Capítulo 21

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Verónica tragó saliva con fuerza. De pronto notaba la garganta sumamente seca.

-¿Qué pasará contigo cuando te saquen de la cárcel?

David perdió aquella tormenta grisácea en el mar oscuro de sus ojos y fue tal la calidez con la que la miró que logró que Verónica se sobrecogiese.

-No tienes que preocuparte por eso. No voy a irme lejos de ti.

Ella asimiló aquellas palabras y se acercó aún más a él, buscando su cobijo. David la apoyó en el hueco de su hombro y la abrazó con ternura, haciendo que su olor varonil la inundase por completo y alborotase todos sus sentidos.

-Francia no está lejos.-sugirió ella, ahogando su voz contra la piel cálida de él y pensando que lo mejor era que él también se alejase de todo aquello, aunque eso significase dejarla atrás.-

Sintió un dolor profundo en el pecho al pensar en que David podía dejarla atrás, que podía olvidarla. Se obligó a respirar y lo miró a los ojos, él parecía sereno y tranquilo, y la miraba con muchísimo cariño.

-Unos meros centímetros se vuelven distancia cuando se trata de ti, ojos azules.

Ella no pudo evitar que el aire saliese de golpe por sus labios, y tampoco pudo evitar sentir la oleada de fuego que la invadió por completo.

-Te quiero.-esa era la única forma de resumir todo lo que sentía en aquel momento, y sin embargo, aquellas palabras se le quedaban sumamente cortas.-

El chico se quedó pensando lo que le había dicho con anterioridad.

-Pero, quieres que me vaya con ellos...

David había adivinado sus pensamientos. Verónica se separó un poco de él y vio como la observaba con el ceño fruncido, haciéndole dos adorables arrugas en la frente. La chica asintió con la cabeza.

-No creo que sea seguro que te quedes.

David negó con la cabeza. Él mismo había pensado ya sobre aquello.

-Soy la única persona a la que Maek creerá. Tiene que ver el mensaje que me envió Baref para que la guerra entre ellos comience. Ambos son demasiados orgullosos para hablar el uno con el otro si piensan que el otro los ha traicionado.

Verónica apretó los dientes. Debía de haber alguna otra forma en la que David no se expusiera tanto a sí mismo.

-¿No tratará de sacar también a Jota, Cat y los demás? Aunque ellos estén en Francia, él creerá que seguirán en prisión...

Se sintió extraña pronunciando el nombre de Cat, sin embargo no supo porqué. Tal vez porque la asociaba a otra mujer importante en la vida de David y porque él hablaba con cariño de ella.

-Jorge va a ponerle muchos problemas para sacarme a mi, imagínate a ellos. No le será nada fácil averiguar que no están en la cárcel.

-¿Que hay de los demás policías? Los que están involucrados con todo esto...

-Jorge sabrá lo que hacer. No te preocupes.

Verónica asintió con la cabeza, aunque el plan le parecía aterrador.

-¿Confías plenamente en ese tal Jorge?

David asintió con la cabeza, pero seguía pensando en los demás chicos y en Cat.

-De todas formas, ellos son meros peones. Fácilmente prescindibles.-añadió él-.

La chica proseguía nerviosa y se llevo una uña a la boca por puro instinto. Se mantuvieron en silencio unos minutos. David le dio tiempo para asimilar todo aquello mientras ella seguía con el dedo sobre los labios.

-¿Eres consciente de que cabe la posibilidad de que Maek no te crea? ¿que pasaría si cree que eres tú quien lo ha montado todo?

David apretó los labios.

-Prefiero no pensar en eso, ojos azules.

David negó con la cabeza, como si quisiese alejar esos pensamientos de ella. Verónica se mantuvo en silencio. La idea de que a David le ocurriese algo era una sombre que no se le iba del pecho. Ese era su mayor miedo, y sabiendo que en el mundo del chico la muerte se encontraba en cada esquina, no podía dejar de preocuparse por él.

-Has antepuesto la seguridad de los que estaban trabajando para ti antes que la tuya propia.

David le dedicó una mirada cálida. Era cierto. Lo había hecho. Había preferido que todos los demás estuviesen seguros a estarlo él, aunque eso significase jugársela a una sola carta con Maek. Si lograba sacar a Cat, a Jota, a Rose o a Marco de allí, su plan habría servido para algo. Aunque a una parte de él le encantaría que la trifulca entre Baref y Maek acabase con ambos muertos, sabía que era muy difícil que eso pasase.

-Se que puedo llegar hasta el final con todo esto.- cogió aire.- Al igual que se que quiero llegar hasta el final contigo, ojos azules.

Verónica no pudo evitar besarlo y David correspondió a su beso.

-Poco a poco hay que ir perfeccionando tu plan, David Ferraro.

-¿El de llegar hasta el final contigo?-le susurró acercándose hacia su oído y atrayéndola de nuevo, con una voz gutural que llamaba al peligro.-

-Ambos, ojos grises, ambos.-le sonrió ella.

Él se dejó contagiar por la sonrisa de Verónica. Era como si ella llenase de calma lo que debería de ser un suplicio. Ella hacía que no se sintiese solo, que se sintiese comprendido y apoyado, aunque aquello que quería hacer era una auténtica locura, ella estaba ahí con él tratando de ayudarle a perfeccionar su plan. Dándole ideas y confianza. Una maldita locura. Todo aquello lo era, pero al fin y al cabo, así era como empezaban los auténticos cambios.

David había sacado algo del bolsillo de sus pantalones, y agarrando con suavidad las manos de ella, comenzó a colocar aquel objeto a su alrededor. Ella se sorprendió, tanto que casi dio un paso atrás.

-¿Vendas?

David le estaba colocando una venda alrededor de los nudillos, con intención de protegerla. Luego la guió hacia una de las salas de aquel gimnasio, justo la contigua a una llena de bicicletas de ciclo indoor. El chico encendió la luz y sonrió al ver el semblante sorprendido de la chica. En el suelo había un tatami, y colgando de la pared, varios sacos de boxeo y una especie de rin en el centro.

El chico se acercó a una especie de estantería donde había varios objetos de gomaespuma. Cogió unas guantillas y se acercó a Verónica. Se las colocó mientras la miraba con suficiencia y elevaba las cejas. La chica no había estado mas nerviosa en toda su vida, pero había un brillo de expectación en sus ojos que hacía ver que disfrutaba de aquel momento.

-Ahora, veamos qué sabes hacer.-le dijo David, divertido y mordiéndose los labios saboreando lo que se venía a continuación, haciendo que ella sintiese como cada poro del chico destilaba deseo y peligro a partes iguales-.

Listo. Contadme si así lo veis y entendéis mejor. Un abrazo muy muy muy grande y gracias por leer. Besos!!!

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