09|El Segundo Incidente.

135K 8.3K 2.6K
                                    

KATHLEEN

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

KATHLEEN.


Dicen que los ojos son el espejo del alma, pero los ojos de Mikhail solo demostraban frialdad. Tanta frialdad que me resultaba intrigante. Al girarme me pierdo en su mirada azulada y profunda, el me observa con esos ojos turbios e intensos que hacen que mi cuerpo se derrita con tan solo una mirada. Entonces suspiro mentalmente, recordando lo furiosa que estaba con Mikhail por la escena que me formó adentro del hospital. ¿Es que en serio era así de tonto o había hecho el curso?

Mi mirada viaja desde sus ojos hasta el agarre de su mano en mi muñeca, el parece darse cuenta así que me suelta al instante, dando un paso cauteloso hacia atrás. Agradezco la distancia que se ha formado entre nosotros, ahora podía respirar un poco mejor. Mis pulmones arden debido al gran esfuerzo que he estado haciendo en tratar de respirar ante su presencia. Esa jodidamente increble presencia que no puedo ignorar con facilidad.

— ¿Y bien?—carraspeo, buscando mi voz que se ha perdido con anticipación.

El se rasca la nuca con pereza y me pregunto si soy la única incómoda por esta situación tan inusual entre ambos.

— ¿Ibas a decirme algo?—no puedo negar que mi voz suena con un ápice de esperanza y emoción por saber lo que tendría que decirme. Pero el vacila, manteniendo sus azules glaciales sobre mi.

— No puedes irte aún, Kathleen—se limita en responder.

Oh por el amor de Jesucristo, mi nombre sonaba tan jodidamente perfecto en sus labios.

Enfócate, Kath. No es tiempo de ser blandengue. Inspiro con fuerza, manteniendo cara seria.

— Claro que puedo irme, es más, observa como me alejo—pero antes de que pueda terminar, el me coje del brazo arrastrándome hasta quien sabe donde.

Hecho un vistazo dándome cuenta de que nos hemos alejado del estacionamiento, estamos en un callejón oscuro. Su brazo sigue sobre mi muñeca entonces su mano me obliga a levantar mi mirada a la suya, me empuja bruscamente contra la pared, haciéndome reprimir un grito.

— ¡Bestia!—se escapa de mi boca y por un momento me siento ridícula por los sobrenombres que se me ocurren.

A pesar de la poca iluminación me puedo dar cuenta de la sonrisa que ha aparecido en sus labios. El eleva las cejas con diversión y agradezco la poca luz para esconder el rubor que ha ascendido por mis mejillas.

— ¿Bestia?¿hablas en serio? ¿qué edad tienes, cinco años?—se burla en mi rostro, sin soltarme aún.

— Sin duda alguna es mucho mejor que "Ninfa"—contraataco, levantando mis cejas y esbozando una sonrisa superior en mis labios.

El chasquea su lengua, haciendo un sonido realmente gracioso, sin dejar de mirarme.

— Tu pareces una Ninfa.

Atracción Irresistible © | EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora