Ser una vampira milenaria hija de un Original te abre muchas puertas y ventanas.Siempre he sentido debilidad por los chicos guapos y poderosos, en especial hombres de éxito y dinero. El poder es mi droga y el amor mi veneno; jamás te enamores de mí...
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Llegué puntual a Nueva York con el sol brillando indicando que éste iba a ser un gran día (cosa que no me cabía duda).
Agradecía estar sola ya que estaba realmente nerviosa y no deseaba silencios incómodos; me gustaba estar yo misma y mis pensamientos.
Me encaminaba al hotel más cercano a la empresa de Carter. En cuanto a la ropa, me puse un conjunto elegante que consistía en una falda de tubo negra con una camisa del mismo color. Todo bien ceñido con unas medias de color negro con un detalle de lazos en la parte trasera de la rodilla y unos tacones de aguja que estilizaban mis piernas de forma sexy e indecente.
En cuanto a mi peinado y maquillaje era rompedor y eso podía comprobarlo con la forma que tenían de mirarme los hombres de Nueva York cuando pasaba por delante de ellos. Mis tacones resonaban en la gran ciudad tan plagada de cuellos palpitantes y mi boca estaba seca necesitando pronto mi ración de sangre. Me centré con todas mis fuerzas en que no se alargasen mis colmillos o mis ojos se tiñeran de rojo; no deseaba llamar la atención aunque en estos tiempos, ser vampiro no estaba mal visto.
Quería llevar a cabo mi plan lo más limpio y rápidamente posible, llevándome a mi dulce presa bajo mi techo para poder disfrutarla. A cada minuto que caminaba por las calles transitadas y llenas de oficinistas con sus cafés en mano, me acordaba de Carter, de la imagen de él en aquella campaña publicitaria. Era sexy, pero era una sexualidad natural e innata en él. No necesitaba esforzarse para que cualquier mujer, humana o no, cayera bajo sus encantos.
Por fin llegué a recepción de Carter Corp, retirándome mi sombrero de ala ancha y mis gafas de sol. La recepcionista se me acercó con una enorme sonrisa y su melena rubia excelentemente peinada.
-Buenos días señorita, ¿Qué desea?
-Buenos días soy Selina Waters y soy la representante de Miyamoto Cosmetics. Él no ha podido venir por lo que he venido en su lugar para reunirme con el señor Carter.
-Por supuesto señorita Waters, acompáñeme por favor.
Ambas tomamos el ascensor percatándome la envergadura de aquel edificio; tenía 50 pisos.
-La reunión se hará en el piso 50 ya que el despacho de Carter está justo al lado de la sala de reuniones.
Asentí en silencio intentando frenar mi excitación al escuchar el pulso de tantos humanos en tan poco tiempo. En Mistery Spell no había tantos humanos, las criaturas mágicas éramos más numerosas que ellos, por lo que era un lugar perfecto para pasar desapercibido.
Los genes de vampiro Original me conferían una fortaleza y control de los impulsos muy elevada y necesaria en esos momentos. El timbre del ascensor indicó que habíamos llegado al piso indicado, tragando saliva y aspirando hondo para darme fuerza poniendo mi más encantadora sonrisa.
-Ya hemos llegado al piso 50, vamos señorita Waters, el señor Carter la espera en su despacho.
"Hum que bien, yo también lo andaba esperando"
Llegamos hasta una gran puerta con una plaquita metálica con el nombre de Ryan Carter. Mi bello bocadito estaba al otro lado de la puerta y estaba deseosa de poder conocerlo en persona.
Aquella mujer tocó la puerta, contestando la misma voz ronca que la que escuché por teléfono. Mi vello comenzó a erizarse sonriendo con un aire seductor. La secretaria pasó primero para anunciar que yo había llegado, quedándome en el pasillo esperando.
Tras intercambiar unas palabras, la mujer salió del despacho.
-El señor Carter las espera, si me necesite pregunte por Lisa Parker en recepción. Ha sido un placer conocerla señorita Waters-Me dijo la secretaria son su sonriente rostro antes de irse y dejarme sola en medio del pasillo.
Inspiré profundamente y entré al despacho de Carter. Aquel hombre estaba tras su escritorio con la camisa semi abierta descubriendo una parcela de su pecho totalmente desprovista de pelo. Su piel era morena y emanaba una fragancia de puro hombre de negocios.
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Me quedé en el umbral de la puerta mientras que Carter me miraba de arriba abajo escaneándome con gran interés. No pude evitar sonreír con cierta coquetería, observando como la respiración de Carter iba profundizándose.
-Usted debe ser la señorita Waters...-Me dijo con voz seductora que intentaba ser profesional.
Di varios pasos en su dirección, marcando el paso con mis caderas. La habitación comenzó a caldearse considerablemente:
-Si señor Carter; soy la misma que habló con usted por teléfono.
La mano de Carter que sostenía una pluma, comenzó a juguetear con ella mientras que la otra mano, puesta sobre su escritorio, estaba apretada en un puño. Mi excitación comenzaba a deslizarse por mis piernas; era tan fácil manipularle para tirármelo en aquel momento, pero yo era una mujer que adoraba hacer las cosas bien. No quería interrupciones y no había lugar mejor que tu propia casa para sacar mi perversa interior.
Intenté viajar a su mente para saber en qué pensaba pero tenía la mente bloqueada. Eso comenzó a hacerme sentir realmente perpleja, ¿Carter no era humano?
A simple vista parecía serlo pero el paso de los años me enseñó a no fijarme en las apariencias. Lo vigilaría de cerca ya que, las mentes más poderosas que no pueden sondearse casi siempre tienen algo de sobrenatural.
Carter colocó sus codos sobre la mesa mirándome con mayor intensidad. Su sonrisa asomó en aquellos carnosos labios, hablándome con voz melodiosa y melosa:
-Por favor señorita Waters, siéntese; le serviré una copa si le apetece.
-Vino por favor-Le dije arrastrando las palabras provocando al gran Ryan Carter, el Magnate de Nueva York.
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