13. Palabras calientes en un cuerpo frío

359 42 12
                                    


SELINA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SELINA

Cuando abrí la puerta no me esperaba ver a un Sebastián con la mirada furiosa y actitud agresiva. Me molestaba que su lado protector y celoso se hubiera activado de tal forma que me había tomado un vuelo para venir a buscarme.

Tras empujarme con fuerza y casi tirarme al suelo, tomó mi toalla y la arrancó de mi cuerpo. Aún varias gotas de agua se deslizaban por mi cuerpo desnudo, haciendo que los ojos dorados de Sebastián brillaran con más intensidad. Estaba claro para qué había venido, deseaba empalarme viva hasta gritar su nombre, arañar su torso mientras que mis piernas se enroscan con fuerza alrededor de sus caderas. Sentir nuestras humedades combinadas, explotar juntos mientras que el deseo nos fuera consumiendo cada segundo.

No estaba atada a nadie por lo que, si se me presentaba la ocasión, no decía que no a una buena sesión de sexo. Al conocerme tantos años, Sebastián era realmente bueno en el tema ya que conocía cada parte de mi cuerpo como si él levara un mapa de mis puntos más erógenos. No había lugar donde él me tocara que no me estremeciera; era el amante que más había estado conmigo, por esa razón, el sexo era más especial y duraba más que con otros.

Antes de si quiera ir hasta mí, se desnudó completamente ante mi mirada atenta y lujuriosa. Él me tomó del brazo, arrastrándome con él hasta la isla de la cocina, inclinándome y dejándome de espaldas a él. Sus caderas se acoplaron a las mías sintiendo su enorme erección en mi trasero, aprovechándome del momento y contoneándome con una sonrisa pícara.

Él me tomó del cabello, tirando hacia atrás como si pretendiera castigarme. Yo me reía con impaciencia, sintiendo como Sebastián iba calentándose poco a poco contra mi piel:

-Eres una puta Selina, quieres ser la puta de Carter, ¿Verdad? ¿Quieres follártelo aunque él no sea mejor que yo, verdad?

Sin dejarme contestar, me penetró con fuerza mientras que mi torso estaba sobre la encimera de la cocina. Las manos de Sebastián agarraban con fuerza mi trasero mientras que a veces me daba grandes palmadas en ellos. No paraba de gritar de placer; aquello era glorioso y placentero; nunca me decepcionaba.

El cuerpo de Sebastián se posó sobre mi espalda, poniendo su boca contra mi oreja, susurrándome lascivo con molestia:

-Nadie va a follarte como yo,Selina; abandona la búsqueda del hombre perfecto, de los hombres poderosos que no saben cómo manejar su propio pito, que se creen los mejores en la cama cuando no saben dar realmente placer a una mujer. Abandona todo esto Selina; no lo necesitas, me tienes a mí a tu merced y tú lo sabes; sabes que te pertenezco y que estoy para servirte. Sabes que no tendrás a nadie como yo, que bese el suelo que pisas como yo lo hago.

Comencé a gruñir de rabia; estaba estropeándolo todo y no tenía derecho de hacer eso.

-¡Cállate Sebastián y termina lo que viniste a hacer!-Dije intentando darme la vuelta mientras que Sebastián me aplastaba más contra la superficie de mármol.

Sin dirigirme la palabra, me dio la vuelta y me sentó sobre la encimera de la cocina, abriéndome las piernas y sumergiendo su boca contra mi humeante vagina. Mis manos viajaron a su oscuro cabello, tirando de él con fuerza mientras que jadeaba y los orgasmos comenzaban a asaltarme sin piedad.

Comenzó a acariciarme mientras que su rostro me miraba impasible, con una mezcla de ira y de pasión, de locura. Yo no podía darle más de lo que le estaba dando en estos momentos y eso le estaba haciendo daño.

Su cuerpo se puso entre mis piernas mientras que su boca lamía mi cuello y sus manos seguían acariciándome. Mis manos sujetaban sus hombros con fuerza mientras que mis caderas seguían un movimiento ondulado contra sus manos.

-¿Sabes por qué me conozco cada parte de ti?, porque año tras año he intentado complacerte día a día para que vieras lo importante que eras para mí. Nunca te lo dije pero yo era virgen cuando me acosté contigo por primera vez y desde entonces no he estado con otra que no seas tú. No puedo, me es imposible. Aunque sé que no soy para ti, aunque sé que no puedo enamorarme de ti, no mando sobre el corazón Selina; yo te quiero, te quiero con toda el alma.

Le empujé como si aquellas palabras me quemasen. Quería que se fuera; que me dejara en paz en mi mundo frívolo donde nada importaba. No quería hablar de sentimientos porque había comprobado de primera mano que de nada servían.

-¡Vete de aquí, no quiero verte más! ¡Quiero que cuando llegue a la mansión tú hayas desaparecido!

Corrí hacia mi toalla para taparme, pero Sebastián me alcanzó tomándome de la muñeca y girándome contra él. Su torso y el mío estaban el uno sobre el otro, enroscando sus manos en mi cintura.

-Selina por favor, date una oportunidad; no tienes la culpa de lo que le pasó a tu madre. Tu madre eligió mal a la persona con la que estar pero tú no eres ella.

-¡ELLA NO ME QUERÍA, SOLO QUERÍA ESTAR CON ÉL!¡MIS PADRES NUNCA ME QUISIERON!, lo único que considero verdadero aunque sea efímero es el placer, porque no tengo que soportar que alguien me deje o me diga que no me quiere; porque no hay nada, ¡Nada!

-¿Crees que después de lo que he hecho por ti, después de los años que estoy viviendo contigo, de todos tus desplantes, mierdas y problemas, voy a traicionarte con otra? ¡TE ACABO DE CONFESAR QUE SOLO ME HE ACOSTADO CONTIGO EN TODA MI PUTA VIDA!

-¡Eso no se puede verificar Sebastián, puedes estar mintiéndome!

-¡Me he tragado muchos problemas en la manada por no sentar la cabeza con alguien!, pero aún así, no me separé de ti, jamás.

-No me culpes de aquello que tú mismo elegiste, Sebastián. Hazme un favor y vuelve con los tuyos, si tanto me quieres pon tu vida en orden y busca a una mujer que te quiera. Por desgracia, en mi vida no hay hueco para el amor; nadie me ha enseñado eso y no puedo sentirlo por mucho que yo quiera.

-El amor se siente porque viene solo,Selina; el problema es que estás cerrada pero si te liberaras de tus prejuicios, tú también te enamorarías.

-Créeme es mejor que no me enamore jamás, porque el que me quiera va a sufrir sin remedio.

Sebastián tomó su ropa y comenzó a vestirse en silencio sin mirarme un solo instante. Estaba claro que aquella vez quizá fuera la última vez que lo fuera a ver y me sentía triste porque su amistad era la única que tenía. Sentía un cierto cariño por la cantidad de tiempo que estuvimos viviendo juntos y eso era innegable pero, por esa razón y por el poco corazón que tengo, lo mejor era que volviera con los suyos y montara la familia que él deseaba. Yo era la dueña de la oscuridad y así lo sería para siempre.

Y con un portazo, Sebastián se marchó.

Y con un portazo, Sebastián se marchó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Primadonna (Is It Love?Ryan?)#awardseditorialwattpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora