NINE • BROKEN.

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01 • CHAPTER NINE:
BROKEN.

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LOS SEGUNDOS SE CONVIRTIERON EN MINUTOS, los minutos pasaron a ser horas, las horas transcurrieron en días y los días comenzaron a ser semanas. El primer mes sin Blue comenzó a ser un martirio. El segundo mes, un castigo y el tercero, se convirtió en una tortura constante para el joven Corden, y un dolor de cabeza para su madre.

Antes, la peor pesadilla de Mitchell era despertar una mañana y leer en primera plana del periódico que su amiga había muerto a manos de su abusivo y ebrio padre. Ahora, la peor pesadilla de Mitchell era despertar una mañana y leer en primera plana del periódico que su mejor amiga había muerto en el manicomio de Arkham por cualquier razón existente.

Él sabía que la había perdido, que ya no tendría a su Sully de vuelta. Esa Blue que hubo conocido alguna vez se había ido, y no sabía qué clase de Blue la había reemplazado en su ausencia.

La extrañaba demasiado, mucho más de lo que creyó poder extrañar a una persona. Extrañaba bromear con ella, prestarle sus tareas para que se copiase antes de que la nombrasen y tuviese que entregarlas. Extrañaba compartir el almuerzo con ella y que en aquellos días lo llamase en medio de la noche para que le hiciese el inmenso favor de comprarle toallas sanitarias y se las llevase a su casa porque ya se le habían acabado. Extrañaba mostrarle la ropa que su madre siempre guardaba para ella y siempre escogiese prendas oscuras porque era lo que siempre le gustaba vestir.

Extrañaba tantas cosas de Blue Sullivan que ya ni siquiera sabía qué cosa extrañaba más de ella.

El único recuerdo más reciente que le quedaba de su mejor amiga, fue el último abrazo que le hubo dado antes de que se la llevasen al manicomio Arkham. Ella nunca le dejaba darle abrazos, no dejaba que la tocase a menos que le acariciase el cabello o le diese un empujoncito. Pero ahora estaba seguro de que ella necesitaría de sus abrazos más seguido en esos momentos.

Ahora, gracias a lo sucedido, todas las mañanas que iba de camino a la escuela compraba el periódico para mantenerse informado de todo lo que sucedía o por si llegaban a mencionarla nuevamente en algún artículo. Gracias a lo sucedido, se había aislado del mundo y no hablaba con nadie, a excepción de su madre cuando ya no tenía más opción que hacerlo a regañadientes. Se había encerrado en un círculo de soledad: no amigos, no fiestas, no vida social.

Se estaba comportando como la antigua Blue Sullivan que solía ser su mejor amiga, con la sola diferencia de que ambos se encontraban separados, y no sabían si volverían a verse otra vez.

Estaba obsesionado con ello, él lo sabía, todos lo sabían.

Pero no volvería a ser Mitchell Corden hasta que no volviese a ver a su mejor amiga de nuevo porque era ella, Blue Sullivan, quien lo complementaba muy a pesar de todos sus defectos.

Ella era su otra mitad, y se la habían arrebatado.


• • •


Como todas las noches en esos tres meses que habían transcurrido, Mitchell hubo cenado en silencio con su madre, hubo lavado los platos y hubo subido a su habitación para irse a dormir al haberse cerciorado de no tener tarea para el siguiente día escolar. Luego de haberse cambiado por su pijama, se acostó en su cama sin siquiera retirar las sábanas de su lugar. Se quedó mirando el techo fijamente durante tanto tiempo que perdió la noción de él. No era fácil dormir para él, no lo era desde que fue consciente de todas las atrocidades que podría estarle haciendo a su mejor amiga en esos momentos. No lo era desde que fue consciente que tal vez Blue ni siquiera dormía.

Y como todas las noches desde hace tres meses, escuchó a su madre repiquetear la puerta con sus nudillos y entrar a la habitación con cuidado, para ver si ya se había quedado dormido. Pero esa noche, a diferencia de las demás, no le dio un beso en la frente y le deseó que pudiese dormir bien aunque sea un par de horas. No. Ella se sentó a su lado en la cama y le frotó el pecho intentando reconfortarlo, como cuando era un niño y se quedaba triste en su habitación porque su pelota favorita se había perdido. La única diferencia era que, lo que había perdido esta vez era a una de las personas más importantes en su vida.

—Ya han pasado tres meses, cariño —dijo su madre en un arrullo mientras le acariciaba el cabello. Él cerró los ojos, deseando poder sentirse reconfortado, pero no podía. No había nada que pudiese reconfortarlo, él estaba roto—. Deberías comenzar a superarlo.

—Mamá, ella era como mi hermana —respondió el moreno con la súplica infiltrándose en su tono de voz—. No podré superarlo tan rápido.

La señora Corden suspiró.

—Sé que es un caso perdido que te diga esto, pero es una asesina —Mitchell la miró a los ojos—. Ya nada es igual.

—Ella no es una asesina —replicó, cual cachorro herido—. Mí Blue no es una asesina, ya deberías saberlo. La conoces desde que éramos unos niños ¿Cómo podrías pensar eso?

—Porque así es como pensamos las personas razonables, cariño —dijo ella en respuesta—. Sé que la amas, siempre lo has demostrado en toda mínima acción para con ella, pero todos necesitamos superar obstáculos en nuestras vidas. Ella es el tuyo.

Mitchel giró, quedando de medio lado, dándole la espalda a su madre y mirando hacia la ventana abierta de su habitación.

—Al igual que papá es el tuyo —dijo el moreno en voz baja.

Sabía que ese era un golpe bajo para con su madre, pero también sabía que ella era consciente de que se sentía demasiado susceptible en lo que respectaba a Blue. ¿Cómo podía decirle ella que superase lo ocurrido con su mejor amiga cuando ni siquiera había superado la muerte de su marido, hacía doce años atrás? Mitchell era así, su madre siempre lo supo. Él respondía con forme lo que escuchaba, y si él escuchaba que tenía que superar a su mejor amiga, pues él respondía que ella tenía que superar a su difunto esposo para poder hablar sobre superar obstáculos, según ella había dicho.

Escuchó a la señora Corden suspirar, para luego sentir un leve jaloncito en su cabello algo largo.

—Creo que en eso somos muy parecidos tú y yo: no podemos superar a las personas que amamos a pesar de que ya no estén con nosotros.

Ella le dio un beso en la cien y frotó su brazo, para luego salir de la habitación de su hijo, resignada al hecho de que no podría hacerlo cambiar de opinión y que tampoco podría convencerlo de superar las cosas.

Mitchell Corden estabamás roto de lo que cualquier otra persona podría estarlo.    

BLUE PHOENIX ↯ JUSTICE LEAGUE|✔Where stories live. Discover now