Capítulo 19. Y, finalmente, sucedió

1.7K 90 4
                                    

Alice

Esa noche Jasper me había pedido por un mensaje de móvil que me pusiese aquello que había dentro de la caja sobre la cama de mi habitación. Extrañada, fui hasta allí y efectivamente, una caja blanca bastante grande estaba sobre mi cama, y otra más pequeña y cuadrada a los pies.

Sonreí y me acerqué para destapar la más pequeña. Allí había unos zapatos de tacón sencillo, altos y plateados, abrí la caja más grande y descubrí con sorpresa que se trataba de un vestido. Lo saqué de su envoltorio y lo examiné. Era una pieza de corte imperio, con dos bandas de lentejuelas plateadas donde empezaba y acababa el pecho, luego caía suelto en una capa de tela de color azul marino brilloso. Me desvestí y me lo estaba poniendo cuando tocaron la puerta; era Rosalie.

-Oh, Bella-la saludé-, ¿qué te trae por mi cuarto?

-Que tu hermano llega en media hora y yo me aburro-me dijo con suspiro. Sonrió al ver mi vestido, cerró la puerta y se sentó en la cama.- ¿Y este vestido tan bonito?

-Jasper me ha mandado un mensaje, me ha pedido que me lo ponga y…-En ese momento mi móvil sonó con el tono de los mensajes.

Lo cogí y lo leí mientras una sonrisa de estúpida enamorada salía de mis labios.

“Pasarán por ti en media hora,

Ponte más guapa de lo que eres,

Pero creo que eso es imposible porque

Nada se compara a tu belleza”

Rosalie también lo leyó y sonrió.

-Mi hermano, tan empalagoso como siempre-Yo no le hice caso, estaba ocupada mirándome a través del espejo del tocador y maquillándome.- Aunque está claro que esas cursiladas a ti te gustan.

-Pues sí, me encantan.

-Ya… Emmett no es muy cursi ni romántico, pero a veces se le escapan algunas cosas o palabras, y entonces me doy cuenta de que mi grandullón tiene un corazón enorme.

-Y es todo para ti, créeme cuñadita-le dije riéndome.

-¿Y Edward?

-De fiesta con Tanya.

-Qué raro que no está con Bella.

-Lo sé, antes los sábados por al noche sólo se escuchaban los muelles de la cama a través de las paredes, y ahora hay silencio.

Las dos nos desternillamos de risa y yo acabé de maquillarme, me puse unos pendientes de colgar plateados y me calcé los zapatos. Mi pelo lo había recogió en un moño estilizado con un pequeño tupé.

-Lista… ¿te gusta?

-¡Estás guapísima! Con razón tienes a mi hermano a tus pies, listilla…

Sonreí y bajé las escaleras, vi tras las cristaleras que fuera había una… ¿limusina? ¡Una limusina! Era blanca, de allí salió un señor de unos cincuenta años, con bigote y barriga cervecera, trajeado y con guantes que cubrían sus manos. Tocó la puerta y le abrí yo.

-¿La señorita Alice Cullen?

-Sí, soy yo.

-El señor Jasper Hale me manda a buscarla, en cuanto desee podemos partir.

-¡Oh, por supuesto!

-Buenas, señorita Hale-saludó a Rosalie, ella le sonrió.

Salimos hacia el exterior y entré en la limusina con la ayuda de Howard, como me había dicho que se llamaba el chófer. Le pregunté varias veces nuestro destino, pero no quiso decirme nada. Pasaron unos minutos y Howard me abrió la puerta. Nos encontrábamos en lo que parecía ser un pueblecito o algo así, pero la única casa a la que había que hacer mención era a la que tenía en frente, de dos pisos y hecha de piedra, con una entrada con un pequeño techo y desde la puerta a mis pies se extendía una alfombra de color dorado con pétalos de rosa por encima. Sonreí.

UnknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora