Capítulo 49

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-Quédate quieta.-le pidió él agarrando el arma de ella y disparando una sola vez a la placa negra sin ni tan siquiera mirar más de un segundo aquella superficie.

El chico disparó distraído, al tiempo que se agachaba hacia la mochila y buscaba algo. Verónica entreabrió los labios asombrada al ver que le había dado en la frente de la placa humanoide, en un tiro sumamente limpio.

-¿Cómo has hecho eso? ¡Pero si ni tan siquiera has mirado el objetivo!

David sonrió mientras seguía de espaldas a ella, buscando algo que encontró por fin y guardó entre sus manos. Cuando se incorporó aquella sonrisa había desaparecido y volvía a ser el David autoritario. Una vez mas.

-Date la vuelta por favor.- le inquirió esta vez.

Ella se tocó el flequillo sintiendo el beso que se habían dado hacía unos instantes aún en sus labios. Lo miró con una mirada que a David le pareció demasiado sensual y por la cual tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no hacerle el amor allí mismo mientras ella se giraba.

El chico se acercó tratando de calmarse. Ninguna otra mujer ejercía la atracción que Verónica podía ejercer en él. Con cuidado y respirando con fuerza, la agarró el cabello y se lo echó por completo hacia atrás. Le encantaba su pelo y no pudo reprimir acariciarlo con suavidad. Luego, sintiendo como ella se erguía ante su tacto, volvió a colocar la venda sobre sus ojos.

-Hoy la cosa va de misterio, por lo que parece.-comentó ella en un susurro.

David no le contestó, se acercó a la mochila negra y comenzó a desvestirse. Cuando se quedó en ropa interior sacó un pantalón de hombre negro y arreglado y comenzó a vestirse con él. Se colocó una camisa blanca y la chaqueta del traje negro arriba. Luego, como si fuese un experto e hiciese eso todo el día, se hizo un nudo en la corbata.

Verónica se mantenía quieta, pero estaba escuchando un sonido de prendas que no entendía. Ni tampoco entendió cuando David comenzó a desnudarla, quitándole el traje y susurrándole con dulzura y autoridad al mismo tiempo.

-Quédate quieta por favor.

Su voz sonaba tan cerca que la piel de Verónica se erizó. De nuevo la venda de los ojos agudizaba sus sentidos poniendo su autocontrol a prueba.

-¿Me pides eso mientras me desnudas?

David se percató de que su voz temblaba. Ella sentía el mismo deseo por él que él por ella. David cerró los ojos un momento y se calmó. Luego siguió desnudándola con sumo respeto y mirada autoritaria. Primero le quitó el traje negro y se quedó mirando su cuerpo con las medias, las bragas y el sujetador en negro durante unos instantes. Trató de calmar su masculinidad al tiempo que bajaba sus medias, sin poder reprimir el darle un beso corto en el monte de venus al hacerlo. Ella gimió al sentir como sus manos bajaban lentamente por su cuerpo, haciendo presión en su piel y despertando miles de corrientes eléctricas al hacerlo, como si sus manos desprendiesen fuego y electricidad al mismo tiempo.

Verónica se mordió la lengua tratando de calmarse, y luego se mordió el labio. No había forma humana de que se quedase quieta cuando sentía las manos de David sobre ella. Como si fuese lo único necesario para activarla de una forma que sólo él sabía hacer. Que hacía muchas veces incluso sin pretenderlo. El tener los ojos tapados agudizaba su sentido del tacto, que si ya de por sí estaba alterado cuando aún podía ver al chico, más aún lo estaba cuando tenía aquella venda en los ojos.

David le quitó las botas, y ella sintió su aliento en sus piernas. Una parte de ella se alegró de haberse depilado esa tarde antes de ir al cine. Escuchó la voz de su amiga Eva riñéndole en la cabeza por aquel comentario y se la imaginó diciendo algo así como "si tienes que depilarte para él en lugar de para ti eres tonta, depílate si quieres, no porque la sociedad o nadie te lo diga". Verónica apartó esos pensamientos de ella, aunque en el fondo le daba la razón mientras sentía como los dedos de David volvían a subir hacia arriba, recorriendo su cuerpo hasta llegar a la espalda y haciéndola estremecerse de placer ante el tacto.

-No voy a ser capaz de quedarme quieta mucho más si sigues tocándome mediante caricias como lo estás haciendo.

Casi pudo sentir su sonrisa en sus labios cuando él posó un beso en su espalda, haciéndola estremecer. Sentía su aliento en la columna vertebral, y eso lograba marearla por toda la excitación que sentía.

-Vas a obedecerme ojos azules, al menos en este momento.

Pudo apreciar como había amabilidad en su tono de voz, pero también había peligro. Sintió como la imponente figura de David se alejaba de ella unos instantes para regresar enseguida. David se detuvo a contemplar su espalda. Nunca le había hecho el amor de espaldas.

-¿O qué?-le retó ella sacándolo de sus pensamientos.

Verónica sintió la respiración de él en el oído, muy cerca de ella, casi rozándola de nuevo y sintió como todo su cuerpo comenzaba a arder. Necesitaba que la tocase. Todo su cuerpo y sus hormonas querían que lo hiciese. David le acarició la oreja con los labios y le susurró al oído.

-No quieras saberlo.-le respondió, al tiempo que una vez mas le daba un suave golpe en el trasero con su palma. El segundo golpe suave en aquella noche.

Ella se quejó ante el suave manotazo pero también sintió como su cuerpo necesitaba de su roce ahora más que nunca. Cuando le hizo lo mismo antes de montarla en el coche fue consciente de que todo su cuerpo respondía con una extraña mezcla entre un ligero dolor y un placer complaciente. En ese momento dudó de la última sensación, pero ahora la había sentido con mayor fuerza. Le había gustado. ¿Cómo demonios podía ser eso? Le había dado muy flojo, sin intención de hacer daño, pero el hecho de que le gustase la hizo estremecerse cuando sintió de nuevo sus labios bajando por su espalda. Una parte de ella, deseaba que hubiese un tercer azote cuando hicieran el amor.

Verónica sintió como su respiración se agitaba, pero de pronto, sintió como la boca de David se alejaba de su espalda dolorosamente. Dolorosamente porque necesitaba de aquellos labios sobre su piel. ¿Necesitaba? Sí, en ese momento en el que todas sus hormonas estaban despiertas, necesitaba sus besos. Aunque ella supiese de sobras que cuando sus hormonas no estaban así no necesitaba a nadie mas que a ella misma, en aquel momento, disfrutó de esa sensación de necesitar los labios de David. 

Marchando el tercer capítulo de hoy en unos minutos. Abrazos!!!!

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