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Entré por la puerta del instituto malhumorada, apartando a la gente. ¿Por qué? Fácil, ¿es que nadie ha visto la minifalda que llevamos? Vaya director pervertido que tenemos.

—Buenos días, Katsue —me saludó Skie cuando entré a la clase—. ¿Qué tal el fin de semana?

—Mi vida es una mierda —me lamenté—. Voy a quejarme al consejo escolar. ¿Tú has visto cómo nos miran todos los chicos? ¡Nos violan con la mirada!

—¿Algo que objetar? —oh, vaya. Tener una profesora detrás de ti no es que sea divertido—. Así que usted es nueva... ¿Puede presentarse a la clase?

Rodé los ojos.

—Soy Katsue Hartland y vengo del barrio sur de la ciudad —dije con cansancio—. ¿Algo más?

—Pues sí, tengo que informarle de que es tu primer día y ya tiene dos negativos. Uno por decir palabras malsonantes y otro por hablarme así. Puede sentarse al lado de Aitor. —hija de su padre.

Giré la cabeza, donde un chico de pelo azul se reía por lo bajo.

Desde ese mismo momento, supe que me iba a llevar bien con él.

—Hola —saludé cuando me senté a su lado—. ¿Aitor, verdad?

—El mismo —él sonrió con burla—. Parece que la de inglés te ha cogido manía desde el primer día. Me caes bien.

—Puedo decir lo mismo —susurré—. ¿Estás en un club?

—Ayer me hicieron la prueba para el club de fútbol —respondió, también susurrando—. ¿Y tú?

—También, pero parece ser que ayer me dio pereza entrenar. Si alguien te pregunta, tenía que estudiar. —dije.

—Hartland, ¿cómo hemos dicho que era segundo plano en inglés? —exclamó la loca esa que tenemos de profesora de repente—. ¡Responda!

Background —contesté—. Pasé un verano entero en Estados Unidos, ¿qué se creía, que no iba a saber inglés?

—Deje de contestar así. —me reprimió, y se dio la vuelta refunfuñando.

—¿Podrías dejar de hablar, Aitor? —susurró Gabi, que se sentaba delante de nosotros.

—Claro -—Aitor rió y sacó la lengua—, cuando los cerdos vuelen.

—¡Aitor! ¡Hartland!

—Tengo nombre, ¿sabe? —puse los ojos en blanco—. Para algo le dieron a usted una lista con nuestros nombres.

Parece que Aitor quería ahorrarse una carcajada, pero no pudo.

—Ya me he hartado —la profesora dejo el bolígrafo en la mesa bruscamente—. Cazador, Hartland, a la oficina del director.

—Ya era hora. —murmuré.

Vi como Riccardo se tocaba la frente con la mano y negaba con la cabeza.

Genial, ya le caigo mal a medio equipo.

Salí de la clase con Aitor casi pisándome los talones, y empezamos a andar hacia el despacho del director rápidamente. Si nos entreteníamos mucho en el castigo que nos iba a poner, no llegaríamos al entrenamiento de después de comer.

Llamé a la puerta y se escuchó un «Pase».

—Buenos días —le saludé—. Nos ha enviado la señora Dunne.

—Ah, sí —él hizo un ademán con la mano—. Pues podéis limpiar la sala de música. Si estáis expulsados, empezad ya, está vacía.

Música. Música. Música. Música.

CCC Tokio [Inazuma Eleven Go]Where stories live. Discover now