Capítulo 19

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David la guió por diversas calles, muchas de ellas llenas de jóvenes que se divertían en la noche de un viernes que acababa de dar paso al sábado, y a todo lo que eso conllevaba. Pasaron por un pub y Verónica se le quedó mirando. Por unos instantes se imaginó a David bailando, y la mera idea le hizo sonreír. Trató de evadir su sonrisa poniendo una mano sobre su boca, pero fue lo suficientemente lenta para que David la viese.

-¿Te crees que no se bailar?

Ella rio, y una gota de lluvia le cayó justo en la nariz. David se la quitó de un suave toque y luego le agarró con suavidad la punta de la nariz, jugando con ella.

-¿Es que siempre eres capaz de leerme la mente?

En esta ocasión fue él quien trató de disimular una sonrisa. De fondo se escuchaba música de ambiente que invitaba a bailar.

-Tu cara es como un libro abierto para mi...

Verónica lo miró con una mezcla de cariño y picardía.

-La verdad es que no te imagino bailando.

Él la miró cautivador. Se había puesto una chaqueta en color marrón que repelía la lluvia y tenía el cabello mojado, lo cual le hacía parecer aún más atractivo.

-Puede que te sorprendieses.-le sonrió, pero luego se recordó a si mismo el motivo de porque había ido a buscarla esa noche, y se puso tremendamente serio.- Será mejor que nos demos prisa. No tenemos mucho tiempo.

Al menos no para todo lo que quería hacer aquella noche. Tiró de ella con suavidad, agarrando su mano y haciendo que miles de calambres recorriesen su cuerpo. Tanto el de ella como el de él. Había una química tan innegable entre ellos como la noche que comenzaba a abrirse. El chico paró en la puerta de un gimnasio cerrado y miró a ambos lados, asegurándose de que no los había seguido nadie. Luego sacó la llave del bolsillo de su pantalón y abrió la puerta.

-¿Te sorprende que tenga llaves?

Su pregunta enmascaraba una clara y perversa diversión. Ella asintió con la cabeza y él arrugó la frente.

-No siempre voy a entrar en los sitios sin permiso.-dejó caer, con una sonrisa intimidante.

Ella entró en el gimnasio tras él y lo vio cerrar la puerta. Las paredes estaban pintadas en un marrón claro y había varios cuadros de culturistas cubriendo las paredes. Tanto de hombres como de mujeres. No había forma de que nadie de la calle los viese, ni cristales que dejasen ver el exterior. Estaban completamente solos y en silencio.

David se giró hacia ella y por primera vez a Verónica le dio la sensación de que estaba relajado, como si se sintiese seguro en aquel lugar.

-¿Cómo has conseguido las llaves?-preguntó.

-No las he robado.-se encogió de hombros, pero al ver la mirada inquisitiva de ella, añadió.- Este gimnasio es de Marco, un amigo...bueno, no exactamente un amigo, y tampoco es exactamente suyo...pero él entrena aquí y el dueño le dio las llaves para venir siempre que quisiese, así que se las he pedido.

Verónica siguió observando el lugar. Había reconocido el nombre de Marco.

-¿Ese chico es el mismo que dices que es el líder de la otra banda de jóvenes de Maek?

David asintió con la cabeza y desvió la mirada. Verónica tenía buena memoria, sin lugar a dudas.

-Ven conmigo.-dijo, entrando aún más en el gimnasio y dejando atrás el pasillo de entrada.- tenemos hasta un poco antes de las seis y media, que es cuando abren, para entrenarte.

CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora