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Kathleen

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Kathleen


Ver al ojizarco, intercalando su mirada entre el toro mecanico de color rojo y mis ojos mientras su manzana de adán de desliza con rapidez es una de las mejores cosas que me ha tocado presenciar en toda mi vida.

Tengo la certeza de que su idea inicial había sido traerme a este espantoso lugar, minado de personas con un estilo peculiar por la vida, un insoportable olor a alcohol y cigarros, además de juegos no aptos para personas que no le gusten los riesgos. Al principio la Kathleen en mi interior, me decía a gritos que mover un pie fuera de la camioneta había sido uno de los errores más garrafales de mi vida, pero he me aquí, después de haberle ganado al señor egocentrismo en un juego tan simple como mover un martillo de cinco kilos, claramente, los planes del ojizarco se habían invertido.

Ninfa 1.

Bestia 0.

Inevitablemente me muerdo mis labios cuando el suelta un suspiro de resignación y comienza a deslizar la camiseta por su cuerpo. La ventaja era que, por ser un lugar en donde las personas resultaban incluso más extrañas, no les importaría que se suba a un toro mecánico en solo ropa interior. Mikhail me lanza una mirada mortífera antes de proceder a bajarse los pantalones, mi mirada perversa recorre su cuerpo con descaro, sus tríceps, sus bíceps, sus abs, la curva en forma de V que se forma bajo su vientre y esos irresistibles bóxers de Calvin Klein.

Debí haber dicho sin ropa interior.

Borro el pensamiento de mi cabeza, sacudiendola un poco. El termina de sacarse el pantalón por los pies, luego me lanza sus pertenencias, incluyendo su ropa, billetera y su teléfono. Los acepto de mala manera mientras intento controlar mis impulsos de querer contemplar su trabajado abdomen.

¿Es un pecado querer bajarle el maldito bóxer?

- No me agradas, en lo absoluto-me espeta antes de darse la vuelta y largarse camino al toro. Mis ojos caen sobre su trasero, me sorprende no haber notado antes lo enorme que es, redondo, abultado, levantado.

Dejando los pensamientos impuros que invaden mi mente constantemente sobre su enorme trasero, muevo mis pies a su dirección, el se encuentra hablando con el chico que permite el pase a la atracción. Su rostro es todo un poema cuando se percata de que Mikhail va solo en ropa interior, pero no dice nada al respecto lo cual agradezco. Con un leve ademán le indica al ojizarco que puede pasar a su juego.

Mikhail camina con firmeza, seguridad y me asombra como puede derrochar tanta sensualidad incluso montando a un toro robótico. Sus ojos se clavan en los míos, lanzandome dagas envenenadas a través del intenso color azul en su iris.

- ¿Preparado?-le grita el chico encargado del juego, para asegurarse. Mikhail asiente con desconfianza, entonces el chico tira con fuerza de la palanca para poner a andar al toro.

Atracción Irresistible © | EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora