Capítulo 40: la última despedida.

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Tan solo dos días.

En tan solo dos días debía irme.

Luego de dos días no volvería a ver a Rub por un largo tiempo.

- preparados para el viaje? –preguntó Sasha en el almuerzo-

- no realmente… no quiero irme –suspiré-

- ni yo, al llegar tendré que trabajar

- vamos, no será tan duro –dijo ella alegremente-

Claro! Para ella no sería tan duro porque su esposo la visitaba cada dos meses! Pero para mí sería especialmente duro ya que soy un maldito adolescente enamorado, tengo todas mis hormonas alborotadas, sigo enterrado en una enfermedad mental y veré a Rub por lo menos cada 6 meses!

Y con el paso de los días mi humor empeoraba porque sabía lo que pasaría.

- Kiot, vamos a caminar? –preguntó nervioso- quiero decirte algo

Sabía que ese momento pasaría. No quería, simplemente no quería

- está bien

Salimos de su departamento tomados de las manos en silencio hasta llegar al parque, donde nos sentamos en las hamacas sin decir palabra

- suéltalo ya –le insistí-

- ah? Sí… es que… es algo difícil de decir…

- solo dilo –bajé la mirada- creo estar pensando en lo mismo que tú

Mi voz… mi voz no había sonado triste?

- Kiot yo… -pude ver como bajó la cabeza impidiéndome verle la cara- no sé cómo decirlo…

- Enano –revolví su cabello- entenderé lo que digas

Pero él se puso de pie de golpe dándome la espalda.

- Rub? –me levanté de la hamaca para acercarme a él-

Pero cuando estuve por apoyar mi mano en su hombro él se dio la vuelta, se acercó a mí y, con su cara totalmente roja, tomándome por el cuello de mi abrigo me atrajo a él e inició un beso desesperadamente apasionante y excitante.

Es que él no iba a decirme que…?

Lo tomé por la cintura apegándomelo al cuerpo y correspondí el beso con fiereza e intensidad.

- es esto… lo que creo que es?

Él asintió avergonzado

- mamá… mamá saldrá esta noche con Amy para despedirse… pensé que… que podríamos…

Entonces sonreí liberando toda la tensión que yacía en mí

- Tendrás que tomar algo de iniciativa… provocarme…

- Cállate! –me gritó rojo como un tomate mientras intentaba separarse de mí- suéltame!... Eres un pervertido!

- si lo gritas un poco más fuerte la gente va a escucharte y sabrá nuestros planes –le susurré al oído-

- eres un tonto!

- pero me amas

- ah sí? –preguntó sonriendo-

- no sé, dime tú –dije depositando un corto beso en sus labios para luego soltarlo- ven, vamos a las hamacas

Corriendo llegué al lugar indicado, me paré sobre una de ellas y comencé a hamacarme

- te ves más animado –dijo con una sonrisa en su rostro-

- he tenido unos pensamientos demasiado oscuros estos días –respondí restándole importancia-

Aléjate de mí, pero no me dejes solo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora