Capítulo 12. Impulsos

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Alice

Solté un suspiro de alivio en cuanto me subí al asiento del coche y escuché la risa de Jasper proveniente del asiento del conductor mientras el motor se encendía.

-¿En serio estabas tan nerviosa?-me preguntó.

-¡Pues sí!-le dije como si fuese lo más obvio-. Mis padres no están acostumbrados a que les presente a mi novio. No es que piensen que soy una santa pero…

-Ya ves que todo ha salido bien. Y cambiando un poco de tema… ¿A dónde te apetece ir? Es viernes, hay que hacer algo para entretenerse.

-¿Y si vamos a tu casa?-sugerí.- Creo que tienes una colección de discos que enseñarme.

-Rose ha salido con Emmett, y no hay nadie hasta nuevo aviso-razonó.

-Perfecto, vamos allí.

Asintió y condujo en silencio por diez minutos. Rodeó el coche con elegancia y me ayudó a bajar. Luego me dejó pasar primero al interior de su casa. Me quité la chaqueta y observé con atención cuanto me rodeaba, nunca había estado aquí antes. Era todo muy bonito y moderno, pero con el toque rústico que Forks contagiaba a sus habitantes. Todo estaba impecable y en su sitio. Él me dijo que me sentase en la sala y le esperase, no pasó mucho tiempo cuando volvió a aparecer y trajo consigo esa colección de discos. Era nuestro cantante favorito y nunca había visto todos sus CDs juntos. Después de un momento de silencio en el que me dediqué a observar las carátulas con toda la admiración de una fan, miré a mi novio. Me observaba desde su posición, con una curiosa sonrisa en sus labios y un brillo especial en sus ojos verdes.

-¿Qué miras?-pregunté entonces.

- Pareces una niña con un juguete nuevo.

Sonreí.

-Es que es asombroso que tengas todos sus discos. Yo nunca he podido comprármelos.

-Entonces son tuyos-me dijo.

-¿Qué? No-me negué-. No puedo aceptarlos.

Los cogí y se los entregué, pero él los empujó suavemente hacia mí.

-Te los regalo, ahora son tuyos.

-Eres un testarudo.

-La testadura eres tú por no aceptarlo.

-Está bien-le miré, sonreí y le di un beso.

Movió sus labios encima de los míos y en un momento nuestras lenguas estuvieron unidas, rozándose, probándose, gustándose como siempre. Dejé los discos en la mesa sin dejar de besarle y me acerqué más a su lado para poder pasar con comodidad una mano hacia su nuca, y aferrar sin hacerle daño mi mano a su pelo para profundizar más el beso. Nuestros labios unidos cada vez estaban más ansiosos, y yo más ansiosa de tener a Jasper lo más cerca posible de mí. Él posó muna mano en mi cintura y me echó en el sofá. Nuestros cuerpos quedaron apretados el uno contra el otro, mi corazón palpitaba enfebrecido. Sentí cómo su otra mano bajaba desde mi cuello, recorriendo el camino de curvas que formaba mi hombro, brazo, cintura, cadera, piernas, y se enroscaba en la rodilla para subirla a su pelvis.

En ese momento reaccioné, abrí los ojos y repentinamente me senté quitándomelo de encima. El recuerdo de un dolor se posó en mi cuero y allí se quedó. Yo sabía que no era real pero seguía ahí, torturándome a pesar del tiempo que ha pasado. Me quedé mirando un punto fijo infinito. Sentí la mano de Jasper en mi hombro y m sobresalté, di un grito ahogado y por impulso me separé un poco de él.

-Alice-me dijo después de un rato de silencio-. ¿Te encuentras bien?

Yo no respondí.

-Lo siento-se disculpó-he ido muy rápido.

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