Capítulo 22. La decisión está tomada

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Edward

No podía entenderlo, por más que me esforzaba en ponerme en su lugar no llegaban a mi mente razones suficientes por las cuales ella no quisiera verme. Desde hacía una semana Bella no cogía mis llamadas, no respondía a mis mensajes y mucho menos me abría la puerta si iba a visitarla fuera del horario escolar. Sólo la veía en el instituto y a penas pasaba diez minutos a su lado por culpa de los últimos exámenes del curso. En Forks el frío empezaba a irse durante el día, y a volver a acechar durante la noche. El viernes después de clase corrí hacia los aparcamientos, pero su Cadillac ya no estaba allí. Maldije en mi interior, al girarme encontré el rostro amable de mi mejor amiga.

-¿Qué te pasa, Edward?

Yo no le contesté, cogí su mano, me la llevé hacia mi moto, montamos y llegamos en unos quince minutos a las afueras de Forks, justo a los lindes de la carretera. Apagué el motor y unas lágrimas empezaron a resbalar por mis mejillas, de la rabia me las limpié después de quitarme el casco, ¿desde cuándo yo lloraba por algo?

-No puedo creerlo-escuché decir a Tanya. Se bajó de la moto y se puso delante de mí.- ¿Tú, Edward Cullen, llorando? Vamos, ¿se puede saber qué demonios está pasando en tu vida para que estés así? Esto no es normal en ti.

-Aunque no lo creas desde hace unos días sí lo es-contesté.

-Y Bella tiene que ver mucho en esto-no era una pregunta.

-Sí, ella y… su bebé.

Pude ver cómo sus ojos se salían de órbita. Durante más de un minuto estuvo en silencio tratando de procesar la noticia, a mí también me había costado bastante hacerlo.

-Dios mío Edward… ¿te das cuenta de que os acabáis de joder la vida?

-Sí, joder sí que lo sé. Pero yo la quiero… y voy a estar con ella para apoyarla en todo lo que necesite.

-Nunca pensé escucharte decir esas palabras, definitivamente Bella Swan te ha cambiado, eres otro tío desde que estás con ella.

-Sí bueno… Es lo que tiene el amor.

-Pero si vas a ayudarla, si… vais a tener ese bebé… ¿por qué estáis enfadados?

-¡No lo sé! No sé qué coño le pasa, hace días que no quiere hablar conmigo, me evita constantemente y mi cabeza es un hervidero de preguntas acerca de si tendrá algún problema conmigo, si he hecho algo que pueda cabrearla o… mierda-murmuré al recordar lo que había asado en el hospital de Seattle-, sí que lo he hecho.

-Ay Dios… ¿qué has hecho ahora Edward?

-Digamos que… en resumidas cuentas me he peleado con el ex de mi novia porque es un capullo.

Tanya se llevó una mano a la frente y negó con la cabeza.

-Cuando mejor estás alguien tenía que cagarla. ¿Pero qué demonios esperas? ¡Habla con ella!

-No quiere verme.

-Pues oblígala a que te vea, pídeselo al jefe Swan, ruégale a Jacob Black por qué os encierre en algún lado alejado de la mano de dios y sin escapatoria, pero no podéis seguir así.

Bella

Por enésima vez durante a semana me deshice de mi ropa y me quedé en sujetador y bragas frente al espejo, posicionándome de perfil y adivinando un pequeñísimo bulto en mi barriga, apenas perceptible si llevaba ropa puesta. Volví a vestirme y a tirarme en mi cama para poder reflexionar de nuevo. Me engañaba a mí misma, no podía reflexionar más, no podía seguir pensando, me iba a estallar la cabeza. Mi padre había llegado del trabajo hacía unas horas, no se molestaba en preguntarme por Edward, él sabía que a mí no me apetecía ver a nadie.

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