Tramites y Notas

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Reunión en el ministerio de magia. Todos debían ir, y fueron, a pesar de que no quisieran, estuvieran heridos, cansados o cubiertos de barro...

Para la gran mayoría, fue una terrible pérdida de tiempo. El ministro de magia decía constantemente que el fin de la guerra debía estar debidamente documentado, con todos los testimonios al pie de la letra y lo más recientes posibles. Recibió una respuesta inmediata en francés, por parte de Ivonne, con una carga insultaba demasiado grande. Pero por suerte, el ministro no sabía ese idioma. Ella tuvo que resignarse a dar su testimonio, más que nada, por que Albus se lo pedía, no por que realmente quisiera darlo con un ojo irritado.

El trámite fue mas rápido de lo pensado, por suerte para todos, y para cuando se dieron cuenta, ya pisaban el suelo de ladrillos de Hogwarts.

La enfermería se pobló de heridas varias, pocas graves y de un ojo azul que requería de varias pociones y ungüentos.

El caos vino después.

Cientos de magos visitaban Hogwarts para saludar a los héroes de la guerra. Reporteros de todo el mundo mágico llegaban para entrevistar, fotografiar, preguntar, molestar e irritar a absolutamente todos. Desde la enfermera y los retratos, hasta Albus y a Severus, quien prácticamente necesito una poción especial para aguantar todo eso.

Fue una semana después, que las cosas se calmaron lo suficiente como para decidir desayunar sin salir en la primera plana de "El Profeta".

El dictamen del ministro fue claro, a partir de ese momento, los héroes de guerra no tendrían mas ataques periodísticos.

Las clases estaban terminando para los alumnos de séptimo año, los cuales habían recibido consideraciones especiales en los TIMOS y exámenes, por su participación en la guerra. Aquellos que no lo hicieron, como la mayoría de los Slytherins, recibieron lo más denso de los exámenes. Por otro lado, las demás casas tuvieron una alta participación, pero sobre todo Gryffindor, donde todos los que cursaban séptimo año, estuvieron empuñando sus varitas frente a mortífagos.

Todos los involucrados recibieron medallas según su participación. Medalla de Honor para los mas implicados como Albus, Remus y Harry, quienes lucharon con uñas y dientes, mas que ningún otro. Medalla de Mérito a quienes cumplieron un papel indispensable en la ejecución de planes y papeles únicos, como Minerva, Severus y Alastor. Y Medalla de Combate a todos los que participaron.

Por primera vez en mucho tiempo, Hogwarts y sus habitantes, estaban en paz.

La joven no tan joven, McCain, se encontraba en el suelo de su despacho, recostada sobre la pesada alfombra de terciopelo rojo. Su cabello enrulado y rubio, algo desaliñado, descansaba sobre la tela mientras ella miraba el techo.

Estaba pensativa. Pero no pensaba en nada en específico. Solo no tenía deseos de hacer algo útil.

Su despacho estaba en las mazmorras a unos 30 metros del de Snape. Desde que había llegado, no quedaban muchos lugares disponibles. Era allí o en uno en el tercer piso, donde solo se podía llegar a través de esas escaleras movibles que la sacaban de sus casillas. Prefería morirse de frió, antes de adivinar donde demonios pararían las escaleras. Y tampoco soportaba los retratos parlantes que la desconcentraban.

Allí, en el frío y la oscuridad, la tranquilidad era lo que sobraba, podría pensar en paz, a diestra y siniestra. Además, Severus estaba cerca, y siempre le era grato visitarlo, oír sus sarcásticos comentarios y analizar libros complejos de magia extraña.

Tirada en el suelo, sonrió para si. Desde que había pisado terreno de Hogwarts, Severus había sido su mejor amigo, su compañero inseparable durante siete años y el mejor estudiante con quien practicar lo aprendido y adelantar libros durante sus largas estancias en la biblioteca.

También había sido su amor secreto durante su adolescencia. Un sufrimiento constante cuando él comenzó a sentir cosas por la Gryffindorde cabello rojizo. Por suerte para ella, la chica Evans era muy delicada, sutil y frágil para él. Al tiempo, luego de que su pasión juvenil se apagara, descubrió que solo había sido eso. Y eso la había alegrado en sobremanera. Después de todo, ella tenía un humor similar al de él, compartían gustos similares y se entendían a la perfección. Se había convencido de niña que ella, era la mejor para Severus.

Un par de fuertes golpes a la puerta la despertó de sus recuerdos. Era Severus. Conocía esos golpes que movían la puerta.

- Pasa- Le dijo, aun en el suelo.

El renombrado y recientemente condecorado, profesor de pociones, entró leyendo un papel, con paso tranquilo.

Apartó su mirada de la lectura, viéndola en el suelo.

- No quiero preguntar que haces ahí...- Dijo lentamente con tono cansado mientras arqueaba una ceja.

- Analizo la perspectiva de las hormigas...- Bromeó ella sarcásticamente.

- Dumbledore te manda esto- Él se agachó un poco, acercándole una carta, mientras ignoraba ese comentario absurdo- Y quiere que vallas a su despacho.

- ¿Y ahora para que?- Ella se sentó en el suelo mientras lo miraba.

- Supongo que para lo mismo que me llamó a mí. Y te aseguro, es algo que no me causa ni la más mínima gracia. Pero, conociéndote, estarás encantada...

- Ahora si tengo curiosidad...

- No me mires a mi, no te lo diré- Él se dio la vuelta para salir de la habitación, pero se giró nuevamente para verla- Péinate, pareces Bellatrix...

- ¡Y tu alégrate, pareces un amargado!- Le gritó mientras lo veía salir.

Ivonne se puso de pie, leyendo la carta. Era del ministerio de magia. Una felicitación sobre su participación en la guerra y un "premio" especial, el cual recibiría de Dumbledore, pero que había sido elegido por el mismo ministro.

- ¿Un premio? Ya me imagino... Una idiotez seguramente...

Ella colocó la carta en uno de los bolsillos del pantalón, mientras se dirigía al baño, para acomodar su alocada cabellera.

Se arregló un poco la ropa y salió rumbo al despacho. En el camino, se encontró a Severus, ocupado, hablando con Alastor.

Paso al lado suyo, golpeando suavemente su cabeza, como cuando eran jóvenes.

Pero el experto en oclumancia, era rápido, y utilizó un cuaderno liviano para golpearla en la cabeza cuando ella pasaba.

Ivonne se quejó, nunca lograba zafarse de la contestación de él.

- Creo que no te peinaste- Le dijo su viejo amigo mientras continuaba su conversación con un Alastor que reía de los vanos intentos de Ivonne, por ser mas rápido que el oscuro profesor.

En su recorrido al despacho del director, la profesora de técnicas defensivas, intentó acomodarse el pelo, nuevamente.

La dama de ojos azules entró al terreno de Albus y lo vio hacerle una seña de que esperara un momento.

Se apoyó en una de las columnas, mirando la nada, mientras su ex tutor, finalizaba de firmar unos documentos.

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