12|Lidiando Con Kath.

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MIKHAIL.

Su cuerpo se mueve de una manera tan sensual que me provoca escalofríos con tan solo observarla, sus caderas de movían de una lado a otro mientras sus inquietas manos se deslizaban a través de su pecho hasta llegar a su cintura y luego repetir el movimiento.

Me encantaría ser esas manos ahora mismo.

¿Qué demonios estas pensando, Mikhail?

La observo caminar con una capa fina de sudor empapandole el rostro, aún así sigue siendo sensual para mí. Creo que no podría conternerme a los encantos de esa pequeña ninfa de los bosques.

— ¿Obsesionado con la niñera?—la voz de Des retumba en mis oídos, haciéndome desviar mi mirada de Kathleen.

— Nada que ver, no es mi tipo, lo sabes—respondo, llevando un pequeño vaso de Vodka hasta mis labios.

Los labios de Des se curvan en una mueca, acusadora.

— Tienes razón no es tu estilo, no es rubia, no tiene la altura de una modelo del certámen, a simple vista se ve simplona...además no cae en tus juegos mentales sobre las chicas, lo cual significa que es inteligente al no involucrarse contigo—el lleva su vaso hasta sus labios y bebe un trago— Y es exactamente por esa razón que ella te fascina, ¿me equivoco?

Hago una mueca, apretando mis labios y dejando el vaso sobre el suelo.

— ¿Podrías parar de decir eso, Des?—le miro con seriedad— Ella no me fascina, es solo una niñera por el amor de Jesucristo, es mi deber tratarla educadamente si no quiero que Sara me decapite.

— Supongamos que te creo porque ambos sabemos que no es así.

Dejo salir un suspiro, cansado de escuchar las acusaciones de mi amigo hacia la niñera. Kathleen trabajaba en mi casa todos los días, así que tenía que portarme a la altura con ella, aunque bien sabía que eso nunca me había interesado, a las antiguas niñeras solo con chasquear mis dedos ya las tenía a mis pies pero por desgracia, Kathleen Taylor no era como las niñeras comunes tampoco era como el resto de las chicas, ella era insufrible, terca, odiosa algunas veces, cascarrabias la mayoría del tiempo y tan sensual que me provocaba un ligero salivar cada vez que la tenía frente a mí.

Dios, me odio. Debo dejar de pensar de esta manera sobre la niñera.

Con la botella en su final, lo tomo como la oportunidad perfecta para acercarme a la barra en la cual ella se encuentra charlando animadamente con el chico detrás del mostrador. Ella le sonríe de una manera tan genuina y especial que causa estragos en mi estómago. Sacudo mi cabeza, sintiéndome una mariquita al estar pensando en estas cosas.

¿Desde cuando las chicas causan estragos en mi estómago?

¿Desde cuando me enfada el hecho de que una chica le sonría a cualquier persona?

Atracción Irresistible © | EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora