedo dejar de pensar en CAE, ahora mismo debería estar con ella y no aquí, estupido Kenet.

—No pareces estar de buen humor.

Esa voz, es la voz modificada de CAE, ¿qué hace aquí?

—Vas a meterte en problemas, vete de aquí.

Su mano se aferra a la reja, vaya que es muy blanca, no podré morderla sin dejar evidencias, eso me gustaría mucho.

—Debiste huir —Aprieta con fuerza los barrotes—, te alerté para no tener que verte aquí. Estoy enojada contigo.

Me levanto de la incómoda cama y rodeo su mano con la mía, es cálida, creí que sería muy fría, pero no lo es. Podría sostener esta mano toda mi vida.

—Te habría delatado y la que estaría en una celda serías tú —Me arrodillo y beso su mano—. Es lo último que deseo, mi vida.

La escucho soltar un chillido lleno de emoción.

—Te amo, Malo, no sabes cuánta rabia me da verte aquí.

Suelto su mano y comienzo a recorrer su brazo, no es muy largo, quiero verla.

—También te amo, CAE —Tomo su barbilla y ella recarga su cara en mi mano—. No es la cita que planeé, pero aquí estamos.

—No me la habría perdido —Suelta el aire—. ¿Por qué aceptaste que trabajas para el Malo? Si hubieras negado ahora mismo estaríamos en esa habitación.

La hija del coronelWhere stories live. Discover now