Capítulo 12

1.5K 142 83
                                    

Estoy en mi cuarto moviendo las caderas como loca escuchando la letra y el sonido pegajoso de Can't stop the feeling. En verdad me siento mejor después de una ducha larga. Mi mente puede respirar y buscar imágenes agradables, mis ánimos están al tope, y estoy segura que estarán así toda la noche. Hoy me le lanzaré a Melvin como si fuera el mejor helado que podría probar en mi vida, no lo soltaré, estoy segura que no. Nadie me puede quitar de la cabeza que él es mi idóneo.

Doy un salto para quedar con mis pies separados y seguirme moviendo como si no hubiese mañana. Amo bailar, pero mi madre nunca dejo que participara en cursos para poder mejorar mis movimientos. Según ella, no es bueno mover el cuerpo al antojo.

Regreso a mi posición para verme al espejo y enrollar perfectamente mis rulos sueltos.

—Ya es hora de dar un respiro Abi —me digo en voz alta a mí misma —Necesitas juntar fuerzas para soportar al desquiciado de Jack —hundo mi ceño cuando recuerdo las palabras hirientes que me dijo hace un par de horas.

Subo mi mirada y veo mis ojos negros mirándome detenidamente a mi misma imagen —¿En verdad soy tan despreciable como me hace ver Jack? —acerco mi rostro al espejo y con las yemas de mis dedos toco mis mejillas —Será que...

Suena mi teléfono desconectándome automáticamente de mis pensamientos. Miro la dirección de donde suena y sigo el sonido. Un nuevo mensaje había llegado. Mis manos me sudan y lo noto ¿Por qué sudan? No entiendo ¿Será que pensar que alguien tenga algo en contra mía, me pone así? Deslizo la pantalla y pego un suspiro.

Hundo mi ceño cuando veo un número desconocido.

Lo siento...

Muevo mis dedos rápidamente para escribir un:

¿Quién eres?

Espero por unos segundos respuesta, pero no hay ni una sola.

Muerdo la uña de mi dedo índice mientras camino de un lado para otro manteniendo el control, mirando desesperadamente la pantalla de mi teléfono. No sé por qué mi corazón está bombeando a mil si ni siquiera sé quién es.

¿Sabes? Para ser muy bonita, preguntas demasiado. Solo acepta el "lo siento" y no preguntes más.

Trago saliva con fuerzas ¿Jack? Solo él podría contestarme de esa forma.

Toco el teclado de mi teléfono para poner su nombre, pero presiono el lado del borrador y lo tiro a un lado.

¿Por qué debería estar preguntándome y sintiéndome nerviosa?

Si esa persona fuese Jack, no me hubiese mandado un "lo siento", no después de cómo me trato. Seguramente es alguien que se equivocó de número.

—Sí, fue eso —digo cayendo sobre mi cama y perdiendo mi mirada.

Sus ojos azules vienen a mi mente, el recuerdo golpeando, esa primera vez que nos miramos, su rostro hecho por el mejor artista del universo, sus labios color rosa destacándose tras haberlos mordidos por la agitación de ese día ¿¡Abi, estás loca!?

Gruño por mis pensamientos y tomo mis rulos dejando que mi espalda caiga sobre la cama.

—Ese chico ni siquiera te puede gustar. No después de cómo te trato, él no se merece ser uno de tus miles de crush, él no.

—Unicornio, te buscan —la voz áspera de Ricardo hace que mis pensamientos se vayan de golpes de donde habían venido. Subo la mitad del cuerpo para verlo y arrugar mi frente.

—¿Quién? —le pregunto ingenua. Pero tras esa pregunta el bello rostro de Melvin hace contacto con mis hormonas. Intuitivamente sus ojos color miel hacen un eco en mi corazón y me quedo paralizada como si no respirara.

—¡Mamá! Abi fuma hierbas verdes por las noches... —sacudo mi cabeza por el grito desesperado de Ricardo ¿Qué le pasa?

—¿Qué fuma qué? —pregunta asomándose a mi cuarto.

—Que fuma hierbas verdes y de colores por las noches ma —confirma sonriendo y viendo los ojos café de mi madre.

—¡Abi! — grita tan parecido a mi hermano que ya me duelen los oídos.—¿Desde cuando haces eso? — ruedo mis ojos, no puede ser que sea más ingenua que yo. Ahora sé de donde Enrique sacó tanta falta de realidad.

Me levanto y me paro en frente de ella, luciendo como la más segura de la tierra.

—Mamá, ¿Y tú crees que yo ando en esas? —cruzo mis brazos y la veo con mi ceño hundido. Me ofende —¿No te da vergüenza inventar esas tonterías Richi? —digo viendo a Ricardo con una cara de pocos amigos, él mueve su cabeza y junto a eso rueda sus ojos.

—Como sea, yo solo digo lo que veo, —dice haciendo una mueca de chico enojado —todos sabemos que estas bien chiflada.

—¿Sigues acostándote noche? —interrumpe mi madre. Sus ojos se posan en mi rostro examinándome como si tuviera viruela.

—Obvio que no me acuesto noche —protesto.

—Entonces si no es eso, deben ser esos poemas que te gastan el cerebro —dice sin ninguna pizca de dulzura en lo que dice.

¡Ja!

Creo que si no fuesen por esos poemas que le escribo a mi futuro idóneo, no estaría tan cuerda. Porque sí señoras y señores, la imaginación te ayuda a vivir con más esperanzas este mundo cruel, que no hace más que golpearte cuantas veces quiere.

—Ya no hago eso mami, no recuerdas el incidente que pasó por eso —digo como la más obvia. Tengo que trabajar con ellos esa área, necesito que crean que nunca más escribiré algún poema para esa persona especial que me espera en algún lugar.

Mi madre baja la guardia y sonríe un poco —Bien, así me gusta, por fin has entendido Abigail — se acerca a mí y acomoda un mechón de mi cabello que cae sobre mi hombro. Por momentos creo que mi madre es la más dulce del planeta, pero su ceño hundido me hace alertar mi pecho y suspiro —Ve a recibir a Melvin, —dice cambiando el tono de su voz — Te está esperando abajo, espero que te diviertas mucho —. ¡Esperen! Mi madre dijo ¿¡Qué te diviertas mucho!?

¡Oh vaya!

Creo que le haré caso a eso.

—Gracias mami — digo emocionada besando su mejilla y sin evitar la secuencia de mi emoción, agarro las mejillas de Ricardo y las aprieto hasta que gruñe de dolor —¿Dónde está la cosa más linda del mundo? ¿Dónde está? —mi voz suena más chillona de lo normal.

Él quita de golpe mis manos y retrocede para el lado donde esta doña Carmen.

—¡Deja de ser cursi por una vez en tu vida unicornio! —dice asqueado de mi broma tan infantil.

—Yo no soy cursi hermanito, soy dulce que es muy diferente —aclaro.

—Dulce o cursi, eres la misma boba de siempre—dice enojado.

Me tiro una carcajada y salgo por completo del cuarto.

Bajo las escaleras y antes de terminar de bajarlas, miro los ojos color caramelo de Melvin, debo admitir que ando loca, o sin saber me he fumado una de esas hierbas verdes y de colores que habla Richi, pero es lo que veo como si fuese el hombre que ocupara mi corazón por completo.

Suspiro enfermizamente y creo que mis ojos parecen los de un siervo descollado.

Siento que ando delirando, o algo así, se supone que hace una semanas atrás lo miraba solo como un amigo ¡Ay Diosito ayúdame a controlar esto que nace rápidamente! Y cuando estaba pensando eso, y al mismo tiempo sumergida en color de sus ojos, tropiezo con algo suave y peludo cayendo como pelota rebotando por todos los escalones que me faltaban...



Querido Idóneo [Borrador] (Completa)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα