Capítulo 4: La Primera Vez Pero No La Última

92 13 9
                                    

Había pasado una semana desde que conocí a cierto pelirrojo. Siendo sincero, me gustaba pasar tiempo con él, por lo menos me sacaba de mi soledad diaria. En la escuela trataba de no hablarle así no le causaban problemas, pero era como si a nadie pareciera importarle, seguramente era por la imbécil de Hinata.

Seguía sin mostrarles mis emociones al pelirrojo pero era un poco más abierto con él. Las conversaciones habían dejado de ser tan unilaterales.

Estábamos bajo el gran árbol del patio, él se había sentado cerca de mí pero no lo suficiente como para que me molestara o alterase.

- Hoy es un lindo día. Un día gris hecho y derecho. –Me regocijé con los ojos cerrados.

Los días grises eran mis favoritos. Sentía que por fin el mundo me entendía.

Silencio.

El pelirrojo estaba demasiado callado para lo que acostumbraba.

- Oye... ¿Qué te sucede?

- Tú... tú...

Abrí un ojo y lo vi sonriendo y un poco sonrojado. Abrí ambos ojos esta vez y lo miré intrigado.

- ¿Yo qué? ¿Qué te sucede?

- Es que tú... -tartamudeaba- tú sonreíste. –Dijo con cierta incredulidad en su voz- Es la primera vez que te veo sonreír.

- ¡Bah! Como si eso no fuera algo normal...

Pero para mí no lo era, por lo menos no en público. No frente a él.

A veces en mi casa, me ponía frente al espejo a practicar mi sonrisa. Suena patético, lo sé, pero era más útil de lo que parece. Llevaba meses sin sonreír y quería hacerlo bien. No quería que se viera forzado ni nada.

Tanta práctica en vano porque sin darme cuanta había sonreído.

- Pero es la primera vez que yo veo una. Hace como una semana que nos conocemos y recién ahora sonríes, me has hecho a esperar mucho. Tienes una linda sonrisa.

- Idiota...

Y ahí, también sonreí, pero mentalmente ya que sentí que era una demasiado personal y reveladora como para mostrarla.

Al salir de clases fuimos a almorzar a mi casa ya que por suerte mi madre no estaba.

- Hey pelirrojo...

- ¿Qué? Espera ¿cómo me has llamado?

- Pelirrojo ¿te molesta?

- Pues sí, un poco.

- Acostúmbrate. –Sentencié riendo por lo bajo, ocultando mi cara entre mi cabello.

- No ocultes tu sonrisa.

- Cállate y escúchame. –Él asintió- Te haré un regalo.

- ¿Qué? –Pude ver un brillo de emoción en sus ojos, pero insistió en negarlo- no gracias, no necesito que me regales nada.

- Me lo agradecerás.

- Está bien ¿Qué es?

- Mi regalo para ti no es algo material, no tengo el dinero suficiente para eso. Pero hay algo que sé que quieres.

- ¿Ah? –Se lo veía totalmente confundido.

- No ocultaré mis emociones de ti. Ese es mi regalo. –Dije con una sonrisa divertida.

Él estaba sorprendido.

- ¿Lo dices en serio?

- ¿Acaso crees que sonreí por nada?

Aléjate de mí, pero no me dejes solo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora