30|Muñeco de Azúcar

109K 6.5K 2.4K
                                    

Kathleen.

¡Que alguien me de un pellizco!

Espero no estar soñando despierta, o haberme ido a dormir para tener que despertar, y encontrarme con la cruel realidad, en la que el ojizarco no dice nada, y todo sea una ilusión óptica y auditiva producida por mi subconsciente.

El se separa de mi, sigue manteniendo una corta distancia que por un momento agradezco. Sus ojos me escudriñan para poder fijarse en la expresión que ha adquirido mi rostro. Me imagino que es una mezcla de emoción, asombro, y estupefacción. No puedo levantar mi mandíbula la cual se entendiende babeando a lo largo de su alfombra. Jordana adora esas alfombras, incluso creo que la he visto contar la cantidad de finos pelitos que recubren la tela.

Es demasiado extraña esa mujer.

Mi corazón palpita desbocado en mi pecho, puedo sentir como mí frente empieza a sudar, y me averguenzo. No debo verme para nada seductora sudando como un maldito cerdo.

Abro mi boca, pero al no saber cómo responder, vuelvo a cerrarla.

¡Jesús, María y José!

Esto no puede estar sucediendome. El chico que se ha adueñado de mis pensamientos me ha dicho que le gusto. ¡Ha dicho que le gusto! ¡Yo Kathleen Taylor le gusto al ojizarco!

Le. Gusto. Wuju.

Pero...a ver, ¿es sólo un gustar de me gusta estar contigo porque eres agradable, y me gusta como eres?

O, ¿es un gustar de gustar-gustar, y quiero meterte la lengua en la garganta... y en muchos otros lugares más?

Ok, bien, no. Debo dejar de sacar conclusiones apresuradas, y dejarlo hablar.

—Yo... —las palabras salen atropelladamente de mis labios. No puedo engañar a nadie. Mis pensamientos se han esfumado, y en mi mente solo existe una incipida pantalla blanca.

¿A dónde se van las palabras cuando mas las necesito?

—Sé que es demasiado apresurado —dice notablemente incómodo. Le cuesta hablar sobre sus sentimientos, y lleva una mano por detrás de su nuca, todo en ese gesto refleja nerviosismo. Me parece adorable—. Quizás no te esperabas que dijera algo como eso.

Noo, seguro, amigo.

—Nunca me ha gustado una chica antes de ti —suelta arrastrando las palabras con pesadez, y obligándome a abrir mis párpados con fuerza.

Le miro horrorizada, y elevo una ceja.

—¿Te gustaban los hombres antes de mi? —pregunto de golpe, sin darle la oportunidad de rebatir—. Es decir, no tengo nada en contra de los homosexuales, incluso, mi mejor amigo creía tener una inclinación a los...

—¡Por Dios, no, Kathleen! —se exalta horrorizado, negando rápidamente con su cabeza, e inclinándose hacia el frente—. ¿Qué demonios te ocurre? No me gustan los chicos, y puedo demostrartelo —aclara, elevando una ceja con picardía, y estrechando la comisura de sus labios.

—¿Cómo?

Mikhail inclina su cabeza más cerca de la mía de manera que puedo sentir su respiración sobre mis labios. Quiero morder esos labios, pero primero necesito que el termine de hablar.

—De muchas maneras.

Suelto una risita, levantándome del sillón para alejarme de él. Es un delito estar tan cerca de esos labios, y no poder tocarlos, razón por la cual opto por alejarme. Mis piernas tiemblan, y mi cerebro sigue en blanco. Su confesión quemó la mitad de mis neuronas.

Atracción Irresistible © | EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora