Capítulo 4.

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Estoy lista y prepara para entrar a la iglesia, sentía una gran emoción en mi pecho, alabar al señor era lo mejor del mundo, siempre entraba con una leve carga sobre mis hombros, y después del servicio, salía libre, renovada, lista para seguir con...

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Estoy lista y prepara para entrar a la iglesia, sentía una gran emoción en mi pecho, alabar al señor era lo mejor del mundo, siempre entraba con una leve carga sobre mis hombros, y después del servicio, salía libre, renovada, lista para seguir con mi propósito de este año, no crean que es solo conseguir a mi idóneo, bueno, debo confesarles que es lo que más anhelo, pero también le pedí otro favor a Dios; y es predicar de su amor a mis compañeros y el resto de chicos de la escuela. Me sentía con una gran fuerza de voluntad por hacer eso.

—Abi, cariño —dice la voz dulce de mi padre, era tan diferente a mi madre, pero a ambos los quería igual.

—¿Sí? —subo mi mirada para ver su bello rostro, sus ojos azules eran dos océanos tan inmensos que me pierdo en ellos, me gusta la mirada de mi padre, desprendía bondad y mucha pureza, ahora sé porque mamá se enamoró inmediatamente de él.

—Necesito que vayas al coche, y de la cajuela saques una caja negra, ahí están unas herramientas que va ocupar el pastor para que reparemos su coche hoy después del servicio —me extiende las llaves y le sonrío.

Mi padre sabía que no me podía negar a ese favor, más tratándose del pastor.

Las tomo y ellos se alejan de mí para entrar a la iglesia.

Muevo mis pies y apresuro mis pasos para no entrar cuando el servicio ya haya empezado, pues hay ciertas personas que cuando lo haces, te miran como que se les perdió algo en tu cara.

Me da fastidio pensar eso, nadie vive pendiente de sus vidas ¿Entonces por qué lo hacen con la de los demás? En fin, dice en la biblia que en su viña hay de todo, así que seguiré tolerando a esas hermanitas.

Llego al coche y abro la cajuela e inmediatamente diviso la caja negra, la tomo y salgo casi corriendo, por suerte me traje unas botas muy cómodas.

Estoy cerca de la entrada del templo y un grupo de tres personas entran al mismo tiempo que yo, se supone que cabíamos todo para entrar, éramos lo bastante delgados para caber a la perfección, pero un tipo que salió de la nada cambió mis cálculos completamente.

Sin frenar sus pasos, pese a la estrechez del espacio, sigue la dirección de salida golpeando mi hombro derecho y haciendo que la caja caiga al piso.

—¡Auch!

Arrugo mi cara del dolor, y el chico ni siquiera se regresó para pedir disculpas, claramente él se dio cuenta que me golpeo, creo que hasta su hombro izquierdo iba lastimado por la fricción.

¿Qué le pasa?

Su actitud me provoca repugnancia, y hace que mi respiración se agite encontrando un coraje interno que no me cabía en el pecho.

Empuño mis manos con fuerzas y me pregunté con tristeza: ¿Cómo un chico con ese comportamiento puede estar en una iglesia?.

Está bien, va de prisa, esquivó a los dos ancianitos que venían entrando ¿Pero yo? ¿Es que acaso no cuento como ser humano? ¿ O simplemente soy una mosca pegada en la pared?

Querido Idóneo [Borrador] (Completa)Where stories live. Discover now