Capítulo 3. Genial... ¿Se nota el sarcasmo?

2.2K 108 0
                                    

Bella

Mi casa era una locura en esos días. Mi madre de aquí para allá con dos teléfonos móviles en los bolsillos, ambos sonando a cada rato, Phill ayudándola organizarlo todo, y yo recogiendo mis cosas.

La mayoría de mi armario lo había enviado por correo a Seattle, mi padre pasaría a recogerlas antes de mi llegada. Y sólo me quedaban veinticuatro horas para irme de Nueva York. Ya lo había dejado con Miike, había dejado a cargo del equipo de animadoras a Jessica, mi madre había pedido el traslado del instituto al de Forks, yy no tenía que ir más a clases. Me iría el viernes por la mañana, y llegaría a Forks el sábado casi por la noche. Eso si no surgía algún imprevisto, cosa que dudaba mucho. Mi padre me había insistido en que me fuera en avión pero como yo era muy tozuda, no había

querido, además, ¿dejar mi precioso Cadillac aquí? ¡Nunca! Llegado el día, me levanté a las seis de la mañana, me duché y me vestí con un vaquero pegadito pero muy cómodo, una blusa básica en gris oscuro, una chaquetilla fina, unas botas bajas grises y como accesorios, mis gafas de sol, un bolso con mis pertenencias más importantes, y un pañuelo muy bonito.

Llegué a la cocina y me preparé algo rápido. Mi madre me estaba esperando.

-Llévate algo para el camino-me aconsejó después de desayunar.

-Puedo comprarme algo por el camino, mamá.

-Pero llévatelo por si acaso hija, hazme caso por una vez en tu vida anda.-Di un gran suspiro.

-Vale mamá.

Bajé al sótano acompañada de mi madre, Phill y Nancy. La cocinera me había cogido mucho cariño, y yo a ella. Prácticamente había sido mi segunda madre. Metí el bolso en el coche, una mochila con otra ropa en los asientos traseros, y me giré hacia ellos. Nancy me abrazó.

-Cuídese señorita.

-Gracias Nancy-miré hacia mi madre-. Mamá, antes de irte asegúrate de que Nancy quede en un buen puesto de trabajo.

-No lo dudes, cariño.

Asentí, luego fui a abrazar a Phill.

-Espero que todo te vaya muy bien por París.

-Y yo que te cuides mucho en Forks.

-No dejes que Renée se desmadre mucho por ahí.

-Tranquila, yo me encargo. Y por último, mi madre me dio un achuchón de los grandes que yo le devolví.

-Pórtate bien, no hagas a tu padre coger nervios hija mía.-Rodé los ojos.

-Sí mamá.

-Ten mucho cuidado por el camino.

-Te recuerdo que llegué a un nivel muy alto en mi clase de defensa personal.

-Ya ya... Pero ten cuidado, ¿vale?-asentí.

Me monté en el coche, y me despedí de todos con la mano. No me gustaban las despedidas, para nada. Más bien era un hasta luego. Arranqué y en seguida estuve por las calles de Nueva York, echándoles un vistazo por última vez. Había pasado muchísimas cosas de mi adolescencia que nunca olvidaré, todas increíbles a pesar de variar entre buenas y malas.

Esta había sido mi casa y ahora me iba a tener que acostumbrar a un lugar que es totalmente lo contrario. Forks, el sitio más húmedo de Estados Unidos, y a mí que no me gustaba la lluvia, más que nada porque me ponía el pelo horrible.

Mi ciudad desaparecía tras mi coche, a la salida un cartel rezaba: Seattle 336 km. Respiré hondo, me puse mis gafas de sol, música rock para animarme, y emprendí el viaje que me llevaría a un futuro nunca esperado por mí misma.

UnknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora