Amanece el mañana

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Un grupo bastante grande de alumnos y profesores del prestigioso colegio de Hogwarts miraban absortos el cuerpo sin vida de Lord Voldemort.

Había sido un ataque perfectamente planificado por Dumbledore y los resultados eran claros: victoria completa de los buenos, cero bajas, mortífagos rendidos, el antiguo señor tenebroso inerte y el rescate de más de veinte miembros de la Orden que estaban encerrados bajo las "narices" del señor oscuro.

Meses de planificar con los profesores, entrenar a los alumnos y analizar riesgos habían dado frutos. Los mejores frutos de cualquier cosecha.

Cuando todos cayeron en cuenta del resultado, el griterío general fue lo suficientemente alto como para no necesitar lechuzas al momento de avisarle al ministerio.

La guerra había finalizado.

Los rehenes, miembros de la Orden del Fénix, veían la luz del sol por primera vez en mucho tiempo.

Algunos de ellos, llevaban encerrados más de diez años. Otros, solo unos meses.

Los liberados salían de un hueco del suelo.

- Ya terminó la pesadilla- Se aliviaba Alastor, que había sido atrapado a propósito, tres meses atrás, para organizar un ataque desde adentro- Me siento un topo.

Todos ayudaron a sacar al grupo subterráneo.

En el medio del tumulto que emergía como hormigas en una inundación, salía victoriosa Ivonne McCain. Maestra de mediana edad, experta de técnicas defensivas de origen francés, pupila de Dumbledore en su niñez, perteneciente a la casa de Gryffindor, enemiga a muerte de los Malfoy y vieja amiga de Snape.

La clásica mujer de la cual cualquiera se enamoraría por el físico, pero con un humor bastante extraño y difícil. Buena como Minerva, torpe como Sybill, extravagante como Alastor, débil de voluntad como Neville y tan sarcástica e inteligente como Severus. Además de otros detalles menores pero no por eso poco importantes.

- ¿Y a mi nadie me ayuda? ¿Acaso soy menos que el resto?- Se quejaba Ivonne desde el pozo.

- Deberían dejarte allí dentro...- Reía Remus mientras le extendía una mano- Toma mi mano.

- ¿Sabes donde puedes meterte la mano?- Gruñó ella.

- ¡Ivonne!- Le gritó Albus, llamando su atención.

- Où est votre queue.... (Donde sale tu rabo)- Refunfuñó ella en francés, haciendo que Remus riera.

Con la ayuda de Lupin, ella salió, llena de una tierra oscura.

- ¿No eras rubia?- Le dijo Sirius.

Si, lo era. Tenía hermosos rizos rubios, debajo de esa extensa capa de barro. Por suerte, sus ojos azules se mantenían sin tierra. Por ahora...

- ¡Terre maudite! (Maldita tierra)- Gritó McCain cuando un rulo embarrado cayó en uno de sus ojos.

Albus suspiró, resignado. Ella tendía a insultar bastante, pero solo él se lo permitía, si lo decía en francés. Al fin y al cabo, era para no darles un mal ejemplo a los alumnos. Y como ninguno hablaba francés...

- Por Merlín... Que torpe eres- Dijo Severus- Tienes torpeza para regalarle a medio mundo muggle.

Todos reían. Las pacificas luchas entre Severus e Ivonne eran un espectáculo digno de ver.

- Disculpa que no sea tan ágil como tu, amargado- Decía ella, con los brazos en jarra y un ojo entrecerrado.

- Ivonne, deja de insultar y ve a enviar una lechuza al ministerio- Le ordenó Albus.

- Severus empezó...- Refunfuñó.

- Mentirosa...- La acusó Severus.

- Pálido...- Ella continuaba peleando.

- Por todos los cielos...- Suspiró Albus.

Ivonne rió, le gustaba hacer que su tutor perdiera la paciencia.

- Ya voy. Ya voy. Cálmate Albus, si sabes que bromeo- Decía ella- Pero si necesito un pañuelo o algo, mi ojo comienza a arderme.

- Nadie trae pañuelos a una guerra- Dijo Sirius riendo.

Ivonne se tapó el ojo, realmente le dolía.

Severus rodó los ojos, resignado, mientras se limpiaba las manos como podía y sacaba un pañuelo de su bolsillo.

- Toma, quejosa- Le dijo mientras se le acercaba.

- Gracias. Necesito este sentido- Le dijo mientras tomaba la tela de su mano y trataba de limpiar su ojo derecho.

- Ya puedes respirar- Dijo sarcásticamente el maestro de pociones.

Ella se transformo en una inmensa águila para volar directo a donde estaban las lechuzas. No iría hasta el mismísimo ministerio de magia, claro que no. Estaba demasiado cansada para una travesía de semejante envergadura.

Por suerte las lechuzas estaban relativamente cerca, en una casa bastante grande.

Tomo su ave. Un pájaro enorme, tosco y agresivo y luego de darle la carta, lo mando a volar, literalmente.

Iba a regresar a donde estaban todos, pero desistió. Ellos volverían y no tenia deseos de caminar.

Mientras esperaba, se dedicó a intentar limpiar su ojo derecho, que ardía y estaba enrojecido, por lo que entró a buscar algo útil.

Tiempo después, vio el tumulto marchar donde estaba ella, trayendo ese cuerpo que, durante su tiempo vivo, generó tantas desdichas y sufrimientos a todos. Y sobre todo a ella, después de todo, Voldemort había mandado a matar a sus padres y a ella misma, cuando solo tenia 5 años.

Con un paño limpio y húmedo apoyado en su maltrecho ojo azul, recordó fugazmente su vida, marcada desde el principio por Voldemort. Nacer en Francia, ser llevada por sus padres a los 3 años a Inglaterra, verlos morir a los 5, ser pupila de Dumbledore hasta los 16, tiempo en el cual se aferró a Severus como su único amigo. La vuelta a Francia, el estudio sobre técnicas defensivas, las visitas oportunas a su viejo amigo, la vuelta a Hogwarts como maestra y ahora haber sido parte del grupo que derrocó a tanta maldad.

Sentada en una tosca y bastante incomoda piedra, se reclinó, poniendo sus largas botas de cuero negro sobre un tronco y colocando bien el paño en su ojo.

Minerva se acercó a donde ella se encontraba.

- ¿Mandaste la lechuza?- Dijo la conocida hechicera.

- Absolutamente.

- ¿Y como sigue tu ojo?- Preguntó mientras se acercaba y quitaba el paño.

- Aun lo tengo. Pero no es nada que un poco de medicina no quita.

- Vamos, tenemos que ir todos al ministerio de magia.

- ¿Y para que rayos mandé la lechuza?- Ivonne se levantó de mala gana, caminando junto a Minerva.

- Albus ¿Para que mandé la lechuza si vamos hacia allá?- Se quejó Ivonne a su antiguo tutor.

- Ya podrás darte un buen baño de agua caliente y calmarte, paciencia- Le dijo Dumbledore, ignorando el comentario.

- Un ojo nuevo necesitare a este ritmo...- Ella continuaba quejándose mientras veía llegar un carruaje mágico de color marrón, tirado por un dragón de tamaño medio.

- Deja de quejarte... Solo es un ojo- Dijo Severus detrás de ella.

- Si claro... Por que a ti no te duele... ¿Pretendes que quede como Alastor?- Protestó ella.

Remus había oído todo y rió ruidosamente.

- Ya eres como Alastor- Dijo el antiguo merodeador- Están igual de dementes.

Ivonne no dijo nada. Siguió a todos dentro del carruaje. Detrás de esas pequeñas puertas, el espacio era muchísimo mayor. El viaje por lo menos no seria del todo traumático...

Le Voyage | SSWhere stories live. Discover now