Capítulo 11. El momento

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Bella

Pasé a recoger a Eric por su casa, y como cada día, nos dirigimos al instituto. Al llegar, Jena nos esperaba.

-Buenos días por la mañana, chicos-saludó con su radiante y blanquecina sonrisa.

-Buenos días Jena-dijimos a la vez Eric y yo.

-Dios santo, ¿cómo puedes tener tanta vitalidad un lunes?-inquirió Lissa. Acababa de aparcar su coche al lado del nuestro, y nos dio alcance. Consultó su reloj.- Joder no son ni las ocho de la mañana. Esto de hacernos levantar tan temprano es un pecado.

-Vamos Liss-contestó Jena.- Se supone que venimos a clases temprano por que nos espabilan.

-Pues a mi más que eso me duermen-aportó Eric.

Nos reímos y después de entrar al edificio cada uno fue a su clase justo a tiempo para que el timbre sonase. Me senté en un pupitre de atrás de la clase donde pudiese estar distraída y que nadie se diese cuenta. La clase de Matemáticas dio comienzo a la vez que mis pensamientos al vagar por mi mente. Vale, Jemas había vuelto a mi vida de una forma totalmente inesperada, y ahora yo no sabía qué hacer. Los recuerdos de los días más felices de mi corta vida que había pasado en su compañía en Nueva York aun estaban nítidos en mi mente.

Nos conocimos, hicimos buenas migas y salimos a dar vueltas y vueltas por el centro de la ciudad innumerables veces. Me contó que estaba allí de vacaciones con sus padres, en qué hotel se alojaba… me contó todo sobre qué hacía por esos sitios y sobre su vida. Y sí, efectivamente fue el primer hombre en mi vida, el primero que pasó por mi cama y por mi corazón en tan corto tiempo.

Ya le había olvidado, me había liado con varios chicos, había tenido alguna que otra relación seria, le había dado una oportunidad a Mike… En definitiva James había salido del todo de mi mente.

Y ahora tenía la jodida cara de volver y pedirme que estuviésemos juntos de nuevo. ¡Ag, me iba a estallar la cabeza, joder! Justo a tiempo el timbre sonó y me dirigí a la clase siguiente, esta vez prestando atención para olvidar otros asuntos que tenía pendientes.

Edward

Eché un vistazo por el pasillo a última hora: desierto. No tenía clase ahora, el profesor estaba enfermo y no es que quisiera quedarme en el aula. Fui hacia mi taquilla, dejé la mochila allí dentro y la cerré.

-Hola, Cullen-dijo su voz en cuanto lo hice. Me sobresalté.- Joder, que no soy tan fea.

-Me has asustado, pensé que estaba solo.

Ella se encogió de hombros, cerró su taquilla y se apoyó en las mismas.

-Me aburro-se quejaba.

-¿Es que no tienes clase, Swan?

-No. ¿Y tú?

-Ya somos dos.

-¿Y qué hacemos?

Me lo pensé por un momento.

-¿Qué te parece si vamos al gimnasio?

-¿Qué haremos allí?

-Vaguear, pasar el tiempo. No quiero volver ahora a mi casa.

-Tengo una idea-sugirió.- Vayamos a algún lugar por aquí cerca a tomar algo.

-No hay nada a kilómetros de distancia-le recordé.

-Ya, para algo está mi coche.

-Vale, por mi perfecto.

Ella asintió, volvimos a coger nuestras cosas de las taquillas y llegamos al aparcamiento. Fue directa hacia su Cadillac. Yo fui tras ella y pasé una mano por la reluciente carrocería.

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