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- ¡Profe~!.- grita de la emoción Byul al abrir la puerta de su casa.- Entra, entra, entra.- dice tirándome de la mano, mientras cierra la puerta fuertemente.- ¡Papá, vino el profesor!.
- Ya te he oído Byul, no grites.- la regaña ingresando a la sala dónde estábamos.- Hola, perdón por el desorden.- saluda disculpándose por el río de juguetes sobre el salón principal.
- No te preocupes, es entendible. Mira Byul, te he traído algo.- expreso mostrando una linda bolsa de color rosa.
- ¿Qué es?, ¿Qué es?, dame, dame, dame.
- ¡ByulMin, sé más educada!. Primero hay que decir gracias.- le explica obligándola a inclinarse en 90 grados.
- Muchas gracias.- agradece aceptando con sus dos manitos el regalo.
- De nada, Princesa. Espero que te guste.
- ¡Wow!, Papá, Papá. ¡Es un vestido de princesa!.- dice emocionada girando sobre sus pies con el vestido.
- Es realidad... es un vestido de patinaje artístico. Se usa para patinar.- le explico encantado por su sonrisa.
- ¿En serio?, Waaa, soy una patinadora~.- dice saltando por todos lados con su nuevo vestido.
- Lo siento, está demasiado emocionada.- dice mirando a su incontrolable y entusiasmada hija.- Byul, vamos a comer. Luego seguís jugando.
- Si~ Ven profesor, tienes que sentarte a mi lado.- exige volviendo a arrastrarme hasta la cocina, donde hay una mediana mesa color blanco a juego con las sillas de madera blancas, aún costado del lugar.- Yo me siento aquí y tú aquí, y papá aquí.
- ¿Cada uno a tu lado?.- pregunto tomándo asiento junto con Taekwoon quien empieza a servir los platos.
- Si~. ¡Ahora tendrás más fuerza porqué comerás comida rica!.
- Wow, todo se ve delicioso. ¿Tú cocinaste?.
- Si, aprendí a cocinar cuando llegó está glotona a mi vida.- dice haciéndole cosquillas en la panza a su hija.
- El Japchae está delicioso.- halago al probar el primer bocado.
- Profesor, ¡Ahora serás más fuerte!.- exclama llenándose la boca de fideos.
- Creo que tenías razón.- digo haciendo morisquetas, mientras limpio las comisuras de su pequeña boquita.
- Byul, digerí bien la comida.- vuelve a regañarle, mientras me alcanza unas servilletas para que me limpie tras haber limpiado la boca de su hija.- Lo siento.
- No te preocupes, no me da asco. Es muy graciosa intentando mostrarme cómo come.
- Normalmente es más tranquila, ¡Y limpia!.- exclama haciéndola reír.
- Está emocionada. Pero... realmente la comida está increíble, en serio.
