15.- Frío

302 48 46
                                    

Haruka despertó, de golpe y con un grito de puro dolor.

El agua helada había sido arrojada contra él desde un bote, cayendo directamente en su espalda descubierta y sintiéndose como miles de cuchillos cortando su piel.
Un temblor agresivo y errático se adueñó de su cuerpo, sin que pudiera controlarlo. Sus manos estaban atadas en lo alto, dejándole desprotegido al estar de pie sobre aquel piso descuidado, y ahora húmedo, de concreto.
Trató de mirar a su alrededor, pero todo estaba tan oscuro que apenas y podía distinguir algo.
De hecho, no era capaz de recordar todo con claridad.

El último recuerdo en su cabeza era que, después de obedecer a Ikuya al ingresar a la camioneta indicada, avanzaron por una larga carretera que él no era capaz de identificar debido a los vidrios polarizados del vehículo. Se mantuvo en silencio durante el recorrido, no queriendo tentar su suerte, pero eso no impidió que Ikuya le diera un buen golpe en la cabeza con la culata de su arma, dejándole inconsciente segundos después de que detuvo la camioneta en quién sabe dónde.

Y ahora... despertaba gracias a ése chapuzón de agua helada para encontrarse a sí mismo de ése modo, sin recordar cómo había llegado ahí. Y sin nada que cubriera la parte superior de su cuerpo. A punto de sufrir una hipotermia gracias al tremendo frío que hacía en ése lugar.

Y entonces lo escuchó.

—Te necesito despierto — la voz de Ikuya venía detrás de él, con un tono neutral que ponía más nervioso a Haru que si se tratara de uno molesto o burlón, porque no tenía idea de qué estaba pensando.

Los pasos, lentos pero constantes, resonaban por todo el lugar. Haruka ahora sabía que, donde fuera que estuviera, se trataba de un lugar amplio.

Joder... tenía tanto frío...
Sus dientes chocaban entre sí con dolor, y luchaba para calmarse pero era prácticamente imposible.
Sin embargo, se forzó a sí mismo para pensar en algo, para no perder la cordura ahí y empezar a suplicar por algo para cubrirse. Sabía que Ikuya no iba a escuchar nada de eso.

—Fuiste... Fuiste tú, ¿no? — preguntó, entre escalofríos y temblores —Tú... hiciste todo... —

Ikuya le miró en cuanto estuvo frente a él. Su rostro no denotaba ninguna emoción.

—Sí — respondió con simpleza, encogiéndose de hombros, como si fuera poca cosa confesar tantos crímenes —Yo secuestré a esos policías, y también traté de matarlos a ustedes —

Haru jadeó, apretando los dientes con fuerza para que dejaran de hacer ruido.

Necesitaba saber una cosa.

—¿Por qué? —

Ikuya sonrió, con una nota irónica que incomodaba a Haruka. Le sentía... distante, sin emociones.

Al menos, no con otra que no fuera la rabia.

—¿Por qué? — Ikuya repitió la pregunta, paseándose por el lugar jugueteando con una pequeña navaja —Pero si ya sabes la mitad de mi historia, Haru. ¿No se te ocurre alguna razón para ello? —

Nanase hizo un esfuerzo, enorme, para recordar las cosas que había encontrado en los informes que Rei le había dado.

Según recordaba, el fallecimiento de su hermano mayor, Natsuya, fue lo que trajo el declive en su carrera como policía, y lo que causó la pelea entre Sousuke y él, donde habían estado involucrados Rin, Seijirou y Kei.

Al entenderlo, Haru frunció el entrecejo.

—Has arruinado la vida de tantas personas... ¿todo por ése accidente? —

Sus palabras le ganaron un fuerte golpe en la boca, cortesía de la manopla que no había notado en la mano derecha de Ikuya.
Eso, sin embargo, sólo ayudó a que confirmara sus sospechas.
Definitivamente... Ikuya Kirishima era demasiado vengativo.

Un Millón De RazonesWhere stories live. Discover now