Capítulo 20. Inesperada situación

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Bella

No podía atrasarlo más, ya había pasado una semana desde que había visto el calendario en el cuarto de baño y desde que me di cuenta de que no me había venido la regla durante dos meses exactos. Esto nunca me había pasado, yo era puntual, el día 20 de cada mes tenía la menstruación sin falta, y sin embargo ya llevaba dos ausencias. Me estaba volviendo loca, Edward y mis amigos me habían preguntado muchas veces el porqué estaba tan ausente y yo negaba que algo más allá del estrés de los exámenes me sucediese.

Ese día salí de mi casa nada más dejar las cosas del instituto en el recibidor, me fui caminando hasta la farmacia más cercana y compré lo que no había querido comprar durante estos días por miedo, siempre augurándome de que la capucha de la chaqueta y las enormes gafas de sol que llevaba ocultasen mi identidad.

En un pueblo como Forks, si ven a la hija del jefe de policía comprar lo que estaba comprando yo, se armaría una grande y los rumores correrían como pólvora. Una vez cerré la puerta de casa me despojé de ese absurdo disfraz y fui al baño de arriba. Hice todo lo que venía en las instrucciones leyéndolas meticulosamente, decía que debía esperar cinco minutos para saber el resultado. Me quedé sentada en la tapa del váter, mis ojos iban desde el reloj hasta “eso” y viceversa, me puse de los nervios, la aguja de los segundos iba a velocidad de caracol.

Bajé las escaleras y cogí un vaso de agua de la nevera, entonces mi móvil sonó sobresaltándome, muy oportuno, pensé maldiciendo en mi interior. Lo agarré vi que quien llamaba era James y rodé los ojos tirando el móvil contra el sofá; no pensaba cogerlo, ya tenía bastante con mis problemas. A los pocos segundos me llegó un mensaje.

“Si no me coges el móvil

Tendré que ir a tu casa,

Y me parece que tú no quieres

Eso.”

De James. Tarde o temprano tendría que hablar con él o cogerle el móvil, pero prefería más tarde que temprano. Repasé todas y cada una de las veces que me había acostado con Edward, recordaba si habíamos usado precaución o no, luego llegó a mi mente el recuerdo de esa noche en la casa de la playa con James y gruñí frustrada. Él no se había puesto el condón, lo recordaba perfectamente.

El calentón no nos dejó pensar y acabamos haciéndolo sin protección. Jadeé un “¡No!” dejando el vaso de agua sobre la encimera. La noche en que Edward y yo nos hicimos novios, justo después de haber estado con James, acabamos dejándonos llevar y me hizo el amor en una gran roca plana del bosque, una pequeña sonrisa se extendió por mi rostro al recordarlo, pero en seguida desapareció.

Al día siguiente él me contó que cuando se quitó el preservativo se dio cuenta de que se había roto. Yo no me preocupé demasiado por eso, y por lo de James tampoco. Y mira dónde estás ahora, Bella estúpida, esperando a que esa cosa te diga algo que presientes y que te empeñas en negar. El timbre sonó silenciando a la voz de mi conciencia, miré el reloj: quedaba un minuto. Era Edward, que me miraba con una gran sonrisa y una pose de dios heleno que derretiría hasta la más frívola de las mujeres. Pero yo ahora no estaba para fijarme en las virtudes de mi novio.

-Hola amor-me saludó con un corto beso en los labios-, ¿me dejas pasar al baño? Estoy que me lo hago encima-sonrió, yo en cambio palidecí cuando recordé lo que había en el baño-, pero qué cara tienes… ¿va todo bien?

-Sí-mentí lo mejor que fui capaz dentro de los nervios-, todo está bien, pero tengo que pedirte que te vayas, ya nos veremos más tarde, tengo unas cosas que hacer aquí.

-Hemos quedado para estudiar para el último parcial de literatura, ¿y ahora me pides que me vaya?-inquirió.

-Edward, por favor.

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