c i n c o

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Eventualmente, los días que pasaron luego se volvieron una especie de rutina de manera inevitable, aunque una rutina agradable ya que tenía aquel condimento de sorpresa al estar viviendo bajo el mismo techo con cinco muchachos, en especial cuando tres de ellos eran Ji Min, Tae Hyung y Jung Kook. ¿Qué tipo de grupo de personas normal decidía una tarde que irían a pescar en jet skis o que arrojarían edredones en el jardín para acampar mirando las estrellas a pesar de saber que esa misma noche caería una tormenta y terminarían entrando corriendo de regreso a la casa antes de la medianoche? De no ser por la deliciosa comida que Seok Jin preparó para hacerlos entrar en calor, los cinco habrían terminado enfermos y en cama el resto su tiempo allí. Sin contar con los litros y litros de café que bebieron al ocurrírseles la maravillosa idea de quedarse mirando películas.

¿Qué habría dicho su madre al verla despertándose a las dos de la tarde? Definitivamente le contaré al respecto, se repetía en su mente al recordarlo. Cuando me independice de mis padres, me haya vuelto la Presidenta de Corea del Sur y tenga la seguridad del estado protegiéndome de ser apuñalada con una pluma de plata, se lo diré. Sin embargo, hasta entonces, mandarles fotografías diarias de todas sus actividades – dejando de lado a los atractivos y hormonales muchachos que la acompañaban – era suficiente para mantener a sus padres lejos de tomar un coche, buscarla y encerrarla en algún internado religioso el resto de sus años de juventud.

Por el otro lado, a pesar de que las fiestas, la cerveza y los adolescentes mitad desnudos harían a cualquier joven feliz, Paris seguía sin poder evitar el deseo de dar un vistazo en dirección a la casa vecina algunos metros a la derecha donde, ocasionalmente, cruzaba miradas con Yoon Gi, quien no volvió a insistir en salir en una cita pero siempre le sonreía como si fuese la mujer más hermosa del mundo. No tenía idea de cómo lo hacía, pero esa era la impresión que daba cada vez que sus ojos se conectaban. ¿Qué era lo que veía en ella, de todas maneras? Con las ardientes extranjeras de cabello rubio y cuerpos bronceados, ¿qué podía ofrecer una muchacha que fingía ser alérgica al sol para poder salir con su sudadera y sus zapatillas a la playa? Alguien como él podría encontrar algo mejor.

¿Qué es lo que planea? Se preguntó a sí misma esa mañana, al igual que cada mañana después de una semana y media desde su encuentro en el muelle. Apenas le quedaban algunas semanas más antes de regresar y trataba de no pensar en ello cuando estaba pasando un buen rato con sus amigos, pero comenzaba a arrepentirse de haber rechazado la invitación de Yoon Gi. ¿Y si no volvía a verlo de nuevo después de ese verano? Era lo más seguro. No tenía el acento de Seúl, por lo que no eran de la misma ciudad, probablemente ni siquiera del mismo distrito. Todo acabará en cuatro semanas, admitió mientras terminaba de atar su cabello en una coleta y salía de la habitación usando un vestido celeste hawaiano con flores rosadas. El cielo se veía nublado y, debido a la tormenta, la humedad era insoportable, así que su plan del día era dar un paseo por la ciudad, donde habían escuchado que se llevaría a cabo un pequeño festival y aprovecharían para comprar helado para pasar el calor.

Encontró a los muchachos en la cocina, sentados alrededor de la mesa con tazas de té o café. La comida se les había acabado por lo que no tenían muchas opciones para desayunar, otra razón por la que debían ir a la ciudad. No obstante, Paris buscó por los gabinetes por algunos minutos al mismo tiempo que los demás la observaban somnolientos desde sus asientos.

- Lotería – exclamó de pie sobre la alacena para alcanzar un estante alto -. ¿Quién quiere ramen instantáneo? - Todos alzaron la vista al escucharla con los ojos brillantes de expectativa, lo cual la asustó. Fingió un escalofrío. – No saltarán sobre mí, ¿verdad?

- ¿Hay kimchi? – quiso saber Tae Hyung, poniéndose de pie para ayudarla a bajar.

- En algún sitio en el país de Corea del Sur, ne, hay kimchi – respondió una vez que sus pies estuvieron de nuevo en el suelo y caminaba para llenar una olla con agua.

The one that got away [Yoon Gi - BTS]Where stories live. Discover now