Epílogo: Lluvia de estrellas

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El cielo fue atravesado por un cegador destello, seguido por el estruendo fragoroso de un trueno que me hizo sobresaltar. Las gotas de lluvia se hicieron más densas y espesas, hasta que las manchas sobre el asfalto eran del tamaño de una pelota de baseball.

La precipitación de agua fue tan abundante que en menos de un minuto todos estábamos empapados de pies a cabeza. Nos apresuramos hacia la furgoneta lo más rápido posible. Colin tomó la mano de Miranda y ambos se refugiaron en los asientos, mientras yo me detuve en la puerta. Le eché un último vistazo al hotel, al paisaje.

Maldición, las llamas estaban siendo apagadas por el agua devastadora.

Los relámpagos agrietaron el cielo. Cuando Damien tiró de mi brazo, me resistí para mirar al otro lado de la calle, donde la figura de Adrien corría como una silueta borrosa, confundiéndose con la noche. Lo vi alejarse bajo la tormenta, hasta que desapareció en la esquina.

La sujeción de Damien se hizo más firme, intentando arrastrarme hacia el interior del vehículo. Mi cabello y mi ropa escurrían agua. Sabía que algo andaba mal. En el aire se respiraba algo maligno, además del olor a cenizas.

Una ráfaga de furioso viento me golpeó, erizándome la piel. Supe de inmediato que habíamos cometido un grave error.

Habíamos hecho enfadar a los fantasmas.

Las puertas del hotel se abrieron de par en par, revelando únicamente oscuridad, como un agujero negro hacia lo desconocido. El frío se extendió, saliendo como un espíritu flotante del interior del aposento. Aquella brisa helada me provocó escalofríos.

Desde el umbral de la entrada emergió una figura sombría, etérea y flotante. Una presencia paralizante, formidable y temible.

Pero no era la única sombra.

En el patio trasero, desde el fondo del amplio lago, más siluetas negras comenzaron a surgir de las profundidades del agua iluminada por la luna.

Eran cientos de ellos.

—¿Fin?—

El Hotel NightmareOnde as histórias ganham vida. Descobre agora