19.- Quedarse

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Cada cosa, desde el momento en que Rin fue herido, había pasado demasiado rápido.

Haruka estaba a un lado del pelirrojo, luchando contra la hemorragia y tratando de mantenerle despierto. Con el radio que llevaba Matsuoka en el pantalón, había pedido ayuda inmediata y ahora debían esperar.
Pero Sousuke... Sousuke no podía apartar la mirada de Ikuya, tendido en el suelo, agonizando.

Quizá le iba a salir caro, pero en ése momento no se pudo contener. Sus pasos, irremediablemente, le llevaron hasta él.

-Si pudiera regresar un momento de mi vida, sería a ése - habló tan pronto como estuvo a un lado suyo, con voz suave como si estuviese a punto de llorar - El día en que todo eso pasó. Quizá no podría cambiar el hecho, pero... tal vez podría haber estado más para ti, ¿entiendes?-

Ikuya tosió; la sangre salió de su boca.
No le quedaban energías para responder a las palabras de Sousuke. No cuando la vida se le escurría entre los dedos.
Con lo último de sus sentidos, podía captar que estaba recostado en el regazo ajeno, y que una de sus manos estaba siendo sostenida por él. Pero era todo.
Su vista empezaba a nublarse... y sabía que no tenía mucho tiempo.
La sangre brotaba a borbotones, y las ambulancias se tardarían en llegar.

Y a decir verdad... no estaba seguro de querer ayuda.
Ya se sentía demasiado cansado.

Sus ojos se posaron en el rostro de Sousuke, y por suerte, a pesar de todo, logró distinguirlo.
Y lágrimas cayeron de ellos cuando se dio cuenta de que le sonreía a él, un asesino vil que no merecía perdón.

-Éramos... un buen equipo, ¿no? - preguntó apenas, sintiendo el dolor por cada palabra que pronunciaba.

Sousuke asintió.

-Sí. Ahora... descansa. Todo estará bien, te lo prometo -

Poco a poco, los ojos de Ikuya se cerraron, y así se quedaron.
Sousuke entendió que se había ido cuando la mano que sostenía perdió fuerza y calidez.

Se apartó del cuerpo de Ikuya, sólo cuando sus compañeros y los paramédicos llegaron, ayudando a Rin tan pronto como llegaron y revisando que no hubiera más heridos.

Por desgracia, el único que seguía debatiéndose entre la vida y la muerte era su mejor amigo.
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A pesar de que no había recibido ni una herida, a Sousuke le tocó la peor parte de todo eso.

Permanecer en el hospital mientras las dos personas que más le importaban eran atendidas, no era sencillo.

Tras el rescate y atenciones de Rin, la adrenalina en Haruka se acabó, haciendo que sintiera todos los estragos de esos días que estuvo sin comer, siendo torturado. El de ojos azules había sucumbido en la ambulancia donde llevaban a Rin, y ahora él también estaba en una camilla, recibiendo curaciones y cuidados constantes.

Rin, por otro lado, había tenido mucha suerte.

A pesar del disparo en la parte superior de su pecho, el que Haru hubiera detenido la hemorragia y la rápida acción de los doctores le habían salvado la vida. Además, el impacto había sido amortiguado por el equipo que llevaba encima. Y es que, habían descubierto que el proyectil aquel no era normal, sino que estaba especialmente diseñado para atravesar la protección del chaleco antibalas que Rin y todos los policías llevaban. Esa había sido la razón por la que resultó herido, por la que resultó fácil de entender -en parte- por qué se había atravesado para salvarle la vida a su compañero sin dudar ni un poco.

Sin embargo, Sousuke sospechaba, dentro de su ser, que aquel acto heroico no había sido para salvarle a él precisamente. No del todo. Había sido para salvar a Haruka, para ahorrarle el dolor de verlo herido a él.
No es que se considerara tan importante en la vida de Nanase, pero... Rin era así. Protegía a quien amaba de modos extraños y sin pensar en las consecuencias.

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