Capítulo 39: Canadá y sus misterios

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- hola –dijo mientras largaba todo el humo del cigarrillo- tú has de ser Kiot, cierto?

- y tú Draven

- un gusto, he oído mucho de ti –dijo mientras se ponía de pie y me extendía la mano-

Pero claramente, yo no lo saludé de esa manera. Junté toda la furia, ira y enojo que retenía hacia él en mi puño y sin pensarlo dos veces lo golpeé en la cara. Él retrocedió unos pasos y cayó sentado en la banca en la que estaba tapándose la nariz

- alguna vez te han dicho que tienes la mano muy huesuda? Pegas duro –rio- creo que me has roto la nariz –retiró su mano, ahora ensangrentada, y la miró riendo- mira cuanta sangre sale! Nunca pensé que la nariz tuviera tanta sangre

- Draven! Debes ir a un hospital! –le gritó alarmado Rub- perderás mucha sangre!

- no importa –dijo mientras levantaba la mirada sonriendo- si esto me mata habré disfrutado mi vida, Terry siempre dice que la muerte ha de ser una aventura genial

- vámonos pelirrojo –le ordené mientras tiraba de su mano- estoy cansado

- s-sí… Draven, ve a un hospital, por favor…

Pero él lo ignoró y siguió viendo sus manos llenas de su sangre

- voy a llamar a sus hermanos –me advirtió alarmado mientras marcaba un número en su celular- Alex?... Es Draven, está en la plaza donde nos juntamos siempre con la nariz rota –esperó una respuesta- no, no… no sé cómo es que se lo hizo –mintió nervioso- yo no puedo quedarme, tengo otras cosas que hacer… está bien, lo siento, adiós. –y finalizó la llamada- será mejor que nos vallamos

- por qué?

- Alex y Jimmy me han detestado desde que Draven me prestaba más atención que a ellos

- oh, ya veo. Está bien, vamos a tu casa, tengo mucho sueño –dije con un bostezo-

- vamos –sonrió- me llevas en tu espalda?

Yo reí y flexioné mis rodillas un poco para que a él le resultara más fácil subir a mi espalda

- Espera! –me dijo una vez que me había rodeado los hombros con un brazo y con el otro señalaba en dirección contraria- vamos por allí, vamos a casa de Michelle! Ella estará feliz de verte

- está bien, guíame –dije riendo-

Me sentía dichoso, sentía que no había nada que pudiera arruinar mi estadía en Canadá, sabía que nada lo arruinaría porque no iba a permitirlo.

- Michelle! Abre la puerta! –gritó el enano desde mi espalda- vamos! Sé que me estas escuchando!... Michelle! –comenzó a tocar el timbre de una forma irritante para quien viviese dentro- bájame de tu espalda, Kiot –me susurró-

- no

- vamos

- no, te quedarás allí hasta que me duela la espalda –reí-

- por favooor…

- no

- con quien hablas, Rub? –su voz seguía sonando igual- hay alguien contigo? Iba a abrir la puerta pero no me he arreglado y…

- Michelle –la interrumpió el pelirrojo- ya le conoces, abre la puerta

- seguro?

- sí, sí, segurísimo

Se escuchó como corrió el pestillo de la puerta y luego la abrió un poco dejando ver un enmarañado cabello y un ojo lleno de puntura, aparentemente, de la noche anterior. Ella me miró sin reconocerme y cuando vio a Rub en mi espalda ella abrió los ojos sorprendida

Aléjate de mí, pero no me dejes solo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora