18.- Bala

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Las gotas deslizándose perezosamente por el cristal de la ventana les anunciaron que la lluvia, finalmente, había cesado.

Rin ajustó las correas de su uniforme y revisó, por segunda ocasión, que cada bolsa conteniera lo que él deseaba.
Sousuke, por otro lado, comprobó nuevamente que todas las armas y cartuchos estuvieran cargados.

El tiempo había llegado.

Necesitaban ir por Haruka en ése momento, no podían seguir perdiendo los minutos que no tenían.
La mirada rojiza se cruzó con la turquesa, ambas llenas de decisión, y sólo eso bastó para que la promesa estuviera hecha: no iban a regresar sin Haruka.

—Momo, nos vamos —anunció Rin, mirando al muchacho con seriedad —Vigila a Nagisa, ¿si? No podemos permitir que escape —

Momotarou asintió, comprendiendo lo importante de ése encargo.
Nagisa se encontraba en su habitación, encerrado después de que Sousuke lo soltara, y no pensaba salir de ahí para nada.

Por desgracia, ahora mismo no era prudente llevarlo a la estación, puesto que iban a tener que realizar todo el papeleo correspondiente necesario para procesarlo por su crimen, y Rin no podía ni quería lidiar con eso ahora. La prioridad era rescatar a Haru de una vez por todas.

Así pues, ambos salieron de la casa con pasos rápidos.
Las botas negras crearon un sonido curioso, chapoteando los pequeños charcos que se habían formado en su camino hacia la patrulla, donde el sonido de la voz de Amakata proveniente del radio, llamándoles, los alertó.

—Aquí Matsuoka Rin, ¿qué pasa? —

—Yamazaki está contigo, ¿no? —

Rin miró a Sousuke de reojo, quien le devolvió la mirada algo confundido.

—Ah, sí. ¿Lo necesitan para algo? —

—El jefe quiere que ambos se presenten en la estación. Hay... algo que necesita su atención aquí —

—... Está bien — y dejó el radio en su lugar, soltando un suspiro molesto y frustrado para no empezar a soltar groserías.

Sousuke cerró los ojos, pensando en lo que ese llamado significaba para ambos.

—¿Tenemos que ir? — preguntó, volteando hacia Rin, que permanecía tenso con las manos en el volante.

—Sasabe le pidió que nos llamara, y ya le dije que estamos juntos. ¿Qué excusa podríamos poner para justificar nuestra ausencia? Además, no sabemos qué es lo que "requiere de nuestra atención" —

Sousuke suspiró.
Rin tenía razón, aunque le pesara, aunque no entendiera por qué parecía que cada vez que estaban a punto de ir por Haruka, algo se interponía. Y le desesperaba.
Chasqueó los dientes, y se cruzó de brazos.

—Bien — suspiró resignado —Vamos, pero no podemos quedarnos durante mucho —le miró —Hoy iremos por Haruka, ¿de acuerdo? —

Rin asintió.
Así, pues, encendió la patrulla y emprendió el camino hacia la estación.

Y las cosas se pusieron más complicadas cuando llegaron.

Sasabe los estaba esperando, y los interceptó en el momento en que entraron, hablando demasiado a prisa y con claro nerviosismo, tanto, que Rin tuvo que detenerlo al sostenerle de un brazo.

—Señor, no entiendo nada de lo que dice — frunció el entrecejo —¿Para qué nos llamó? —

Rin sólo necesitaba un motivo lo suficientemente convincente como para poder marcharse sin dar explicaciones, pero resultó difícil siquiera pensar en eso... especialmente cuando el rostro de Goro denotó tensión, preocupación.

Un Millón De RazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora