Secuestrada por un vampiro

Prólogo

Solo eran las seis de la mañana cuando una ráfaga de aire frío me despertó. Esa corriente de aire, mezclada con el sudor que emanaba de mi cuerpo, me produjo un intenso escalofrío que me hizo temblar. Esa noche había soñado que me perseguían y luego me mataban, lo típico.

El frío seguía colándose por cada partícula de mi cuerpo, así que decidí hacer el esfuerzo de levantarme y cerrar la ventana. Juraría que antes de dormirme la había cerrado.

Miré el otro lado de la habitación, donde se encontraba una segunda cama intacta. Casi siempre estaba así, ya que mi compañera de habitación se pasaba las noches en el cuarto de su novio.

Encendí la pequeña lámpara que se encontraba en medio de las dos camas, encima de un diminuto cajón.

Justo cuando mis manos tocaron el pestillo de la ventana, una sensación extraña me recorrió de la cabeza a los pies, me sentía observada.

Quizás solo fueran imaginaciones mías o la adrenalina que todavía recorría mi cuerpo a causa de la pesadilla, o que tenía tendencia a soñar despierta. Pero me pareció ver una oscura sombra observándome desde abajo, desde el exterior.

Fruncí el ceño. Puede que fuera algún adolescente deambulando por el lugar, seguramente borracho. Oí que esa noche iba a haber una fiesta en alguna de las hermandades.

Una vez cerrada la ventana, me dispuse ir a mi cama. Los párpados ya empezaban a pesarme de nuevo cuando oí un extraño ruido, parecido al crujir de las hojas. Me levanté sobresaltada, observando la penumbra de la habitación. El corazón comenzó a latirme con fuerza.

Sentí como la sangre me ardía, había una oscura sombra en la puerta.

-¿Qui-quién eres?.-pregunté en un susurro.

La sombra soltó una escalofriante risa y luego todo se volvió oscuro.

Aquí es donde todo comienza.

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