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Al principio pintaba bien. El partido, digo.

Al principio.

Luego pasó una patraña de cosas súper extrañas que me tocará contar porque, mira tú por dónde, elegí contar esta historia.

Cronus y su equipo jugaban muy bien. Eran un digno rival, pero tanto como otro. Tenía la sensación de que enseguida seguiríamos metiendo goles y ganaríamos y esas cosas.

Lógicamente, el karma oyó mis pensamientos y me dio la típica patada en el culo.

Empezaré desde el principio.

El árbitro pitó y Víctor y Arion sacaron de centro. Ambos empezaron a correr con decisión hacia el campo contrario, pero enseguida los jugadores del Raimon (la verdad es que intenté no moverme mucho) fueron cortados por los del Monte Olimpo. Tras unos minutos, lo descubrí: la formación era para cortar los pases del atacante. Pareció que Víctor también lo había descubierto, pues lo gritó hacia el capitán enseguida.

A pesar de saberlo, no nos sirvió de mucho en esos minutos. Cronus quitaba balones y esquivaba defensores tan rápido que se podía confundir con el mismísimo Flash. Bueno, quizá es algo exagerado, pero mira.

Me había quedado en blanco cuando de repente oí:

¡Tiro Balista!

Pasó a un par de metros de mí, pero bastó para que toda la energía desprendiera su brillo y me apartara considerablemente de la trayectoria. Miré hacia atrás sin mucha convicción: Samguk no había logrado parar ese tiro.

Unos metros más allá, Cronus se dio la vuelta. Me miró de reojo, sonrió con ligero aire de superioridad y anduvo hacia su campo.

Estúpido Cronus.

Contraatacamos. Gol de Víctor. No había mucho más que decir. Nuestro delantero, aunque me costara admitirlo, era maravilloso.

El Monte Olimpo no se quería quedar atrás y sacó todo su armamento. Fueron rápidos y eficaces llegando a nuestro campo. Pensé en cómo nos habíamos confiado en tan solo un par de minutos. El balón no tardó en llegar a Cronus que... bueno, ya me lo esperaba, supongo. Una sombra brilló detrás de él y pronto pudimos ver un gran espíritu guerrero: Gigante de Fuego Surtur.

Al momento me vi corriendo hacia allí. Aitor frunció el entrecejo y pronto intentó pararlo con su supertécnica, mas pareció imposible y su Red de Caza cayó rendida ante ese espíritu guerrero. Enseguida me llegó el balón al abdomen. Era una locura intentar parar un balón así con el cuerpo, ya me lo habían dicho varias veces. Pero era inevitable. Yo también fruncí el ceño, como aguantando un puñetazo infinito en la barriga. Cerrando los ojos fuertemente, debí de caer al suelo, porque el césped me impactó en la mejilla varios segundos después.

Cuando se oyó el coro de gol por parte del locutor, Aitor me ofreció una mano. Se la estreché y me levanté con su ayuda.

—Estás loca —me dijo en cuanto me hube puesto en pie—. Literalmente.

—Sí, me esperaba un comentario por el estilo —respondí.

Aitor sonrió con diversión, pero miró con ligera preocupación al campo contrario. Le di una palmada en la espalda y corrí a mi posición.

Minutos después, Cronus y yo volvimos a quedar frente a frente. El chico era bueno. ¿Qué digo? Muy bueno. Intercambiamos una sonrisa de rivalidad y nos dispusimos a regatear.

—¿Por dónde quieres que te la quite: por la izquierda o por la derecha? —pregunté.

Eso pareció confundirle.

—¿Qué?

—Buena respuesta —comenté, metiendo el pie hacia el balón y marchándome con él.

Me encantaba hacer esas cosas.

Tras un gol de Ryoma, llegó el descanso. Me reconfortó saber que los equipos estaban bastante igualados.

Cuando nos disponíamos a salir al campo por el túnel de vestuarios, el estadio empezó a temblar. ¡Literalmente! Miré a mis compañeros, que también se miraban entre ellos. ¿Un terremoto? Era posible, pero nadie había avisado o algo por el estilo. Me encontré temblando yo también. Me daban pánico los espacios cerrados en esas situaciones. Aitor me tocó el hombro y me señaló hacia un sitio con la barbilla. Un equipo totalmente distinto caminaba en posición perfectamente ordenada y con los mayores aires de superioridad que había visto en la vida. Observé la cara del señor Sharp: ninguna expresión, como siempre.

¡El Estadio Cénit se ha levantado hacia arriba como si fuera una especie de rascacielos...! —se oía gritar al comentarista. Luego, hizo una pausa y parecía que le hubieran dado la noticia más extraña de Japón, que si no fue esa, poco le faltó—. ¿Qué...? ¡Disculpen, damas y caballeros, aquí tengo la información de los cambios! ¡El Monte Olimpo ha decidido cambiar a todos sus integrantes, desde los jugadores al entrenador!

Jade y yo nos miramos como si el universo de repente se hubiera vuelto loco.

¡En cualquier caso, se dice que este cambio de jugadores está autorizado por el artículo quinto del reglamento de fútbol Juvenil, que permite al sector quinto cambiar las reglas!

—Pero ¿eso se puede hacer? —exclamó Jade.

Yo ya me estaba cagando en todo lo que se me pasaba por la cabeza.

—¿Y Fourseasons y los otros? —inquirió Arion mirando hacia el capitán del nuevo Monte Olimpo.

—Y yo qué sé. Nosotros somos el Dragon Link —contestó con indiferencia el portero—. El equipo supremo que dirige a todos los demás desde la cima del Sector Quinto.

—¿Dragon... Link?

—Nuestro fútbol no se parece en nada al que vosotros conocéis. Preparaos.

—Pues por mi parte ya podéis saber que me parecéis unos putos locos todos —comenté. Michael me dio un codazo—. ¿Qué? Todos lo estáis pensando. Si queréis me disculpo por la palabra fea, pero por otra cosa va a ser que no.

Me pregunté qué me habría dicho Riccardo si me hubiera oído.

—Nosotros, Dragon Link, vamos a enseñaros de una vez por todas lo que es el verdadero fútbol del Sector Quinto —dijo el chico de pelo rosa, seguramente teñido, mientras me miraba con el ceño fruncido.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Gabi.

—Yo creé el Sector Quinto —dijo una voz a nuestras espaldas. Al parecer, era el padre del tonto del Dragon Link... y yo los había insultado en su presencia. Qué faena—. Solo unos pocos afortunados y con las circunstancias propicias pueden jugar al fútbol y llegar a profesionales, pero cuando yo era un niño ni siquiera tuve derecho a jugar.

—Es cierto. Por culpa de un solo balón, a mi padre le arrebataron el fútbol de su vida.

Las palabras de padre e hijo me hicieron pensar en lo que me harían si les insultaba sin querer.

—Arrepentido de mi delito, decidí crear el Sector Quinto para que todo el mundo pudiera aprender y jugar al fútbol por igual —siguió victimizánd... digo, explicando—. El fútbol necesita ser regulado.

Salimos al campo y nos colocamos cada uno en nuestra respectiva posición.

Y fue en el momento en el que los delanteros sacaron cuatro espíritus guerreros cuando miré al señor Sharp, preguntándome si debía hacerlo ya.

CCC Tokio [Inazuma Eleven Go]Where stories live. Discover now