Capítulo 10. Reflexión y sorpresas

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Alice

No dije nada. Cuando me detuvo simplemente caminé a su lado y no le dirigí la palabra. Una vez estuvimos en el coche, Jasper tomó la palabra.

-Alice es solo una amiga. Nada más. Nos criamos juntos aquí, y era de las pocas personas a las que quise Me la encontré y nos pusimos a hablar, por eso tardé tanto.

-¿De verdad?-inquirí mirándole. Él asintió, luego dirigió dos dedos bajo mi barbilla y acercó su rostro al mío, mirándome a los ojos.

-¿Me crees?

-¿Cómo puedes ser tan guapo?-le dije con una pequeña sonrisa.- Sí, te creo. Y siento haberte dicho esas cosas.

-No importa, ahora solo me importas tú.

Y sus labios se rozaron segundos después con los míos. Suaves, dulces, con cariño. Jasper Hale me tenía loca por él, y esto solo acababa de empezar. Un rato después de viaje, ya estábamos en la puerta de mi casa.

-Bueno-suspiré.- Ha sido… increíble.

-Estoy de acuerdo. Pero todavía falta algo para coronar la noche.

-¿Qué falta?-dije con preocupación.

-Que accedas a ser mi novia.

Sí, una noche fantástica. Asentí demasiado emocionada para hablar, y nos besamos suavemente de nuevo. Luego bajé del coche y desde la puerta de mi casa le tiré un beso. Todavía estaba en las nubes cuando entré y tras la puerta vi a mi madre. Intenté que no se me notase la cara de estúpida enamorada, pero mi madre me pilló.

-Está bien, cuéntamelo todo-me dijo con una sonrisa ilusionada

-Dios mamá… ¡Aaaay mamá!-casi grité. Suspiré y cerré los ojos, recordando el roce de sus labios sobre los míos, sus bellas palabras, nuestras miradas directas a los ojos…- Mamá, el amor es maravilloso.

-Lo sé, estoy enamorada de tu padre, creo que se dé que me hablas. Pero… ¿ha pasado algo con Jasper?

-¡Oh mamá! Ha sido perfecto, inigualable, insuperable…

Y con esos pensamientos me metí en la cama. Agarré un peluche y lo abracé como si fuera ese chico de preciosos ojos verdes que me había robado el corazón. Cuando estaba ya a punto de caer en los brazos del Dios del sueño, sonó el tono de mensajes de mí móvil.

<<Que tengas dulces sueños

Mi princesa>>.

¿Se podía ser más perfecto?

Bella

-Bella solo quiero hacerte feliz. Siento haberme ido sin decir palabra, fui un estúpido porque pensé que lo nuestro solo era una aventura más en un viaje, pero al llegar a mi casa aquí, en Seattle, me di cuenta de que me había enamorado de ti.

-No te creo-dije fríamente.- Los golpes de la vida me han hecho ser como soy. Y uno de esos golpes fuiste tú.

De repente, escuchamos unas risillas provenientes del otro lado de la puerta del reservado. Cuando la abrieron, para mi sorpresa y no tan sorpresa, vi que eran Edward y otra chica que yo no conocía. Al vernos, dejaron de reírse. Edward vio mi seriedad, e intervino.

-¿Pasa algo, Bella? ¿Te está molestando?

-No-dije rápidamente.- Solo estábamos hablando.- James ya se iba-le miré asesinamente.

-Ya, claro-asintió el rubio. Miró a Edward, luego a mí, la tensión se podía cortar con un chuchillo. Antes de irse me miró.- Piénsalo. Ya sabes dónde encontrarme.

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