Capítulo 5: El Cadáver

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Pude sentir que Colin se aproximaba desde mi espalda. Los miré a ambos, furibunda. Sentí que mi ira crecía como una olla de presión a punto de explotar. Los dos se reían de mi cara enrojecida. Fingí suspirar con resignación y me marché, haciendo que mis pasos retumbaran en las escaleras.

Damien era un imbécil charlatán. ¿Cómo se atrevía a decirle a Colin?

De pronto, sentí la urgencia de golpear algo. Me encerré en mi habitación, tratando de calmar el ataque de ira que ardía dentro de mí. Adrien no podía verme así. Y no iba a quedarme de brazos cruzados. Obviamente, tenía un plan, el cual incluía una ventana y algunas sábanas atadas. Lo había visto en películas, pero nunca pensé que realmente fuera a funcionar.

Até las sábanas formando un largo cordón con perfectos nudos apretados. Todo lo que debía hacer era sujetarme fuerte. El descenso fue sencillo, pero la caída fue un poco forzosa. Aterricé de hinojos sobre la tierra. Después de levantarme, inspeccioné el jardín, imaginando que algo saltaría sobre mí. Sin embargo, no había nada más que ese manto de neblina que se dispersaba misteriosamente por los alrededores del hotel. Era tenebroso.

Limpié mis rodillas ennegrecidas con fango antes de dar un vistazo al cielo, el cual lucía más vasto y profundo que cualquier otro día.

Había algo… algo en este hotel que…

No había tiempo para pensar en ello. Debía correr antes de que mi hermano se percatara de mi ausencia. Sería difícil no notar que unas sábanas colgaban de mi ventana. Me precipité a través de la noche.

Entonces lo vi bajo el resplandor del poste de luz. Adrien había aparcado su moto en la esquina, al final de la calle. Era el motorizado más sexy que alguna vez había visto.

Siempre pensé que los motoristas eran más rudos, calvos, con bigotes y aspecto de matones.

Pero Adrien era más similar a un adolescente con fisonomía de ángel, que utilizaba mucho cuero y pantalones de jean. Montado en una Harley plateada, descansaba un pie en el suelo, con un puño aferrado al manubrio. Esbozó una resplandeciente sonrisa al verme correr, tal como una fugitiva, con mi mochila negra sobre mi espalda.

Alzó la mano en un gesto de saludo.

—Creí que no vendrías.

Le devolví una sonrisa a medias, jadeando por la carrera.

—Tuve que… —expliqué entre respiraciones entrecortadas—. Tuve que burlar a los dos guardias de la entrada.

Me examinó de pies a cabeza.

—Así que, ¿te escaparás de casa conmigo? —bromeó, soltando una risita—. La pesadilla de los padres: que su hija adolescente se fugue en una motocicleta con un tipo como yo. —Me ofreció la mano para ayudarme a subir detrás de él—. ¿A dónde quieres ir? ¿El aeropuerto o la estación de trenes?

De un salto, conseguí subirme al asiento de cuero.

—Depende de qué tan lejos quisiéramos ir —respondí, devolviéndole la sonrisa—. Sabes que es broma, ¿verdad?

Se rió.

—¿Y qué hay de nuestros planes de huir para casarnos en Las Vegas? —preguntó, fingiendo entristecerse. Lo golpeé en el brazo—. Ahora en serio, agárrate fuerte, vamos a dar un paseo.

Abracé su pecho, muy insegura acerca de dónde colocar mis manos. Al sentir sus fuertes pectorales bajo mis dedos, me ruboricé. Él puso sus manos sobre las mías. Las suyas estaban cubiertas de guantes de cuero, por lo que no pude sentir su calor. Entrelazó nuestros dedos juntos y, lentamente, movió mis palmas más abajo, hacia la parte baja de su abdomen.

El Hotel NightmareTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang