Capítulo 35: La vuelta de Gina

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LISA

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LISA

Estaba tan nerviosa que la noche no me sirvió para pegar un ojo. Entre la llegada de Gina, el grupo de Colin y el tema de Matt entre otras cosas me había servido para mantener la cabeza demasiado ocupada para mi gusto. La necesidad de perderme un tiempo en una playa de vacaciones se hacía cada vez más necesaria y me lo comenzaba a plantear para comentárselo a Carter, aunque bien sabía que el tema de las vacaciones lo llevaba Gabriel.

Ese tipo pedía la excelencia por encima de cualquier problema personal o petición de carácter lúdico. A veces pensaba que Gabriel era como un androide venido del futuro con el fin de sepultarnos a expedientes y así que todos hables de su facultad para juzgar a unos trabajadores cualificados que dan prestigio a la empresa. A mi parecer, Gabriel no era de fiar y con la relación que tenía con Cassidy y viendo como cayó frente a los encantos de Jenny, era evidente que era un hombre flojo que se dejaba guiar por sus instintos.

Hoy era viernes y aunque tenía que trabajar, Carter me permitía irme antes de tiempo ya que sabía que iba a volver Colin de su gira y sabía de la fiesta de bienvenida que iba a dar. Aunque Ryan fuera mi jefe, no me faltó oportunidad para invitarlo a la fiesta, pero, como siempre, él me daba evasivas debido a su siempre apretada agenda.

Tenía la ocasión de poder pasarme por la cafetería de mi madre para poder invitar a Sebastián a la fiesta. La noche anterior habíamos estado tan ocupados hablando de cosas de poca importancia y atiborrándonos a chucherías delante de la televisión viendo películas de comedia y riéndonos hasta sentir dolor en nuestros estómagos. Sin quererlo ni pretenderlo, me estaba enamorando de verdad, pero, lejos de sentir felicidad y tranquilidad, me sentía más perdida que nunca.

Él era alguien importante para mí, un gran amigo en el que confiar, pero...pero temía perderlo si él no sentía lo mismo que yo. Y aunque compartía la forma de pensar de mi madre, "El que no arriesga no gana y no se come el helado", tenía un miedo atroz.

Estaba en mi puesto de trabajo atendiendo las llamadas como de costumbre cuando Jenny pasó por delante de mi mostrador con la que era la amante de Ryan. Era evidente que aquella mujer se sentía en su mundo, como si estuviera casada con Carter, pero era de idiotas no darse cuenta que nuestro CEO no tenía ojos precisamente para ella sino para la enigmática señorita Waters.

Me alegraba que Carter eligiera a una mujer lejos de la pasarela y los mundos superficiales donde lo único que importaba era la apariencia; era evidente que Selina vestía acorde a como ella se sentía cómoda.

El negro era su color predilecto y su aspecto un tanto tétrico, pero con un toque elegante y distinguido me parecía realmente original y le sentaba como un guante. Yo la admiraba profundamente y el ver como se desenvolvía frente a las víboras superficiales como Jenny o Priscilla demostraba la clase de mujer que era.

Era la adecuada para un hombre acostumbrado a que le dejaran hacer lo que él deseara. Ella era un reto para él y eso lo estaba volviendo loco como demostraba cuando iba tras ella por todo el edificio o le dejaba mensajes en el móvil cuando ella estaba en el Open Space conmigo y con Matt.

Ya era la hora de marcharse, por lo que recogí mis cosas y me puse rumbo a la cafetería. Eran las tres de la tarde, por lo que aprovecharía para comer algo allí y de paso comentarle lo de la fiesta a Sebastián. Quizás en un ambiente como ése era el momento adecuado para comenzar a coquetear un poco y comenzar a acercarnos. Necesitábamos quitarnos las inhibiciones y dejarnos llevar por lo que sentíamos: desde luego una buena elección musical y un contoneo de caderas en medio de la pista podría convencerlo para que demos un paso más allá.

Mientras que caminaba por la acera transitada, me retorcía las manos como una niña cuando iba a confesarle a su madre que había roto el jarrón del salón. El sentimiento de miedo hacía calentar mi piel y crisparla como un gato aterrado; era el momento de atacar y comenzar a sacar la cabeza de debajo de la tierra.

El modo avestruz tenía que apagarlo.

Al llegar a la cafetería, Sebastián estaba atendiendo unas mesas y mi mirada se quedó clavada en su rostro amable. Su sonrisa, que era el regalo más hermoso que le hacía a cada cliente que entraba por la puerta, era un espectáculo que no me cansaba de ver.

"Merecía la pena desayunar cada día si ese hombre me sonreía así"

"Mucho mejor, si ese hombre se levantara de mi cama y me hiciera el desayuno"

"Y sería perfecto si estuviera recién duchado con esos vaqueros que se ceñían con indecencia a sus caderas, sin camiseta y haciéndome unos deliciosos gofres"

Pero como soñar era gratis y no había riesgo, me permitía montarme mis películas maravillosas que parecían sacar de la mente de una escritora de novelas eróticas. Pero admitía que ese tipo de ensoñaciones me ayudaban a hablar con Sebastián y a pasar las noches de forma menos horrible.


Tras atender a la mesa, se giró en mi dirección al oír la campanita de la puerta principal. Su rostro se volvió mucho más amable y relajado; esa sonrisa que me regalaba era diferente a la que le regalaba al resto. Era solo para mí y eso me hacía sentir especial y con esperanza de que él sintiera lo mismo que yo.

Él me llevó a una mesa y desapareció antes de que si quiera pudiera saludarle. Tras varios minutos, Sebastián apareció con un plato de espaguetis boloñesa que mi madre hacía y que tanto me encantaban.

¿No es perfecto y encantador? ¿Quién no querría tener a alguien así en su vida?

Entonces, él se sentó enfrente de mí y colocó el plato humeante justo delante. Le sonreí agradecida y no esperé a empezar a comer.

Respiré hondo y le escuchaba hablar mientras que elegía las palabras adecuadas y que no pareciera que le estaba echando los trastos de forma descarada.

Lo mejor era mostrar confianza y quitarle importancia:

-Bueno Sebastián, quería preguntarte si te apetecería venir a una fiesta que doy esta noche en mi casa. No sé si te acordarás de Gina, tu casera, pues viene de nuevo a Nueva York tras haberse ido con su hermano y su grupo de música de gira. Ella es una gran amiga mía de la infancia al igual que su hermano así que sería importante que vinieras.

Sebastián quedó con una cara de sorpresa que no me esperaba y yo quería que el asiento me tragara hasta llevarme al infierno, pero entonces él sonrió y me contestó:

-Por supuesto que estaré allí; hace tiempo que no voy a una fiesta y sé que si la organizas tú merecerá la pena.

Quería hacer el baile de la victoria, un baile que inventé hace muchos años y que lo empleaba cuando tenía las mejores noticias del mundo, pero iba a hacer un ridículo tan espantoso que temía que la gente se largara de allí y mi madre perdiera clientela por mi culpa.


Esperé a que Sebastián terminara su turno para ir juntos a casa. Estaba tan feliz porque él volviera y sobretodo, estaba ansiosa por ponerme si conjunto nuevo y ver su reacción.

El plan "Conquista ese culito de melocotón" estaba en marcha.


Sólo quedan 15 capítulos para que acabe la primera parte de esta ruta y,¡Estoy ansiosa por que sepaís el final de esta historia!

Me encantaría que me dijerais en comentarios vuestras impresiones acerca de como se está desarrollando la novela, como por ejemplo qué os parecen los personajes, cual de ellos es vuestro favorito, cual de ellos lo odiáis con fuerza y en definitiva, si os está gustando.Vuestros comentarios con muy importantes para mí, muchas gracias por leer(L).

AHHH UNA ÚLTIMA COSA QUE SE ME OLVIDAA...

¿Qué historia queréis que tenga una maratón los próximos días?, la más votada será la elegida para que, durante 4 días, suba dos capítulos por día, así que,¡A VOTAR!


Primadonna (Is It Love?Ryan?)#awardseditorialwattpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora