Capítulo 63

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El miedo la invadió al sentir lo que estaba haciendo y que lo estaba haciendo sola por primera vez. Temblando y sin saber si era por dejar a David atrás o por el miedo que sentía por haber invadido una vivienda que no era suya, comenzó a caminar rápidamente tratando de no hacer ruido. Avanzó por el pasillo al salir del cuarto de baño y vio como David le había dejado la puerta de aquel piso encajada. La chica se lo agradeció internamente y posó una mano en el pomo mientras escuchaba como David arrancaba su moto. El motor comenzó a rugir en la noche.

Una parte de ella aún sentía algo de remordimientos por el momento que ambos habían pasado por recibir el beso de Rubén, pero David había logrado quitarle importancia y tranquilizarla. La chica no pudo evitar sonreír sintiendo que una sensación cálida le invadía el pecho al pensar lo bueno que él era con ella y que al mismo tiempo la hacía ser buena con ella misma y valorarse más gracias a él. Le daba una perspectiva nueva a todo y eso era algo que le sumaba muchísimo. Porque al fin y al cabo, de eso se trataba, de sumar, y no de restar buenos momentos.

Tiró de la puerta a la par que escuchaba como él se alejaba con la moto y se le encogía el corazón, pero no le dio tiempo a sentir eso durante mucho tiempo.

La chica pegó un grito ahogado y sintió como el miedo invadía su sistema nervioso. Delante de ella, al otro lado de la puerta que ella misma había acabado de abrir, se encontraba el hijo de la vecina que la miraba con la sorpresa dibujada en su rostro. Él estaba en la entrada de su casa en el portal, con una llave en la mano y Verónica estaba aún dentro de su piso. Sólo la arcada de la puerta los separaba.

El vecino tenía unos veinte años, la edad aproximada que Verónica le había echado sin haberlo visto nunca. Era moreno de pelo y tenía los ojos grises, como David pero de un color mucho menos atractivo que el del chico.

-¿Qué diablos haces en mi casa?-espetó el vecino mirándola con cara de pocos amigos.

Ella tragó saliva sintiendo la garganta palpitante y profundamente seca.

-Puedo explicarlo. Por favor no grites.

Al ver la dulzura con la que la chica hablaba sin darse cuenta, el chico se quedó callado y la escuchó, dejando la sorpresa a un lado y mirándola con interés. Su mirada no le gustó en absoluto a Verónica, pero ignoró aquel sentimiento y siguió hablando.

-Soy tu vecina. De ese piso de ahí.-señaló con la mano su propio piso.- Lo siento yo...

Él la observó con los ojos bien abiertos, alerta y tenso al mismo tiempo.

-He olvidado las llaves del portal y no quería despertar a mis padres, que ni tan siquiera saben que he salido, por eso he entrado por la ventana de tu baño.

El chico pareció entenderla y sonrió de una forma que le puso la piel de gallina.

-A mi tampoco me gustaría enfadar a tu padre.

Ella lo observó sin entender y lo vio ladear la cabeza, aparentemente despreocupado de que una chica como ella estuviese dentro de su casa.

CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα