Capítulo 13. No más, por favor

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Bella

Capturé su boca con la mía, y llevé mis manos a su cuello. Él pasó sus manos hasta la parte baja de mi espalda y me apretó a su cuerpo. Nuestros labios se movían insistentes los unos sobre los otros, y nuestras lenguas empezaban a moverse para jugar y luchar. Una lucha incesante en la que intentábamos demostrar quién dominaba sobre el otro. Llevé mis dedos hasta el borde inferior de su camisa, y se la saqué de los pantalones para empezar a tocar su vientre algo formado. Sentí sus abdominales no marcados en exceso bajo mis dedos con nitidez. Él ahora estaba ocupado en llevar su mano derecha a mi pierna, y subirla hasta ponerla bajo mi vestido. Bajó su boca ansiosa por mi cuello, dando besos húmedos y pequeños mordiscos por la zona que dejaba al descubierto mi vestido rojo.

-Ese vestido te queda de muerte-murmuró con voz ronca en mi clavícula, bajó el tiro del vestido hasta dejarlo a un lado de mi hombro y chupó la zona descubierta. Tuve que reprimir un gemido, me estaba excitando.- Mmm… un gemido ahogado… los conozco muy bien-decía él-. Vamos Bella, deja que salgan.

-Eres un engreído-dije con cierta dificultad. Él se separó de mí, dejando de darme besos y me miró muy de cerca, asintiendo con la cabeza mientras rozaba sus labios con los míos provocativamente- .Te piensas que eres el mejor en todo lo que haces.

-¿Acaso quieres que pare?-preguntó a la misma distancia con una pícara sonrisa.

No, no quería. Si paraba… Lo mataba. Pero no iba a darle el gusto de que lo supiera. Como toda respuesta, volví a besarle, esta vez de forma más fogosa e intensa. Rodeé su cuerpo con mis piernas y me apreté contra él. No sabía por qué, pero quería tenerle lo más cerca posible. Quizás era a causa del tiempo que había pasado desde la última vez que estuve con un chico, puede que fuera su actitud de malote lo que me atraía, quizás fue ese beso de ayer en la playa que aun estaba tan nítido en mi mente. No lo sabía, y no quería seguir dándole vueltas.

Edward recorrió mis muslos por todos lados, y luego llevó sus dedos con caricias hasta la parte interior de los mismos. Yo abrí las piernas, dándole un mejor acceso. Acarició por encima y de forma suave mi sexo, me sentí estremecer y el calor iba en aumento. Moví mis caderas al rito de su mano, y de pronto escuchamos cómo la puerta del baño se abría. Nerviosos, nos separamos, yo me recompuse el vestido y él la camisa, pero no dio tiempo a acabar antes de que nuestro inoportuno visitante llegase.

-Oh…-era Lissa, que llevaba de la mano a uno de los jugadores del equipo de baloncesto del instituto. Ambos iban riéndose como idiotas y se notaba que el alcohol les había hecho efecto-. Veo que este picadero está ocupado.

-No-le dije-. Es que nos quedamos encerrados y…

-¡Ya, ya ya!-me dijo ella sonriendo insinuante-. Buscaremos un armario.

Se fueron y mi amiga se encargó de cerrar la puerta tras ellos. Sentado en el váter Cullen me miraba, partiéndose el culo de risa.

-¿De qué coño te ríes?-pregunté con los brazos cruzados y enfadada.

-De la… cara que has… puesto-contestó con dificultad por las carcajadas.

-¡A mí no me hace gracia!

-Pues a mí sí.

-Me alegra servirte de diversión.

-Y a mí me alegra servirte para pasar un calentón, Swan-contestó levantándose.

-¿Qué sabes tú de mi vida sexual?

Se acercó y quedó frente a mí, con nuestros rostros muy cercanos.

-Por tus movimientos, diría que llevas meses sin practicar sexo.

-No es que pensase hacerlo contigo ahora-mentí-. De todas formas, no creo que supieras satisfacerme.

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