13.- Haruka

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Rin suspiró pesadamente, y cerró la puerta de la oficina de Goro Sasabe tras de sí al salir.

Una mañana de viernes no se suponía que empezara así.
El día de ayer había sido pesado y difícil. Aunque fue capaz de hablar un poco con Haru, también pudo notar su malhumor y esa extraña mirada decepcionada. Sin embargo, y como él lo esperaba, el de ojos azules no le dijo exactamente qué lo tenía así, y él no quiso detenerlo cuando escapó de la estación.

Y luego, como normalmente le sucedía, terminó enterándose de las cosas que le importaban por otras personas. Así fue como supo que habían suspendido a NanaZaki y que estaban fuera del caso que tanto tiempo tenían investigando, que aparentemente eso había sido culpa de Sousuke o algo así.
Ah, y que resultaba ser precisamente él quien ahora estaría a cargo de eso.

Eso último, por supuesto, lo acababa de descubrir apenas unos minutos antes, cuando ni bien llegó a la estación, Goro lo arrastró a su oficina y le pidió que le diera solución al desastre que Haruka y Sousuke habían dejado.

Y ahora, con mil hojas llenas de informes sobre entrevistas, personas e incidentes en las manos, iba caminando en calma hacia el escritorio que solía usar Haruka y que, por suerte, él le prestaba de vez en cuando.
Dejó la papelería en la mesa y, de pie, le dio un vistazo, y sólo eso fue suficiente para que la energía se le cayera al suelo.

¿Cómo se suponía que iba a revisar eso? Según sabía, Haruka era el que más pistas manejaba, por lo que seguramente (y conociéndolo) esas hojas eran un laberinto que sólo él podría resolver, uno cuyas piezas podían ser embonadas sólo por él.
Rin sospechaba que así sería, porque de verse en esa situación, seguramente haría lo mismo para que cualquier policía desafortunado a quien le tocara encargarse del caso, sufriera.

Soltó otro suspiro.

Sólo esperaba que ése compañero que Sasabe tenía días anunciándole, no fuera Momo. No le gustaba la idea de involucrarlo en algo así, menos después de la muerte de su hermano.







Haruka dejó de mezclar el azúcar en su café, sólo cuando decidió que era más sencillo mirar a Sousuke a la cara.

A pesar de lo molesto que estaba con ése hombre, ahora mismo lo acompañaba afuera de ésa pequeña cafetería, apoyados los dos en la motocicleta personal de Yamazaki. Se suponía que sólo estaban disfrutando de un café y de un silencio sepulcral, que combinaba bastante bien con sus expresiones y el mal clima que se anunciaba en la televisión, pero a decir verdad cada uno estaba pensando en la misma cosa.

Rin Matsuoka se encargaría de terminar su trabajo, de encontrar al culpable, de ordenar las pruebas y llevarlo ante la justicia.

Rin, de todas las personas en la estación.
Y ambos habían reaccionado diferente cuando lo escucharon de un molesto Goro.

Haruka se sentía entre aliviado y celoso. Pero confiaba en Rin, sabía que no lo iba a arruinar. Incluso, empezaba a arrepentirse de haber dejado todos los papeles revueltos para complicarle un poco más el trabajo. Aunque bueno, no podían culparlo. Él no sabía quién se iba a encargar del caso cuando decidió hacer eso.

Sousuke, por otro lado, estaba terriblemente molesto.
El hecho de haber sido suspendido no le dolía tanto como el saber que Rin tomaría su trabajo. Rin. El mismo que también había estado en el tiroteo, el mismo que los ayudó a inventar la estúpida coartada para los tres.
No era justo, porque por esas mismas razones los habían suspendido a ellos dos.
Así que sí, estaba molesto. Y mucho.

—Le diré a Sasabe — dijo de pronto, llamando la atención de Haruka —Seguramente va a darle el mismo castigo —

Haru frunció el entrecejo.

Un Millón De RazonesWhere stories live. Discover now