S/C/A/R/E/C/R/O/W

243 15 5
                                        

No sabe exactamente cuántos pero, hace unos años, en uno de esos días en los que le daba por salir a dar paseos por el parque y la ciudad, escuchó a un niño de apenas cinco años de edad preguntarle a su madre qué eran exactamente los Scarecrows.

Alegaba que,  en su colegio, sus compañeros le habían dicho que en el fondo eran personas horribles y aterradoras; que secuestraban a gente de la que luego no se volvía a hablar. Y siempre por motivos de lo más estúpidos.

Sin embargo su madre, con una luminosa sonrisa y un tono agridulce, aseguró pacientemente que aquellos temibles espantapájaros sólo velaban por la protección de todos los ciudadanos. Que eran los buenos, al igual que BL/ind.

Pero en su voz se notaba un leve hilo de miedo que no dejó contento a ningún oyente.

Siempre se quedó con las ganas de haber intervenido. Si pudiese volver al pasado, si pudiera revivir aquel momento, sabe que iría corriendo hacia aquel niño, lo agarraría de los hombros, y le gritaría con zarandeos "¡Por lo que más quieras, no le hagas caso!¡Corre, huye, huye de los Scarecrows!"

Ojalá alguien se lo hubiese dicho a ella antes.

Y eso que la cosa ni acaba de empezar.

 Nada más tirarse del automóvil en marcha, se vio rodeada al momento por un grupo de, (ajajajá, qué risa), jodidos Scarecrows. Creía que aquello sólo pasaba en su imaginación y en las novelas de ciencia ficción, pero al parecer y como ha podido comprobar en sus carnes, la mala suerte no tiene límites.

Por un instante, las palabras "Oh" y  "Mierda" se le cruzaron por la mente, recapacitando su atrevido impulso como un tremendo error cometido en el calor del momento. Pero pronto recordó por quién lo había hecho; por sus amigos, lo único que le queda ya en este mundo de mierda. Y en el fondo se alegra de que, por lo menos, ellos hayan salido con vida de la situación.

Le hace sentirse útil.

Apenas recuerda nada relacionado con el viaje en sí; el interior de la furgoneta estaba oscuro, y apenas podía respirar con los Scarecrows oprimiéndola por todos lados, mientras la apuntaban con sus metralletas láser de última generación. Por muy mal que eso suene.

Que, bien pensado, veinte tíos entre cuatro estrechas paredes de hormigón no es que ayudase precisamente a la ventilación de la furgo, pues era más pequeña de lo que parecía desde fuera. Los putos muros blindados, que ocupaban un huevo del espacio.

 Después, nada más frenar y aparcar, la puerta fue abierta por dos Gatos Azules que vinieron a darles la bienvenida; la empujaron violentamente al interior de un edificio de paredes y suelos impolutos y brillantes, lleno de señales, carteles perfectamente organizados y dispuestos. Con colores neutros y sobrios, ventanas cuadradas a lo largo de las paredes; alarmas y controles de tecnología punta, y pasillos y pasillos de salas con cierres automáticos y contraseñas numéricas y dactilares.

Nada por lo que inquietarse ni por lo que asombrarse, no.

Mas, cuando bajaron un par de plantas por el ascensor, todo se volvió mucho más hermético, metálico si se puede decir, lleno si cabe más de alarmas, micrófonos, altavoces, pantallas, ordenadores y todo lo que un cerebrito informático o ingeniero se pueda imaginar. 

No hace falta ser Sherlock Holmes para saber que está en la sede Central de BL/ind. Especialmente porque es allí donde descubrieron hace un tiempecillo que se encuentra la unidad base SCARECROW. Y cualquiera con dos dedos de frente -e incluso con uno solo se puede dar el caso- entendería lo que eso significa.

Así que, aquí está, en una estúpida celda -que más que carcelaria parece sacada de un puñetero manicomio futurista-, toda blanca e impoluta, sobria; sin un mísero colchón sobre el que caer muerta ni nada. Aunque es más bien la ausencia de decoración lo que la vuelve loca. Cuatro paredes blancas y ni un mísero rotulador. La peor pesadilla de todo Killjoy.

DANGER DAYS: AftermathWhere stories live. Discover now