Capítulo 23. Apariencias

1.2K 87 2
                                    

Edward

-En unas horas llegaran los contratos de los nuevos trabajadores-me informó ella. Una mujer entrada en años, rubia y algo rolliza con rostro amable y ojos oscuros tras sus gafas de montura de pasta.

-Gracias por avisarme-contesté absorto en la pantalla del ordenador mientras repasaba los inventarios del mes pasado.

-¿Desea un café?

-No, gracias Nancy, puedes retirarte.

La secretaria salió de mi despacho, y una vez hube terminado de repasar los documentos giré sobre la silla para contemplar la gran Seattle extenderse ante mis ojos. El sol primaveral brillaba con fuerza haciendo más vivos aun los colores de los rascacielos, no más altos que el Space Needle. Mi mirada se posó en el cajón, fui hasta allí y lo abrí para sacar ese sobre de papel ya manido de todas las veces que lo había leído y releído, tratando de entender algo que sólo poseía una explicación proveniente de sus labios. Seis años habían pasado, hoy se cumplía exactamente más de media década desde que ella se fue, y aun la recordaba, aparecía en mis sueños constantemente.

Mi vida había dado un giro de trescientos sesenta grados, algunos decían que para bien, en cambio mi familia opinaba que para mal. Fue Jacob Black quien me comunicó en ese tiempo que ella se había ido a Francia con su madre, y que no sabía si volvería. Cada vez que él iba a visitarme en su Cadillac algo me revolvía el estómago, sentía un nudo imposible de deshacer en mi interior.

Afortunadamente el accidente no me pasó mucha factura y me recuperé con rapidez. En cuanto me incorporé al instituto, vino Jena, su amiga, a entregarme esa carta, donde supuestamente me explicaba las razones de su marcha, y yo no creía nada. No me lo creí en su momento y ahora tampoco lo hacía.

Me decía que ya no me quería, pero no me lo decía a la cara, y así a mi no me bastaba. Estuve esperando a que volviera, cada día me encerraba más en una coraza de soledad… Pero ella no volvió. Acabe aceptándolo, la había perdido para siempre. Así que decidí centrarme en mis estudios esforzándome por sacar mis sueños adelante. Sí, me centré en la universidad, saqué mi carrera por muy difícil que pueda parecer y ahora era el director de Seems, una de las empresas más importantes en cuanto a comercio del motor se refiere. Esta era la parte buena, al fin tenía todo lo que quería con la independencia de mis padres, el dinero que poseía era mío en absoluto.

Mi ático en un edificio de lujo cerca del Space Needle, mi coche… y la moto. Por una vez en mi vida todo me pertenecía, y en ese sentido me sentía libre. Me levanté, ya había cavado mi trabajo por ese día. Arrojé con rabia la carta al cajón, lo cerré sin cuidado y salí con mi maletín de la oficina para dirigirme al ascensor. Una vez en recepción los empleados me saludaron con cortesía y respeto. Cogí el otro ascensor para bajar al sótano, donde aguardaba mi coche, las puertas estaban a punto de cerrarse cuando una chica vestida con falda por las rodillas ajustada decorada con una raja en la parte trasera, camisa de botones algo escotada y tacones kilométricos que realzaban su figura entró. Las puertas se cerraron detrás de ella, sonrió y seme acercó con sigilo.

Yo no fui tan sigiloso con ella. La agarré de las caderas para acercarla a mi cuerpo y pegar su pelvis contra la mía a la vez que la acorralaba contra la del ascensor y ella iba directa a mis labios, besándolos de forma voraz, enredando su lengua en la mía y acariciando mi cuerpo con la lujuria brotando de cada uno de sus poros. Ella tomó el mando, pegándome a mí esta vez contra la pared bajó con suavidad su mano hacia mi entrepierna para acariciar mi miembro por encima de la ropa.

-Si cada vez que te aborde en el ascensor las cosas se van a poner así, voy a tener que hacerlo más a menudo-murmuró con voz ronca en mi oído, poniéndome a cien.

UnknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora