v e i n t i s i e t e

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Con el tiempo que todavía les quedaba, Paris ayudó a su hija a arreglar su cabello largo y lacio al usar parte de él en una trenza cocida que se unió en la parte de atrás y cayó luego por el resto de su cabello. Después se encargó del maquillaje, el cual constó en un poco de base y color en sus mejillas y un labial brilloso – no quería que sus ojos estuviesen repletos de productos ya que seguía siendo una niña. Sahara se puso sus bailarinas blancas y, en cuanto se dio un último vistazo al espejo, le indicó a su madre que estaba lista. Paris tuvo que colocarse los tacones negros de mala gana, se colgó el pequeño bolso de mano y se aferró al brazo de la joven para poder salir y bajar las escaleras.

- ¡Están bajando, están bajando! – oyeron a Tae Hyung gritando desde la cocina.

- ¡Aniyo! ¡Quédense allí! – se apresuró en decir Sahara.

- ¡¿Waeyo?!

- ¡Porque suenan entusiasmados! – concordó Paris - ¡Como unos cachorros!

En contra de su pedido, los tres muchachos se aparecieron por la puerta a las corridas y se quedaron estáticas al encontrarlas a mitad de la escalera. Sus ojos estaban abiertos como platos y sus bocas formaban una perfecta "o".

- Digan algo.

- ¿Dulce o truco? – soltó Jung Kook, y provocó que los demás rieran.

- Quizás nos veamos como unas niñas, pero todavía podemos golpearte, Jungkookie.

- ¿Y romper esas bonitas perlas, noona? Lo dudo.

Paris se quitó un zapato con un movimiento veloz y amenazó con arrojárselo al menor a la cabeza, pero el aludido se apresuró en desaparecer por la puerta de la cocina. Ne, eso pensé. Terminaron de bajar juntas por la escalera para ser recibidas por los abrazos de sus amigos y, una vez Paris le prometió a Jung Kook que no lo golpearía, los tres las acompañaron al coche. Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook estarían aprovechando esa noche para tener su casa para ellos solos siempre y cuando prometieran que, cuando ellas regresaran, los esperarían con pizza. Por muy buena que fuese la comida de ricos, sus padres tenían la capacidad de encontrar platos extranjeros con apariencia y olores extraños, por lo que no quería correr ningún riesgo de morir de hambre. Se despidieron saludando por la ventana cuando subieron al vehículo y Paris encendió el motor, aunque desconectó con disimulo la llave antes de que arrancara.

- ¿Escuchas eso? Es una señal – mintió con su mejor expresión de asombro -. Quizás signifique que-

- Devuelve la llave a su lugar, eomma.

- No debí mandarte a la escuela si ibas a ser tan inteligente...

Para su desgracia, el viaje en coche fue más corto de lo que había esperado y, en menos tiempo del esperado, ya se encontraban aparcando el coche en el estacionamiento de entrada de la casa que sus padres tenían en Daegu. ¿Volverían a mudarse a Seúl de nuevo o su padre planeaba viajar en avión todos los días para trabajar? Supieron que habían llegado temprano, como probablemente su familia había planeado, porque podían ver a la cantidad descomunal de camareros, cocineros y trabajadores que entraban y salían llevando comida, bebidas y flores mientras su madre les daba órdenes y direcciones. La mujer llevaba un vestido largo y ajustado, completamente negro, con un camino de piedras brillantes en el escote redondo que dejaba sus hombros al descubierto. Su cabello rubio estaba atado en una rosca que dejaba su rostro maquillado al descubierto, el cual había ocultado casi mágicamente sus muestras de vejez. Nadie creería que es abuela, admitió para sus adentros. Al igual que nadie cree que soy mamá. Después de darle un apretón a su hija, ambas bajaron del coche.

- Diablos, eomma, deja algunos sirvientes para el resto del vecindario – admitió, llamando la atención de la mujer.

- ¡Por fin están aquí! – exclamó en cuanto las vio - ¡Ven, Sahara, ven! ¡Mi estilista está esperándote arriba!

The one that got away [Yoon Gi - BTS]Where stories live. Discover now