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Sentada en una de las mesas del comedor por sí sola mientras disfrutaba de su almuerzo de cafetería que consistía en arroz y curry, Paris se terminó de colocar sus dos auriculares con la música ya sonando en ellos y se distrajo haciendo los deberes de Álgebra para su próxima clase. Como era usual, la noche anterior se había olvidado por completo de hacerla debido a que había tenido un día demasiado atareado y cansador riendo a carcajadas por los videos de animales que Jung Kook le mandaba. ¿Cómo podía concentrarse en ecuaciones logarítmicas cuando tenía a un cerdo tocando el piano en la pantalla de su computadora? Si continuaba acomodando de esa manera sus prioridades, probablemente reprobaría por completo su onceavo grado de secundaria, arruinaría sus posibilidades de entrar en una universidad decente y terminaría trabajando con su amigo en alguna tienda de comida rápida que les daría lo suficiente para vivir en un pequeño departamento de una habitación mientras cuidaban de Ji Min y Tae Hyung, quienes seguirían tratando de encontrar un empleo como saxofonista o bailarín profesional. Lo sabía, exageraba, pero con amigos como los suyos, no podía estar segura. Al menos Jungkook-ah tiene un sueño de respaldo, admitió Paris para sus adentros. El menor de sus amigos pensaba con volverse dueño de un restaurante de carne llamado "Gochyeo Gochi" si sus planes no funcionaban. Hasta le había dicho que podría ser la segunda al mando si ella arruinaba su futuro como médica. Detestaba tener su vida planeada, pero ese detalle de su futuro era la excepción.

Además, no podía quejarse de sus amigos ya que eran los únicos que tenía que todavía soportaran su extraña y sarcástica personalidad que muchos detestaban, razón por la cual se encontraba sentada por su cuenta en el comedor. Se había tratado de una sorpresa el toparse con ellos el primer año de secundaria en la tienda de conveniencia después de haber tenido un día terrible al reprobar su examen de Química y estar recurriendo al consuelo de comida chatarra para sentirse mejor. Apenas estaba comenzando sus compras por el pasillo de las golosinas cuando chocó con Jung Kook, quien vestía su mismo uniforme escolar. Pasaron por una rápida fase de disculpas después de reconocerse como compañeros de distintas clases hasta que Ji Min y Tae Hyung se aparecieron trayendo consigo varios videojuegos, gritando a su amigo para que se decidiera en cuál comprar. Paris creyó que sería la oportunidad perfecta para alejarse disimuladamente cuando reparó en que uno de los que llevaban era la nueva versión de Dark Souls que ella llevaba buscando por los últimos meses desde que supo de su lanzamiento. ¿Cómo es que esos niños habían podido encontrarla antes que ella a pesar de que estuvo casi al borde de la muerte para buscarlo? Si al borde de la muerte significaba que sus padres la hallasen paseando por páginas de venta en Internet a las cuatro de la mañana.

Debes conseguirlo, le dijo la parte codiciosa de su cerebro. Por lo que, escondiéndose detrás de una máquina de bebidas, esperó el momento de distracción en el que Tae Hyung dejó los juegos sobre un estante, se acercó cuidadosamente para no ser descubierta y, una vez los tuvo en las manos, escapó corriendo en dirección a la puerta del local. Sin embargo, no contó con que su torpeza la traicionaría en el proceso y, cuando estuvo a menos de tres metros de la entrada, tropezó con sus propios pies y cayó sobre su cara. Allí la razón por la que detesto tomar clases de Gimnasia. Por fortuna, sólo se ganó un raspón en la rodilla y una nariz roja; no obstante, terminó por ser atrapada a tiempo por los muchachos. Llevada por la desesperación, les dio una rápida explicación, en su opinión muy convincente, de por qué necesitaba aquel videojuego en su vida, hasta que ellos aceptaron con dejárselo con la promesa de que les permitiría jugarlo. Así, en menos de diez minutos y con una humillante venda en el puente de su nariz, los cuatro terminaron ese viernes por la noche jugando en la consola, sentados en el sofá de Paris con potes de ramen instantáneo y comida chatarra esparcida por la mesa de centro y el suelo. Ni siquiera sus padres, que raramente la veían traer amigos a la casa, fueron capaces de reprochárselo. Supuso que estaban sólo orgullosos de que su hija no sufriese de algún trastorno de personalidad antisocial.

The one that got away [Yoon Gi - BTS]Where stories live. Discover now